Alberto Romero de Urbiztondo
@aromero0568
Tenemos una Capilla en Casa Presidencial. En la página Oficial de Presidencia, bajo el epígrafe “Nuestro Legado”, se informa de que el Presidente de la República, inauguró una Capilla en Casa Presidencial. No salgo de mi asombro. Tal como dice la Sala de lo Constitucional, en su Resolución 3-2008 “según la Constitución: i) la organización estatal se encuentra separada de cualquier estructura institucional religiosa; ii) la comunidad política no hace suyos los valores o finalidades de ninguna religión, ideología o cosmovisión, de manera que la validez de las normas o decisiones no depende de su adecuación a los mismos; iii) se reconoce la libertad religiosa, sin más límite que el trazado por la moral y el orden público”. Por tanto los empleados de Casa Presidencial y otras instituciones estatales tienen garantizada la libertad religiosa y de culto, que pueden practicar fuera de horas de trabajo y en lugares adecuados como iglesias y templos. Sorprende que reivindiquen una capilla en su centro de trabajo y que este abierta en horas laborales. Se dice también, que cada trabajador y trabajadora podrá realizar cultos según sus creencias, sin embargo se inaugura con una eucaristía, rito católico y por un sacerdote de esta iglesia. Posiblemente, quienes organizaron la actividad ni siquiera pensaron que más del 50 % de la población tiene otras creencias o no es creyente. Idéntico problema hubiera sido haberla inaugurado con rituales de otras creencias.
Es necesario que el Estado, cumpla con el mandato constitucional de garantizar el carácter laico del Estado, que es la más alta garantía de respeto a la libertad de creencias de toda la población, sin privilegios ni preferencias. Es la base de la democracia, el respeto a la diversidad de pensamiento y creencias de cada persona.
Este Gobierno está dejando un legado importante, en temas como carreteras, pasos a desnivel, sistema público de salud, acceso a la información, entre otros. Lástima, que en su casi despedida, no haya dado muestra de la autonomía que debe de existir entre iglesias y Estado, un principio básico de un estado moderno, sobretodo si se define como progresista.