Vanda Pignato
Pasados 27 años de ese memorable evento histórico, la pregunta que siempre aparece en nuestro pensamiento es ¿cuánto hemos avanzado en materia de justicia, inclusión, paz y desarrollo para todos y todas?, ¿hemos logrado realmente superar las causas que dieron origen a la guerra?, ¿la vida de las y los salvadoreños realmente ha cambiado?
En primer lugar, es importante reconocer que El Salvador ha logrado avances importantes en materia política, económica y social, principalmente desde la llegada del FMLN al Gobierno en el año 2014 por libre elección popular.
Me quiero referir a algunos de estos avances, que poniendo nuestra mirada 27 años atrás, con certeza puedo afirmar que son el resultado de transformaciones estructurales que dan cuenta de un nuevo El Salvador:
En materia social resumo los siguientes avances:
1. El Programa Ciudad Mujer, una política social novedosa e innovadora que integra 16 instituciones públicas al servicio de las mujeres.
2. Nuevos y mejores hospitales, por ejemplo, el Hospital Nacional de la Mujer.
3. Mejoras en los servicios de salud y reducción significativa del precio de los medicamentos, favoreciendo a las personas de más bajos ingresos.
4. Universidad gratuita para más de 40,000 estudiantes de bajos recursos, en su mayoría jóvenes mujeres.
5. Los 131 municipios y 2 departamentos libres de analfabetismo, en donde las mujeres son la mayoría.
A penas y por razón de espacio, me refiero únicamente a 5 de muchos más logros y avances que podemos destacar en el marco de los cambios logrados en El Salvador.
Sin duda, aún existen muchos desafíos que vencer, sin embargo, amigas y amigos, si la ruta de las transformaciones ya iniciadas sigue su curso, no tengo duda que en el mediano plazo estaremos cumpliéndole a los y las salvadoreñas sus aspiraciones de un país mejor, un país en donde todas y todos gocemos de una vida digna y de respeto pleno a nuestros derechos.
Uno de los más grandes desafíos por vencer y al cual me quiero referir de forma particular es la violencia de género, que entre otras cosas, tiene su origen en la violencia dentro de los hogares y sobre la cual nunca antes se hizo nada por cambiar.
En 20 años las mujeres no fuimos incluidas en los programas sociales y menos de índole económico y político. Fuimos invisibilizadas o tratadas como personas sin derechos, únicamente vistas y valoradas en nuestro rol tradicional y reproductor, tanto que nuestro derecho al voto es una conquista recientemente lograda.
Ahora las mujeres tenemos el poder de cambiar la historia, de transformar la vida, de decidir la ruta del país que queremos. Tenemos en nuestras manos el poder y la oportunidad de avanzar en la ruta del desarrollo inclusivo, de profundizar y mejorar los cambios logrados, por ejemplo, el programa Ciudad Mujer.
Cuando estén en el momento de decidir, pregúntense ¿quién está realmente comprometido en proteger y defender a las mujeres? ¿Quién se opone a que los programas para promover el desarrollo integral de las mujeres se fortalezcan y amplíen? ¿Quién o quiénes quieren revertir los avances logrados en el empoderamiento de las mujeres?
Si nuestro compromiso es con el desarrollo de El Salvador y el bienestar pleno de nuestras familias, trabajemos juntas y juntos por un mejor país, de respeto, justicia y paz.