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Un insecto causa estragos en bosques alemanes afectados por el cambio climático

Welzow / AFP

Mathieu Foulkes

Es un asesino silencioso que mide apenas unos pocos milímetros. El escarabajo de la corteza causa estragos en los bosques de Alemania afectados por la sequía y las tormentas vinculadas con el cambio climático.

Si este pequeño coleóptero «crea problemas desde hace 200 años», explica Peter Biedermann, de la Universidad de Wurzburgo, su accionar se ha incrementado en estos últimos tiempos en los árboles con «estrés hídrico».

Este tema fue uno de los ejes de una conferencia gubernamental el miércoles, en la que se resolvió otorgar 800 millones de euros (unos 877 millones de dólares) en cuatro años para reforestar unas 180.000 hectáreas. La cifra es un tercio de lo que reclamaba la asociación de propietarios forestales.

Esqueletos de árboles grisáceos y marrones, sin hojas ni espinas, reemplazan poco a poco los frondosos verdes y sanos. En el bosque de Welzow, a unos cien kilómetros al sur de Berlín, los daños provocados por el escarabajo de la corteza y sus larvas son visibles a simple vista.

En el interior de los troncos de árboles muertos se pueden ver pequeñas galerías, señal de su reciente paso.

«El insecto roe la corteza y luego se introduce en el interior para depositar sus huevos. Sus larvas comienzan luego ellas mismas a comer el interior del tronco y obstruyen las vías nutritivas del árbol, que muere en unas cuatro semanas», explica a la AFP Arne Barkhausen, guardabosques en Brandeburgo.

– «Catástrofe sin igual» –

En otras regiones alemanas, la situación es aún más alarmante, con hectáreas de bosques destruidos en cuatro semanas en Baviera, Sajonia-Anhalt o Turingia.

En Sajonia, donde las autoridades regionales hablan de una «catástrofe sin igual», el ejército alemán brindó su ayuda a los guardabosques desbordados para evacuar a los árboles muertos.

La tarea podría rápidamente convertirse en hercúlea y las consecuencias dramáticas si no se frena la propagación de este tipo de escarabajo, que ya devastó una superficie equivalente a 3.300 terrenos de fútbol, según el gobierno.

Los bosques cubren un tercio del territorio de Alemania, un país que contaba, según el último censo forestal de 2012, con unos 90.000 millones de árboles y que emplea cerca de 1,1 millones de personas, más que la industria automotora.

Es una temática que tiene una dimensión casi mítica en un país donde los bosques son escenario de numerosos cuentos y leyendas y en el que el libro del alemán Peter Wohlleben, «La vida secreta de los árboles», se convirtió en un best-seller.

Pero es difícil actuar contra esta proliferación, cuya principal causa es el calentamiento global.

«El punto de partida fue una serie de episodios meteorológicos extremos que comenzaron con la tormenta Friederike en enero de 2018. La sequía del verano 2018, seguida de un invierno suave y luego de unas sequía prolongada este año, debilitaron a los árboles y provocaron la explosión del escarabajo de la corteza», precisa Larissa Schulz-Trieglaff, vocera de la asociación de propietarios forestales.

Antes, estos insectos procreaban a una, tal vez dos generaciones de varias decenas de miles de ejemplares por año. A raíz del calentamiento global, los inviernos son menos rigurosos y ya no matan a los escarabajo de la corteza en hibernación. Estos insectos salen más pronto de ese estado y ahora son tres y hasta cuatro generaciones las que nacen.

– Terminar con el monocultivo –

Les coleópteros diezman árboles muy frágiles por la sequía para producir la savia que habitualmente rechaza a los insectos colonizadores.

Si una pícea, la variedad favorita de estos insectos que representa cerca de 30% de los árboles plantados en Alemania, es su víctima, «puede rechazar una o dos generaciones, pero a la tercera ya no lo logra y muere», describe Hans-Werner Schröck, miembro de la oficina forestal de Renania-Palatinado.

La situación es aún más alarmante porque los medios de erradicar al insecto son muy limitados.

«Tenemos problemas para enfrentarlos. No podemos utilizar químicos. Cuando la bestia ya está en el árbol, permanece allí», según Derk Ehlert, a cargo de flora y fauna de Berlín, también confrontada a la cuestión. «Intentamos entonces privilegiar a sus enemigos naturales, por ejemplo las avispas que comen sus huevos y larvas».

Pero esas son «soluciones de corto plazo», advierte Biedermann. Para él, el único modo de ganar la batalla es terminar con el monocultivo, por el cual un único tipo de árbol está plantado en cientos de hectáreas.

La asociación de propietarios de bosques está a favor también de una diversificación, con árboles de otros continentes mejor adaptados al calentamiento global, como el roble rojo americano o el alerce de Japón.

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