La celebración de la Navidad data de la celebración del nacimiento del sol para los antiguos romanos, el cual se daba según ellos en el equinoccio de invierno, a la mitad de la noche más larga del año. Tiempo después la celebración fue retomada por la tradición cristiana, cambiando al sujeto de adoración, ya no se adoró al Sol, sino al Niño Jesús, “eterno sol de la humanidad”, que nació en Belén y vino al mundo para anunciar a los pobres la buena nueva de su liberación.
Con el paso del tiempo la celebración ha ido alejándose de su verdadero significado, convirtiéndose en una fiesta comercial y de consumo, perdiendo así su esencia de ser época de sana convivencia, amor y fraternidad.
El llamado a la población es que asumamos pequeños compromisos y los realicemos en compañía de la familia, tomemos acciones solidarias que nos permitan apoyar a las personas más desprotegidas, mostremos en un saludo, una sonrisa, en un acto de cordialidad y respeto a la vida; regalemos la generosidad, la honestidad, la solidaridad y la conservación del medioambiente como una práctica en esta época del año y continuarla a lo largo de nuestra vida.
Esta es una fecha propicia para reflexionar y tomar acción sobre el aporte de cada uno de nosotros en la felicidad de quienes nos rodean, comprometiéndonos desde nuestros espacios de acción para que todas y todos puedan obtener mejores oportunidades no solo de vivir en un ambiente sano y seguro sino también de tener educación y empleos dignos.
Si verdaderamente queremos celebrar la Navidad, debemos darnos el tiempo para reconocer que es necesario y urgente trabajar por la construcción de un mundo diferente, más humano y justo, donde las familias tengan lo necesario para vivir dignamente y puedan garantizar a sus hijos e hijas la alegría verdadera, esa alegría que nace de estar en paz con uno mismo y con la persona que tenemos a nuestro lado.
A pocos días de que finalice el 2018, renovemos nuestros corazones, enfoquemos nuestras energías en que el 2019 sea un año mejor para la sociedad salvadoreña, un año en que las desigualdades se reduzcan y la violencia desaparezca, en donde todas y todos tengamos las mismas oportunidades de superación para nuestras vidas.
En esta Navidad y Año Nuevo, CIDEP envía un saludo fraterno a toda la población salvadoreña, deseando que el 2019 nos permita renovar nuestro compromiso por la educación, el fomento de los valores y el respeto a los derechos humanos de todas y todos.
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