El presidente inconstitucional, Nayib Bukele, desarrolló la noche del viernes una reunión con su gabinete de gobierno que se transmitió en cadena de radio y televisión. Más de una hora mantuvo a los y las salvadoreñas sometidos a una cadena infructuosa, y, por tanto, innecesaria.
Bukele pretendía, después de un mes de ausencia en el que se despertaron muchos comentarios y especulaciones en las redes sociales, demostrar a los televidentes, radioescuchas y seguidores de las redes sociales que estaba atento a los acontecimientos del país, y no solo atento, sino trabajando junto a sus funcionarios.
De hecho, los tres temas en los que supuestamente se está trabajando, y que los calificó como crisis, fueron el tema de las lluvias, el del dengue y los precios altos de los alimentos, sobre todo de las verduras y frutas.
Sobre el primer tema, Bukele puso al ministro de Medio Ambiente, Fernando López, quien informó que estaban preparados para enfrentar el posible temporal el sábado y domingo pasado, que podría sufrir El Salvador por influencia del huracán Beryl. Por cierto, el temporal no ocurrió como se esperaba. Además, este tema era conocido ya por la población por la información que durante la semana habían estado informando las autoridades.
También puso al ministro de Obras Públicas a informar de las medidas de mitigación y otras acciones propias de las emergencias.
Sobre el tema de los 19 muertos, producto de las lluvias que azotaron a El Salvador y Centroamérica durante siete días, en la última semana de junio, Bukele no dijo nada, ni tan siquiera las condolencias a las familias dolientes. Esa semana las lluvias dejaron 30 víctimas mortales en Centroamérica, pero 19 fueron de El Salvador.
Las muertes ocurrieron justo en las zonas más vulnerables. Sobre este tema, es decir, de las vulnerabilidades que presenta El Salvador, Bukele no dijo nada.
El otro tema fue el dengue. Y es que en este año el dengue ha vuelto a generar incertidumbre y, por primera vez, desde hace más de cinco años, sufre la muerte de tres niños por dengue. Por el dengue, el Ministerio de Salud y Protección Civil declararon alerta epidemiológica el 2 de julio, y dos días después alerta roja.
Por cierto, el tema de la alerta roja y las bombas de fumigación las utilizó Bukele para recordar lo que desde su perspectiva los gobiernos de “siempre” hicieron mal. Bukele resaltó como un gran éxito la declaración de la alerta roja, porque nunca lo habían declarado por dengue los gobiernos anteriores.
De igual forma, Bukele se vanagloria porque en su gobierno tendrá mil bombas para fumigar. Según el ministro de Gobernación, los gobiernos anteriores tenían solo cien bombas, mientras su gobierno tendrá mil.
Lo que el ministro no dijo, ni dirá es que cuando estaban las 262 alcaldías, y antes de desmontar el sistema de protección civil de los gobiernos anteriores, sobre todo el que se construyó con los gobiernos del FMLN, toda la indumentaria la tenían los sistemas municipales de Protección Civil, de ahí su efectividad.
Curiosamente, Bukele no regañó a sus funcionarios por haber dado de forma tardía la alerta epidemiológica, pues, de acuerdo con el Colegio Médico, esta debió declararse en el mes de abril, cuando comenzaron a darse los casos de dengue fuera de los límites aceptables.
En cuanto a la tercera crisis, Bukele comenzó amenazando a los vendedores por mantener los güisquiles a uno por un dólar y los tomates dos por un dólar, entre otros productos que en toda la historia los precios se elevaron de una forma escandalosa.
Bukele dijo que, si al día siguiente de la cadena los precios no bajaban, sin dar parámetros, metería a prisión a los comerciantes. Hasta el momento de escribir este editorial no había ningún vendedor capturado.
Dado que se trató de una cadena nacional, la gente esperaba anuncios serios y duraderos. Para el caso de los precios altos en los productos, lo serio debió haber sido anunciar una política alimentaria. El presidente de la Asociación Cámara Salvadoreña de Pequeños y Medianos Productores Agropecuarios (CAMPO), Luis Treminio, manifestó, recientemente, que El Salvador poco a poco se va convirtiendo en un país meramente importador de alimentos, pues la producción agrícola ha ido disminuyendo, a tal grado que en 2023 la producción ha sido la más baja en los últimos 7 años.
Se tenía proyectado para el año 2023 la producción sería de 19 millones 800 mil quintales y al final fue de 17 millones 100 mil quintales en los 4 granos básicos, 2 millones 700 mil quintales menos de lo proyectado, dijo el agricultor.
Al ser un país importador, cualquier problema de los países vecinos afecta el abastecimiento de productos, por ejemplo Guatemala con el problema de la carretera hacia la frontera de El Salvador ha generado escasez, ya que el 90% de las frutas, hortalizas y verduras que consumen los salvadoreños provienen de ese país. A esto debió haberse referido Bukele, como enfrentar este serio problema, en vez de amenazar con cárcel.
El Salvador depende del 60% de lácteos y carnes provenientes de Honduras y Nicaragua. El Fondo de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación ha clasificado a El Salvador para 2024 como uno de los 18 puntos críticos del hambre a nivel mundial, según esos datos, hay 3,300,000 personas en el país en condición de estrés alimenticia.
A esto debió referirse Bukele en la cadena, de cómo se enfrentará.
Pero nada, fue una cadena nacional vacía, y, por lo tanto, innecesaria.