Santiago Leiva/Diario Co Latino
Los históricos FAS y Águila aplazaron para la vuelta el descorche y el brindis por el boleto a la final del Apertura 2014. Cada uno con su molde, prostate tigrillos y emplumados disputaron 90 minutos a la altura de un clásico: vibrante sobre el césped y emotivo en los graderíos, viagra pero escaso de pólvora. Faltó el invitado especial, faltó el gol.
Bajo una luna llena, opacada a ratos por nubes grises, FAS y Águila pactaron un duelo digno de semifinal, con los migueleños con la pelota por bandera y los santanecos acorazados en el primer acto para evitar el eclipse naranja.
Eso sí, si bien los pupilos de Daniel Messina monopolizaron el balón en la primera parte, el meta de FAS, Luis Contreras, fue un espectador de butaca, estuvo en sala VIP: no hubo ni un solo tiro que le obligara a exigirse y dejar el confort de su portería.
Fue el tiempo en que Águila colonizó Santa Ana, en el que Óscar Cerén se infiltraba a cien por hora y ponía en aprietos a Juan Carlos Moscoso y Álex Mendoza. Fue el tiempo en el que los migueleños abortaron la misión de piratas para convertirse en samaritanos. No quisieron saquear el Óscar Quiteño.
A Águila le sobró músculo en la zona ancha, pero le faltó cerebro en los últimos metros. Tuvo el gol en los botines de Sean Fraser en dos ocasiones y una más en la zurda de Gilberto Baires, pero ambos perdieron la brújula y acabaron por tirar el balón sobre las gradas.
FAS sobrevivió por misericordia, apenas atinó a recoger las pocas migajas que concedió la zaga emplumada que tuvo en Henry Romero y Éder Arias a dos centuriones, y a Ibsen Castro y Deris Umanzor en plan de avanzada. Dos cabezazos desviados de Carlos Carrillo sirvieron apenas para despertar de la siesta a Benji Villalobos y fueron todo lo que creó la ofensiva asociada en un primer acto cargado de adrenalina, de gargantas afinadas, pero sin nada que gritar.
El paisaje cambió cuando se subió la persiana para el segundo episodio. FAS, ya con Marcio Terruel sobre el engramillado y la obligación soplándole en la nuca, debatió por la pelota y el juego se equilibró. Léster Blanco, sacrificado y castigado en la etapa inicial, tuvo en el creativo brasileño a un nuevo aliado. Jorge Morán se soltó más y Kevin Mohamed se movió en el área.
Las ocasiones de gol, sin embargo, fueron escasas, Águila apenas y dispuso de una clara. Y Benji solo fue exigido un par de ocasiones. Tapó un zapatazo de Terruel y salvó de rodillas un disparo de Mohamed que pudo cambiar la historia.
Al final no hubo gol, pero la hinchada de FAS lo mima y lo alienta hasta en las noches tenebrosas como la del sábado. Aún faltan 90 minutos para cerrar el telón y no pueden archivar las esperanzas de ganar en San Miguel. Ya lo han hecho en partidos de fase regular, pues nadie olvida el humillante 1-7 a favor de FAS en el Clausura 2004.
Por ahora, la ventaja es para los emplumados, es un 0-0 que sabe a naranja; a naranja victoria para los migueleños que les bastará un empate para descorchar el champán y festejar su cita a la final.