Santiago / AFP
Ana Fernández
No son flojos, no carecen de ambición ni de habilidades. Éstos son los mitos que derrumba un estudio realizado en nueve países de América Latina y el Caribe sobre los millennials jóvenes, de 15 a 24 años.
Los autores del estudio ‘Millennials en América Latina y el Caribe: ¿trabajar o estudiar?’ hicieron una radiografía de las habilidades, preocupaciones y ambiciones de esta generación, que se está encontrando con un mercado laboral marcado por la irrupción de nuevos adelantos tecnológicos -que amenazan con automatizar tareas y ocupaciones- y tasas de informalidad del 70%.
Las preocupaciones de esta generación en Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, Haití, México, Paraguay, Perú y Uruguay -los países en que se realizó el estudio Financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y realizado ante más de 15.000 jóvenes-, son similares y las sorpresas frente a las ideas preconcebidas también.
Usualmente se considera millenials a aquellos nacidos aproximadamente entre 1980 y 2000, por lo que el informe del BID sólo contempla a la franja etaria más joven de esa generación.
A diferencia de lo que puede arrojar una búsqueda en internet sobre los millenials, el estudio deja claro que los jóvenes de hoy «no se levantan a las dos de la tarde ni se arrastran de la cama al sofá», dice Andrea Repetto, profesora de la Universidad Adolfo Ibañez de Chile, una de las coautoras de este trabajo que esta siendo presentado en varios países de la región.
– Los «ninis», un mito –
El estudio ha permitido «derribar tres mitos», explica Repetto a la AFP.
«Ni son flojos ni esperan vivir de sus padres», como lo demuestra el hecho de que el 40% estudia; el 17% estudia y trabaja; el 21% solo trabaja y el 21% (unos 20 millones) pertenece al grupo de los ‘ninis’, el término acuñado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para clasificar a los que ni estudian ni trabajan.
Sin embargo, hay importantes diferencias entre los países en relación con la situación educativa y laboral de los jóvenes, aunque lo que ha sorprendido a Repetto es que la inmensa mayoría ya ha tenido alguna experiencia laboral a los 16 años.
En Paraguay, un 33% de los jóvenes solo estudia o se capacita y un 25% solo trabaja; en cambio, en Haití un 68% solo estudia, mientras que un 5% solo trabaja. También existen disparidades en las otras dos categorías de estudio y trabajo: en Colombia y Paraguay, más de una quinta parte de los jóvenes estudia y trabaja a la vez, mientras que en El Salvador y Haití menos del 10% de los encuestados se encuentra en esa situación.
En cuanto a los ‘ninis’, jóvenes de menos recursos en su mayoría, pese a que el término puede considerarlos ociosos e improductivos, el 31% busca trabajo (sobre todo hombres), un 64% se dedica al cuidado de familiares (principalmente mujeres), y casi todos realizan labores domésticas o prestan ayuda en los negocios de sus familias.
México, El Salvador y Brasil tienen mayor porcentaje de ‘ninis’ (superior al 20%), mientras que en Chile sólo un 14% de los jóvenes encuestados está en esa situación.
También hay diferencias dentro de este grupo. «Solo un 3% de ellos no realiza ninguna de estas labores ni tiene una discapacidad que le impida estudiar o trabajar», aseguran los autores, que destacan sin embargo, que en Brasil y Chile estos llegan al 10%.
– Buenos en tecnologías –
El estudio ha dejado en evidencia también las deficiencias del sistema educativo, ya que las habilidades cognitivas no son el fuerte de esta generación, como lo demuestra el hecho de que alrededor del 40% de los encuestados no es capaz de realizar correctamente cálculos matemáticos muy sencillos, útiles para la vida diaria como repartir un monto de dinero en partes iguales. Asimismo, solo un 20% se defiende en inglés.
Sin embargo, con excepción de los haitianos, los jóvenes latinoamericanos son buenos en el uso de las tecnologías y tienen buenas habilidades socioemocionales, como la autoestima, la autoeficacia y perseverancia, entre otras, lo que deja lugar al optimismo sobre las posibilidades que tienen para insertarse en un mercado laboral cambiante.
Los autores también instan a «redoblar los esfuerzos» para reducir todavía las altas tasas de embarazo en adolescentes que cercenan su futuro y que afectan sobre todo a los jóvenes con menos recursos.
«Atender la calidad de la educación es un reto común para todos los países de América Latina y el Caribe», dicen los autores, y esto supone no solo trabajar para mejorar la educación, sino potenciar las habilidades socioemocionales que requiere el mercado laboral, como la responsabilidad, el trabajo en equipo o el liderazgo, así como el interés por aprender.
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