Por: Rolando Alvarenga
Yuri Rodríguez recogió el pasado viernes la cosecha de su siembra tenaz de años de extremo sacrificio con condiciones muy difíciles. Una victoria -medalla de plata en el Campeonato Mundial de Fisicoculturismo- que llega justo en la edad donde empieza la fermentación de su carrera para un fisicoculturista.
Varios son los factores que convierten a Yuri Rodríguez en un fuera de serie, ya que, por ejemplo, se entrega totalmente a su deporte.
De hecho, Yuri, aunque es valorado por algunos y subestimado por otros, es un atleta consumado que destila mucho optimismo al momento de hablar.
Eso sí, la impresionante confianza que tiene es producto del trabajo, por lo que no le tiembla el pulso al hacer vaticinios.
Contrario a un resto de atletas de la alta competencia que se asustan con el petate del muerto, Yuri es un atleta ganador de pura sangre y así lo percibí antes de ir al Mundial de Fisicoculturismo.
Yuri me dijo que no era “ningún bocón” y que, si Dios se los permitía, iba a ser “el Campeón Mundial de este año”.
Pese a que le advertí sobre la responsabilidad de su apuesta, el atleta no se echó atrás y sostuvo su promesa.
Por ello, me impresionó y me dio mucho gusto, porque muy pocos de nuestros atletas y federativos se atreven a comprometerse y les tiembla el pulso. Algunos, incluso, matan su chucho a tiempo antes de ir a la prueba de fuego. ¡Yuri no es bocón y arañó el oro!