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La selección mayor derrotó ayer 1-0 a Curazao en el partido de ida de la tercera fase eliminatorias rumbo a Rusia 2018. Foto Diario Co Latino/Archivo

Un “cachito” de felicidad

Santiago Leiva
Diario Co Latino

No fue el mejor partido de la Selección Nacional. El duelo se jugó casi en cámara lenta en una cancha donde la pelota corrió y rebotó como en un banco de arena, for sale pero hizo lo suficiente la Azul para llegar al gol, find defenderlo con sudor y sangre e inclinar la serie eliminatoria ante Curazao a favor de El Salvador.

Quedó a deber el espectáculo la selecta, salve pero también es cierto que ni la cancha ni el arbitraje del jamaicano Valdin Lesgister lo permitieron. El silbante erró mucho en sus decisiones, pintó de amarillo a muchos jugadores e hizo más congestionado un partido que de por sí ya era trabado con la presión y la marca fuerte de Curazao.

Lo que sí ofreció la Azul, en el debut de Jorge “Zarco” Rodríguez en el banquillo, fue pundonor y trabajo de obrero sobre todo en labores defensivas. Henry Hernández lució muy serio bajo los tres palos, y Jonathan Barrios junto a Alex Mendoza tampoco desentonaron en la zaga central.

De ahí que el partido, más que oficio y buen traslado de pelota, lo ganó El Salvador a puro sacrificio y en eso contribuyeron en demasía Alex Larín, Néstor Renderos, Narciso Orellana y Ángel “el Puma” Peña, único hombre que la Azul colocó en el frente de ataque.

Es que, en cuanto a sistema no varió mucho esta Azul con la que manejó el catalán Albert Roca, pero sí cambiaron los nombres de algunas piezas.

Rodríguez utilizó el mismo 4-4-1-1 que se vio en la era Roca, pero el estratega nacional decidió apostar principalmente por los jugadores de la liga local y, a excepción de Darwin Cerén, el resto de legionarios vio minutos hasta la etapa de complemento.

Aparte que le cedió la titularidad a Henry, “el Zarco”, presentó como grandes novedades en su once inaugural a Marlon Cornejo, por la banda izquierda, Herbert Sosa como media punta y “el Puma” Peña como punta de lanza. Utilizar a Larín como volante izquierdo en el primer acto también supuso algo nuevo con Rodríguez.

A partir de allí la Azul tuvo en buen arranque de juego, control de balón y  toque arras de piso, pero poco a poco se fue diluyendo y cayendo en el juego ríspido y de choque de los caribeños. Para fortuna de la hinchada cuscatleca en ese buen pasaje y hubo una buena sociedad entre Peña y Larín y El Salvador consiguió el gol.

La anotación al minuto 12 llevó la firma del “Cacho” Larín, pero la jugada la orquestó Peña con un toque sutil entre los defensas y el volante zurdo llegó puntual a la cita para vencer al portero Eloy Roon, que no alcanzó a reaccionar a tiempo.

Antes del gol salvadoreño, Curazao ya había llegado a la portería criolla con un peligroso centro que no encontró quien la hundiera, pero el asedio se acrecentó del ´20 en adelante cuando Gevaro Nepomuceno comenzó a despegarse por derecha y poner en dificultades a Cornejo.

El hábil volante zurdo probó en dos ocasiones con sendos zapatazos que Hernández consiguió atajar con algunas dificultades en el minuto 25, y luego, al ´39, Henry logró neutralizar un remate suave de Rihairo Meulens, que llegó justo al centro de la portería. Fue la última acción de peligro antes de cerrar el primer tiempo.

Neutralizar a Nepomuceno fue la primera acción de “el Zarco” Rodríguez en la etapa complementaria

y para ello movió ficha en su ajedrez. Retiró a Cornejo y bajó a Larín al carril izquierdo para que Arturo Álvarez utilizará su posición de volante. En un inicio el movimiento surtió efecto porque hubo más sociedad y el volante de Curazao, ante la imposibilidad de pasar al “Cacho”, se vio obligado a cambiar de banda.

La reacción del cambio de Arturo, sin embargo, duró muy poco, El Salvador se vio arrinconado por los pupilos de Patrick Kluivert que terminaron imponiendo su potencia física y por la vía del pelotazo o centros pusieron en dificultades en un par de ocasiones al Henry Hernández.

Jugaba también a favor de Curazao el césped sintético del Ergilio Hato, pues mientras el balón le jugaba malas pasadas a los guerreros de la Azul, ellos lograban trasladarla, incluso por la vía del pelotazo, con alguna precisión.

Al final la Azul terminó asfixiada, sacando agua del pozo. Y fue Henry Hernández quien logró sostener el resultado al tapar un peligroso tiro libre de Nepomuceno en tiempo agregado. Esta vez, sin duda, se ganó por un “cachito”, la historia sin embargo podría ser otra el martes cuando Curazao visite el Cuscatlán en el partido de vuelta.

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