Un minuto de silencio. No basta ni bastará
Por Wilfredo Arriola
No ha bastado ni bastará. A pesar de que en la mayoría de las partes del mundo se preserva este simbólico acto de guardar un minuto de silencio en honor a las victimas que han pasado de la vida a la muerte. Según la Historia, se dice que el primer minuto de silencio no fue uno sino dos. La Commonwealth (comunidad de naciones vinculadas al Reino Unido) guardó silencio ante los caídos de la primera gran guerra. El creador de tal petición fue Edwar George Honey, periodista y soldado de origen australiano. En Australia como curioso dato, son dos minutos en lugar de uno. Tal como sucedió el pasado año, ante la muerte de más de 50 personas, en unas mezquitas musulmanas en dicho país. El profundo dolor no basta en compadecer el recuerdo en 60 segundos.
Quizá en más de una ocasión hemos sido parte de este rito, donde algunos ignoramos las circunstancias. La muerte de quien o de los que se penan no tienen que ver con nosotros, incluso se toma por celebridades, por figuras públicas que lamentablemente ya no están entre nosotros. Al inicio de un solemne acto, donde estamos más pendientes del desarrollo de la actividad que de esos escasos 60 segundos de la ceremonia, que en muchos casos ni se terminan de cumplir. Nos ha pasado, lo hemos vivido y también hemos tenido la descortesía de interrumpirlo con un comentario vago en medio de ese lapso. El minuto de silencio, ese pequeño trecho de conexión de este mundo con el otro. A veces un protocolo, a veces meditación.
Si bien es cierto, nos hemos visto envuelto en numerosos casos de estos, porque la vida es así, unos van y otros se quedan. Al inicio de un evento deportivo es común, ver como se guarda decoro ante la historia, jugadores en medio de la cancha tomados de los brazos en muestra de unión ante la irreparable pérdida. Aplausos, en lugar de silencio, para recordar con ahínco, todo el legado que ese ser especial dejó al partir. He estado en situaciones de esta índole y ver como esos aplausos, los mismos que sirven para la alegría sirven para la melancolía y el recuerdo se convierte en bitores para recordar la osadía del que vivió dejando una huella entre los que quedamos. Aplausos que cuando se dan, se mira al cielo en insignia de la remembranza de los que se fueron, y a lo mejor, se podría dibujar la burbuja con el comentario, casi a manera de comic, diciendo: “me gustaría que estuvieras acá, para ver lo que lograste con tu ejemplo”, con la mirada hacía arriba dibujando en el cielo el rostro del que ya no está.
La pandemia nos ha dejado días tristes, de estadística de números por defunción. Muertes, cada día en grado exagerado a nivel nacional y no se diga a nivel internacional. Nos ha tocado saber de amistades que, de manera indirecta o directa, les ha azotado el puñal irremediable de la muerte, por culpa de la enfermedad actual Covid-19. Lo hemos sabido, por momentos no hemos tenido la oportunidad, algunos, de abrazarles y expresarles nuestra formas de empatía al saber la fatídica noticia que les ha arrasado el alma. Conozco a amigos, a conocidos que lo sufren, sé que usted que lee también. Y eso, también nos toca. No es solamente saber la noticia y quedarnos pensativos, sé que hemos querido, quizá salir donde ellos, y expresarles con un abrazo nuestra empatía, como antes. Hoy, ha cambiado, por obvias razones, está demás explicarlas. Traigo a mención esta parte, por el minuto de silencio que no basta ni bastará, en que, si tenemos la oportunidad en un evento, en esta nueva rutina de vida, en un acontecimiento deportivo, seamos nosotros quienes lo sugiramos, y no solo eso, también respetarlo.
Un minuto de silencio, para la reflexión. Incluso, no sé si quién leerá ya pasó por las garras de las muerte y perdida de un ser querido, a propósito de la pandemia, y no solo por esta circunstancia, sino por un accidente, muerte natural o cualquier otra razón. En asuntos del dolor todos somos hermanos, porque el dolor siempre es universal. Pensar en 60 segundos, en el legado, la trascendencia de esa persona en nuestras vidas o en la vida de las personas que sabemos aun sufren ese duelo y lo transitan día con día. Avanzamos, no lo sabemos, pero también nosotros avanzamos, en un silencio, podemos convertirnos en un minuto de silencio.
Un minuto de silencio, por todas las victimas que nos ha dejado estos terribles días del año 2020.