Por: mAURICIO VALEJO MÁRQUEZ
Hace unas semanas hablábamos con Wilfredo Arriola sobre la evolución de nuestro gusto por beber café. Lejos quedó aquel tiempo en que Antonio Fabielli me enseñó a elaborar un espresso cubano y he probado muchas formas de hacer café.
El tiempo no pasa por gusto, porque ahora siento diferente, pienso diferente. No desprecio el café de nuestras tradicionales cafeteras, pero me hacen mal gracias a mi colitis y gastritis. Sin embargo el ristretto y el spresso no me golpean, así que eso tomamos.
Al parecer la evolución no solo es por el sabor, es también por no sentir molestias en mi estómago.
Así que cada vez que nos reunimos vamos probando lugares para beber buen café. Hasta el momento nos ha encantado Viva Espresso, aunque estamos abiertos a probar nuevos lugares.
Los cafés son lugares donde los intelectuales y escritores se reunen para enmendar el mundo, así como sucedió en el Café Bella Nápoles que estaba en el Centro de San Salvador. Nosotros no pretendemos tanto, nos reunimos a ver pasar las horas y ponernos al día de nuestras vidas. Quizá todo se centra en la amistad, en sentir eso maravilloso que se llama amistad.
Esta semana que recién comienza tenemos la promesa de visitar el café La Siguanaba de mi amiga Marchelly Funes para beber un spresso.
El café es como la amistad, poco a poco vamos probando hasta que llegamos a sentir un enorme gusto por la esencia.