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Un centenar de elefantes muertos en pocas semanas en Botsuana

Gaborone / Johannesburgo / AFP

Oarabile Mosikare  / Susan Njanji

Al menos 90 elefantes muertos, con los colmillos arrancados, fueron encontrados en las últimas semanas en Botsuana, en donde recientemente las autoridades desarmaron a las unidades encargadas de luchar contra los traficantes de marfil.

La oenegé Elefantes sin Fronteras y el ministerio de Fauna y Parques Nacionales del país recopilaron estas cifras tras realizar un recuento aéreo de la población paquidérmica de Botsuana.

«Comenzamos el recuento el 10 de julio y hasta ahora hemos contado 90 cadáveres de elefantes», explicó a la AFP el responsable de la oenegé, Mike Chase. «Cada día encontramos aún más», agregó.

«La mayoría fueron asesinados por balas de gran calibre», continuó el defensor de faunas. «Se trata del episodio más grave de caza furtiva en África que jamás haya conocido», prosiguió.

El ministro de Turismo local, Tshekedi Khama, confirmó la amplitud de la masacre. «Sé que el balance alcanza a un número de dos cifras, algo muy elevado para Botsuana», declaró a la AFP. «Estoy muy preocupado, muy inquieto», añadió.

Por su parte, el patrón de Elefantes sin Fronteras se encargó de aclarar que estas muertes se produjeron unas semanas después de la controvertida decisión de las autoridades de Gaborone de desarmar a sus «guardabosques», precisamente especializados en la lucha contra la caza furtiva.

Situado entre Zambia y Sudáfrica, Botsuana alberga la población africana más grande de elefantes en libertad, estimada en 2015 en 135.000 ejemplares.

La riqueza de su fauna ha convertido al país en el santuario favorito de los aficionados a los safarís de lujo y en uno de los polos del desarrollo de su economía, a pesar de que cuenta con una de las legislaciones más severas en materia de protección de fauna y medioambiente a nivel mundial.

– «En la mira de los furtivos» –

Hasta mayo, los «guardabosques» estaban fuertemente armados y se les permitía disparar a los cazadores furtivos.

Pero, entonces el gobierno del nuevo presidente, Mokgweetsi Masisi, en funciones desde el mes anterior, ordenó el desarme de estas unidades, sin explicar realmente el motivo. Su predecesor, Ian Khama, era considerado un apasionado defensor de la fauna salvaje de su país.

Preguntado este martes por la AFP, el jefe del estado mayor del ejército, general Placid Segokgo, se negó a hacer comentarios sobre la decisión de desarmar a las unidades de «guardabosques».

Según Chase, los responsables de esta ola de caza ilegal vienen de países vecinos como Angola y Zambia. «Han matado a tantos elefantes en esos países que casi han desparecido. Ahora, los contrabandistas vienen a Botsuana», explicó.

«Hemos estado a salvo de los cazadores furtivos durante mucho tiempo, ahora nos damos cuenta de lo sofisticados que son», admitió el ministro Khama. «Lamentablemente, a veces aprendemos las lecciones de la peor manera», agregó.

El Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW) se manifestó conmocionado por la magnitud de la masacre. «Hasta ahora, las manadas de elefantes estaban por completo en paz en Botsuana», señaló su vicepresidente, Jason Bell, «pero ahora están en la mira de los cazadores furtivos».

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) estima que el lucrativo tráfico de marfil es la causa de la caída en picada de la población de elefantes africanos, que en la última década ha disminuido de 415.000 a 111.000.

Sus estudios revelan que cada año alrededor de 30.000 paquidermos son víctimas de la caza furtiva.

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