Por Wilfredo Arriola
Cuando uno busca refugios busca la desnudez. Combatir el día a día resulta a veces espantoso, la suma de todo y la pronta respuesta hace que el estrés se vuelva contra nosotros mismos. Siempre hay algo, o alguien o un lugar donde uno puede descansar de la vida, ponerle una pausa si es posible para que todo avance, no sin nosotros, quizá con nosotros, pero sin conciencia de su paso.
Mucho tiempo me ha salvado la poesía, vuelvo a ella, a los poemas que me han tocado y a descansar de esta realidad, también vuelvo a la música y a ponerme ese traje de adolescente donde descansaba la mirada pensando en el porvenir, ese que hoy de a poco en poco se está volviendo pasado. A su momento recito versos de memoria para mí mismo, o busco canciones para repetirlas y hundirme en ese refugio del pasado donde no todo fue mejor pero sí era diferente. Muchas veces, a las personas los salva el futbol, la religión, el arte, o una simple conversación entre amigos, otros, su pareja quienes los salva del momento. Cito mi caso personal, pero como el mío cada uno tendrá el que le corresponde. El meollo del asunto no es el qué, sino que, si hay algo donde acudir, donde depositarse para reponerse de lo vivido.
En la actualidad, se ha tornado el tiempo de la ligereza, de las redes sociales, de distraerse con la innovación o la noticia del momento, de descansar de una forma vaga, inconclusa, como a tono de entestecía, mas no de recuperación. Esos momentos de los que hablo tienden más a llenar el cesto, que a vaciarlos. Uno acumula y acumula, de esa forma, entre más sucede más nos alejamos de aquello donde antes uno podía desconectarse de la vida. Hay quienes cantan, dibujan, juegan, mantienen una espiritualidad, llegan a ese espacio donde uno es el dueño de las preguntas y respuestas. La noche sirve de escenario, que generalmente se ocupa obligadamente para ello, sin embargo, disponer un tiempo para uno mismo es válido en esta actualidad tan convulsa que vivimos.
La poesía me salva, es mi puente, por ella llego a mí, y cuando estoy trato de disfrutarme y quizá, quizá… eso sea el alma, cuando uno identifica a personas con una chispa diferente, con una manera más suelta de ser, es que han encontrado su puente para ser ellos mismos. Siempre es necesario pasar ese puente, hay muchas cosas que siempre quedan después del precipicio. De ruido en ruido, y de distracción en distracción pasan los años y con ellos, uno postergando las respuestas.