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El doctor Ricardo Olmedo, nieto de María de Baratta, precursor del museo.

Un museo para Yara Maya

Colaboración Secultura

En el corazón de la Ruta de Las Flores, donde los pipiles adoraban al lucero de la mañana y donde la historia de la serpiente emplumada —Quetzalcóatl— ronda aún la cordillera del Ilamatepec, allí, en Salcoatitán, se encuentra un espacio cultural en honor a Yara Maya, una salvadoreña que registró la música vernácula de El Salvador.

Yara Maya nació el 27 de febrero de 1890, en San Salvador, hija del doctor José Ángel Mendoza, catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de El Salvador, y de doña María García González de Mendoza, conocida pianista.

Para conocer más sobre Yara Maya o María Mendoza de Baratta hablamos con uno de sus nietos, el doctor Ricardo Olmedo Baratta, quien influenciado en su “Pitita” —como le decía de cariño a la abuela— está rescatando la danza “Moros y cristianos” y erigiendo un museo dedicado a esta gran mujer.

¿Cómo era María?

Alegre, le gustaban mucho las tertulias y las fiestas —que duraban hasta las cuatro o cinco de la mañana—. La casa siempre permanecía llena, en especial los miércoles; siempre la visitaban Salvador Salazar Arrué (Salarrué), Vicente Rosales, Alfredo y Miguel Espino, Mangoré y Claudia Lars, entre otros. Tengo fotocopia del libro de recuerdos de María, en este las personalidades —antes de retirarse— colocaban un mensaje o una bella frase.

En varias ocasiones, tras bambalinas, vi a Salarrué. Un día le pregunté: “abuela y hoy vendrá Jesús”, haciendo alusión al poeta, por su altura y su barba, además, por lo parsimonioso para hablar.

Mi abuela también tenía una calidad humana muy grande, albergaba a los artistas en sus propiedades, como el caso de Agustín Barrios Mangoré, junto con su esposa.

Yara Maya nació el 27 de febrero de 1890.

¿Cómo nace el Museo María Mendoza de Baratta?

Mi abuela sufría mucho al ver la influencia de otras culturas y ningún gobierno hacía por rescatar lo nuestro, así es como nació el ensayo “Cuzcatlán típico, folklore, folkwisa y folkway”, como una herencia a las futuras generaciones.

En ese espíritu es que me lanzo —hace 18 años— a la aventura de hacer el Museo María de Baratta, como parte del proyecto Cofradía de Los Historiantes de la Finca Moros y Cristianos, ubicado en Salcoatitán, Sonsonate, en el kilómetro 82 ½, carretera que conduce al municipio de Apaneca.

Este proyecto tiene como objetivo brindar nuevas opciones de sano entretenimiento para la juventud a través del rescate de los patrones culturales nuestros. Esto implica el rescate de las tradiciones orales, leyendas, cuentos, supersticiones, adivinanzas y todo lo que se pueda expresar por la palabra y el saber popular; además, las prácticas musicales, cantos y bailes; así como también, las fiestas, las ceremonias, los ritos y las costumbres de nuestros pueblos.

La finca Moros y Cristianos cuenta con un anfiteatro al aire libre, un palacio viejo, salones con capacidad para 500 personas —que se rentan para eventos—, un mirador, un jardín andaluz, kioscos y el Museo María de Baratta.

En el museo apreciarán el vestuario utilizado por nuestros antepasados, confeccionados según la descripción de mi abuela; incluye instrumentos, utensilios, maquetas, representaciones pictóricas de las tradiciones y costumbres, así como la biografía de esta gran mujer.

La mayoría de indumentarias yo las elaboro con materiales reciclados, porque además de ser médico, con mucho orgullo, soy artesano con raíces indígenas.

Para la Semana Santa y cuando nos solicitan hacemos representaciones de Los Historiantes. Yo soy el capitán, mis hijos me acompañan vestidos de la misma manera, así como el resto de mi familia, amigos y parte de la comunidad de Salcoatitán, en especial la juventud.

¿Cuáles son sus proyecciones con la finca y el museo?

Este proyecto es muy alentador, pero hace falta mucho para sacarlo adelante. Hasta el momento ha salido a flote con lo que gano como médico, pero ya tengo una edad avanzada y no gano como antes. Hace falta más inversión para terminar este sueño, este legado de María Mendoza de Baratta.

Aunque este proyecto es muy alentador, porque incrementa el turismo en la zona, crea empleos y enriquece las fiestas tradicionales, es muy extenuante porque una golondrina no hace verano, como dice el refrán popular.

Rescatar la memoria histórica es tarea de todos. En la actualidad, estoy recopilando la documentación necesarios para crear la Fundación Cofradía de Los Historiantes de la Finca Moros y Cristianos, para gestionar fondos, dignificar a mi abuela y mantener vivo el legado de nuestros ancestros a través del Museo María de Baratta o Yara Maya.

Lo que me duele es que ningún gobierno se ha dado a la tarea en dar a conocer lo que hay en el folcklor, la historia y la música de nuestro país. ¿Qué pasa? los mexicanos a pesar de tener una gran potencia a la par, tienen bien definida su identidad y son orgullosos de tenerla. A esto se suman los planes educativos, ellos tienen la materia Cultura de México, que es impartida en bachillerato.

Si Yara Maya registró la música vernácula, yo tengo que contribuir al impulso de la materia de Cultura de El Salvador para los dos años de bachillerato o, por lo menos, promover en las universidades un seminario.

Finalmente, invito a docentes, estudiantes, investigadores, periodistas y a las personas amantes de la cultura popular a que consulten los dos tomos del ensayo “Cuzcatlán típico, folklore, folkwisa y folkway”, ya se encuentra disponible en la biblioteca virtual http://www.cervantesvirtual.com/buscador/?q=maria+de+baratta.

Agradezco a la antropóloga Rosa Torres, quien fue nuestro enlace para proyectar con el mundo la obra de mi abuela; agradecimientos que hago extensivos a la Universidad de Alicante, que contribuyeron a que los dos tomos fueran registrados y catalogados en la biblioteca virtual.

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