Por Noé Leiva
Tegucigalpa/AFP
El derechista Juan Orlando Hernández asume este lunes la Presidencia de Honduras, con la promesa de parar con los soldados en la calle la espiral de violencia criminal que azota a este país centroamericano, uno de los más pobres de América.
Hernández, abogado de 45 años y expresidente del Congreso, sustituye a Porfirio Lobo, de su mismo Partido Nacional (PN), y recibirá la banda presidencial en un acto en el Estadio Nacional, previsto para las 10H00 locales (16H00 GMT).
A la ceremonia, que contará con unos 30.000 espectadores en el estadio, acudirá un pequeño grupo de presidentes y dignatarios, entre ellos el príncipe Felipe de España, el presidente de Taiwán, Ma Ying-jeou, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, y unas 70 delegaciones.
Pero los grandes ausentes serán el derrocado expresidente Manuel Zelaya y su esposa Xiomara Castro, quien como candidata del izquierdista partido Libertad y Refundación (Libre) perdió ante Hernández las elecciones del 24 de noviembre, que impugnó sin éxito por considerarlas fraudulentas.
«No vamos a ir en una señal de protesta por el trato inhumano, agresivo y sumamente grosero que hemos recibido desde las elecciones hasta la fecha; el propio presidente electo se ha dedicado a querer destruir la oposición, nos ha insultado como narcotraficantes, delincuentes», manifestó Zelaya a la AFP.
El ex mandatario, de 61 años, se refería a declaraciones en las que Hernández señaló que, con su llegada al poder, se le acabó la «fiesta a los delincuentes» y que entre los «pocos amigos» que les quedan a éstos «hay unos dirigentes del partido Libre».
Como protesta, seguidores de Zelaya prevén una movilización a las cercanías del Estadio, resguardado por varios anillos de seguridad en un fuerte operativo que incluye a unos 6.000 policías y militares.
Herencias
Lobo deja el poder tras haber logrado cierta estabilidad política luego de la crisis del golpe de Estado del 28 de junio del 2009 contra Zelaya, que entonces provocó que un aislamiento internacional contra Honduras.
Zelaya llegó al poder en 2006 por el Partido Liberal (PL, derecha) pero fue derrocado y enviado al exilio por una alianza de los sectores conservadores poderosos por promover reformas a la Constitución para instalar el ‘socialismo del siglo XXI’ que impulsaba el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez.
Hernández asume un país que aún sufre las secuelas del golpe, con una sociedad dividida e instituciones frágiles, golpeado además por una violencia incontrolable y en grave crisis económica.
Honduras tiene la tasa de homicidios más alta del mundo, 83 por cada 100.000 habitantes, por la acción de las pandillas y el narcotráfico. Es además uno de los países con mayor pobreza del continente, 70% de sus 8,5 millones de habitantes, y un desempleo y subempleo de más del 40%.
Bajo el lema de «Una vida mejor», Hernández ha ofrecido empleo y atención a las 850.000 familias más pobres, y prometió detener la violencia con la policía militar, un cuerpo que llegará a 5.000 efectivos, cuestionado por activistas de derechos humanos.
Por iniciativa suya, el Congreso aprobó la inclusión de la Policía Militar en la Constitución de Honduras, lo cual tendrá que ser ratificado por la legislatura, instalada el sábado, para lo cual se requiere dos tercios de los votos por tratarse de una reforma a la Carta Magna.
Hernández gobernará sin mayoría en el Congreso de 128 escaños, pero los analistas prevén alianzas entre el PN y el PL, que han gobernado Honduras por más de cien años, con los militares golpistas.
Zelaya, quien al regresar del exilio en 2011 fundó Libre con sus seguidores liberales y grupos sociales que protestaron contra el golpe, ocupa una silla en el Congreso como líder de una oposición que intentará hacer contrapeso al bipartidismo de derecha.
En las elecciones, el PN logró 48 diputados, Libre 37, el PL -debilitado tras el golpe- 27, Partido Anticorrupción (PAC) 13 y tres de igual número de partidos minoritarios.
Pero la semana pasada en la elección de la directiva del Congreso, uno de Libre se pasó al partido oficialista; en tanto que Libre, el PAC y uno minoritario hicieron una acuerdo de «gobernabilidad» con lo que quedan dos bloques, uno de 78 del bipartidismo tradicional y otro de 50 de la oposición.