UN OFICIO EGOÍSTA Y GENEROSO
Por Mauricio Vallejo Márquez,
Escritor y Editor Suplemento Tres mil
En ocasiones me he preguntado ¿por qué escribir en un país donde la mayoría de la gente no lee? Una pregunta válida para desempeñar un oficio que en nuestros veintiún mil kilómetros cuadrados parece no lucrativo e incluso una pérdida de tiempo. Y me he quedado sin palabras intentando justificar algo que surge por excesivo egoísmo o una extraña y desbordada generosidad.
Un escritor escribe por ser un asunto vital, porque se cuestiona lo mismo de lo que habla Rainer María Rilke en Cartas a un joven poeta. Porque sencillamente no puede dejar de hacerlo, y si lo deja de hacer muere en vida. Escribir es parte de la esencia del poeta y el narrador.
Sin embargo, tampoco podemos decir que la gente no lee. Las personas leen. Sí. A diario se les ve conectados en sus celulares leyendo todo tipo de opiniones, frases y más en las diferentes redes sociales. Quizá no lean muchos libros, pero sí leen. Quizá el detalle sería preguntarse ¿Por qué la gente no lee libros ni obras literarias? ¿Por qué la gente prefiere lo superficial? A la gente no le gusta que la dirijan a ejercicios de pensamiento crítico, a enfrentarse con la realidad. A estos nuevos lectores solo les importa el entretenimiento y lo inmediato. Nadie quiere pasarse horas frente a un libro que deberá repetir ese tiempo por una semana o más para concluirlo y nada le garantiza que de verdad lo disfrutará. Y para leer se debe disfrutar, las lecturas por obligación terminan por generar repudio por la lectura.
Quizá el problema radique en los métodos utilizados en las clases de Lenguaje y Literatura que atraen a unos cuantos personajes, mientras la mayoría no quieren saber nada de obras literarias. Para muchos ha sido un suplicio leer Don Quijote de la Mancha. Y eso no debería ser así. Es posible que la manera en que se enseñe tenga una deficiencia en la educación.
En cambio he visto a jóvenes leer con dedicación obras diseñadas para su edad o acerca de temas cercanos a sus intereses. Donde me parece que la cosa tiene más sentido.
Recuerdo que en el Externado de San José nos llevaban a los estudiantes de primaria a la biblioteca una vez a la semana para escoger un par de libros adaptados a nuestra edad, los cuales tenían por objetivo que los leyéramos y los regresamos a la siguiente semana. Y es posible que eso generara un hábito de lectura en mí, aunque en las casas de mis abuelos maternos y paternos nunca faltaron los libros ni la gente lectora (y ese ejemplo ayuda) que así pasaba las tardes y las noches.
Y volviendo al punto, no existe un oficio tan egoísta y generoso como escribir. El escritor lo hace porque es parte de su vida, de su esencia. Así como también el deseo incontrolable de compartir lo que ha creado con el resto de personas (aunque existen algunos que prefieren no mostrarlo).
Al final, escribir es algo fundamental para quien lo necesita hacer, y no necesita excusa para hacerlo más que la misma que uno requiere para vivir: la voluntad.