Fleury-Merogis/Francia/AFP
Un lunes del mes de mayo en el estadio Auguste Gentelet de Fleury-Mérogis, cerca de París. Ilyana, Maelle y Tatiana saltan al césped para entrenarse con un grupo de chicos, dentro de un equipo mixto creado este año.
«Este trabajo con un equipo mixto se ha formalizado esta temporada, tras una prueba el pasado año», cuenta a la AFP Florent Descharmes, entrenador de este equipo, el FC Fleury 91, formado por jugadores y jugadoras de menos de 14 años.
«La idea, para las jugadoras de club más fuertes en su rango de edad, es darles las mejores condiciones de entrenamiento en un momento clave, en el que pueden aspirar a un centro para juveniles», apunta, en alusión a las escuelas oficiales para la excelencia que agrupan a los talentos más prometedores del fútbol francés.
Las tres jóvenes de 14 años y su amiga Shayna, ausente ese lunes, pueden entrenar tres veces por semana y disputar los partidos del sábado junto a los varones, sin abandonar su práctica habitual con el equipo femenino.
En el terreno de juego sintético del estadio local, impresionan por su técnica y su velocidad.
«A ellos les da igual, nos tratan como si fuéramos chicos. No hay diferencia. Nosotras preferimos que nos consideren como chicos», afirma Maelle con la camiseta roja del Fleury.
«A nivel de intensidad, de juego, es más rápido. Con las chicas es un poco lento. He comprobado que físicamente me siento mejor», cuenta Ilyana, una atacante muy hábil con ambos pies.
– «No cambia nada» –
«Les demostramos que podemos jugar tan bien como ellos», sonríe Tatiana, que lleva apenas dos años jugando al fútbol.
Ilan, un adolescente de melena ondulada, destaca la normalidad con la que se recibió en el grupo la llegada de las chicas.
«Nos da igual que sean chicas. No cambia nada. Es algo normal», dice.
Algunos admiten que sí les sorprendió más al principio, pero que ahora «son parte del grupo, sin ningún problema», como indica Mamady Traoré, el entrenador adjunto.
Sin embargo, ellas no pueden jugar todos los partidos.
La diferencia física a veces es demasiado grande con el adversario, como ocurrió el sábado contra el Aubervilliers. «Es un equipo con tipos de 1,80 metros. No sirve para nada hacerles jugar en esas condiciones», estima el entrenador Florent Descharmes.
– «Otro deporte» –
«Por otra parte, en un único año escolar, se ve que el desarrollo morfológico (entre chicas y chicos) no es el mismo y que eso es un límite para ellas», considera el preparador.
La experiencia de un equipo mixto se ve por lo tanto limitada en el tiempo, ya que «físicamente es forzosamente diferente, no se puede comparar o ver de la misma al fútbol femenino, es casi otro deporte», en su opinión.
Ilyana y Maelle tienen en mente citas importantes. A mediados de mayo, pasaron cuatro días de pruebas en Clairefontaine, el cuartel general de la Federación Francesa de Fútbol, donde 60 jugadoras de todo el país competían por formar parte del centro de formación de jugadoras en el departamento de Yvelines.
A partir del 7 de junio, seguirán como unas hinchas más por televisión los partidos de la selección francesa en el Mundial femenino que se disputa en su país.
«Es en casa. La gente va a ver que es realmente fútbol. Esto va a cambiar las mentalidades», confía Maelle.
«Para mí es importante. Esto muestra que el fútbol femenino evoluciona en el buen sentido, que se desarrolla más rápidamente que hace veinte años», dice.