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Chris Melzer
Nueva York/dpa
Vaya por delante que sus labios son suyos. Ya de pequeña, viagra Angelina Jolie tenía una boca por la que más de una habría pasado por el quirófano y, sin duda, esos labios ayudaron en su ascenso a Hollywood. Pero ella siempre luchó por ser algo más que una cara bonita: actriz, cineasta comprometida, embajadora de la ONU y madre, es tan admirada como odiada y respetada dentro del panorama cultural y político. El jueves, cumplió 40 años.
Con una madre como la actriz Marcheline Bertrand (el parecido entre ambas es evidente), un padre como el ganador de un Oscar John Voight y dos padrinos como Jacquline Bisset y Maximilian Schell, Jolie parecía destinada a interesarse por la interpretación. Pero la joven Angelina no quiso que su destino estuviera marcado por el de su padre, así que decidió apartarse de su apellido.
Con todo, su carrera no fue precisamente un camino de rosas. Tras el divorcio de sus padres tuvo que hacer frente a problemas psicológicos, durante su adolescencia vestía siempre de negro y se autolesionaba físicamente. Sufrió trastornos alimenticios e incluso llegó a intentar suicidarse. Además, su timidez tampoco era una de las cualidades necesarias para convertirse en estrella.
Quizá debido a eso, el éxito le llegó tras meterse en la piel de mujeres complicadas. En el telefilme “Gia” (1998) dio vida a la modelo adicta a la heroína que fallecía de cáncer a los 26 años. Después, encarnó a la sociópata Lisa en “Girl, Interrupted”, por la que en el año 2000 se alzó con el Oscar como mejor actriz de reparto. A partir de ahí, pudo elegir sus papeles, equivocándose a veces pero sin que sus errores minaran su fama.
Naturalmente, gran parte de esta se debe a “Brangelina”. Hay quienes tienen manía a Jolie por haber acabado con el popular matrimonio hollywoodiense que formaban Brad Pitt y Jennifer Aniston. Con Jolie, Pitt logró su ansiada felicidad familiar: ambos tienen seis hijos, tres de ellos adoptados. Y al parecer, la llegada del mayor fue el detonante para la estabilidad de la madre: “Sabía que la responsabilidad de tener a Maddox haría que jamás volviera a ser autodestructiva”, dijo en una ocasión.
Estrella de cine, sex symbol, madre… Y cineasta. Su última película, la dramática historia del atleta olímpico Louis Zamperini “Unbrocken”, le valió el respeto de la crítica, aunque la Academia sólo la nominó para premios técnicos. Sus próximos proyectos tras la cámara son “Africa”, sobre el investigador y ecologista keniano Richard Leakey, y el drama matrimonial “By the Sea”, protagonizado por los “Brangelina” y que llegará a los cines en noviembre.
Aparte, es embajadora de Naciones Unidas para los refugiados y una comprometida activista en defensa de la escolarización, especialmente en el Tercer Mundo. En abril, instó incluso al Consejo de Seguridad de la ONU a aumentar la ayuda para los refugiados sirios. No hay activista humanitario al que no le guste aparecer junto a la estrella: gracias a ella, cualquier proyecto que de otro modo acabaría en el olvido cobra relevancia mediática.
Jolie disfruta viéndose en el papel de reina, de intocable, con las contradicciones que eso supone. Como cuando afirma que no tiene intención de ser una “sex symbol” para luego aparecer sobre la alfombra roja de los Oscar enfundada en un vestido con una vertiginosa abertura que enseñaba mucha pierna y fue comentado durante días.
Sin embargo, no le tembló el pulso cuando hace dos años se sometió a una mastectomía doble y en marzo se extirpó los ovarios para evitar un posible cáncer, la enfermedad por la que murieron su abuela, su tía y su madre. Para muchas mujeres, se convirtió en un modelo de valentía. Ese mismo mes, los Kid’s Choice Awards la premiaron como “mejor malvada” por su papel en “Maléfica”.
