Rosmeri Alfaro
@RosmeriAlfaro
Ana es una de las estudiantes del Centro Escolar para Sordos “Carlos S. Langenegger” que, aunque no escuchaba lo que su maestra hablaba con un grupo de jóvenes altruistas que había llegado a su escuela con piñatas y juguetes, sabía que le esperaba una mañana llena de diversión.
Poco a poco, sus amigos y compañeros también empezaron a ver que una celebración los esperaba. Madres sorprendidas también miraban al grupo de profesionales y se preguntaban de dónde eran y por qué habían llegado.
Por lo general en las festividades del Día del Niño no pueden faltar los payasos y la música. Pero ¿qué pasa cuando los niños y niñas no pueden escuchar las bromas del payaso o cuando no pueden escuchar las típicas canciones de fiestas infantiles?
Llegó la hora, ya todo estaba listo para salir y disfrutar. Ana fue una de las primeras en querer darle a la piñata, aunque no escuchaba los golpes que le daba a la princesa de papel, sabía que adentro habían dulces y bombones, llevados especialmente para ella y todos los de su centro escolar. Además, que pronto llegaría la hora de disfrutar las bolsas de regalo y la comida que les habían llevado.
Cada 1 de octubre es celebrado el Día del Niño en El Salvador, una festividad nacional con la que se busca reconocer los derechos de los infantes del país.
Sin duda, el Día del Niño es una festividad que no se debe dejar que pase de largo para las futuras generaciones y eso fue lo que motivó a los jóvenes en llevar un momento de alegría a estos niños de uno de los cinco centros educativos para sordos a nivel nacional, que hasta hace un mes no contaban con recursos para festejar este día especial.
Para una de las organizadoras fue una celebración única “no porque eran niños sordos, no, única porque fue uno de esos pocos lugares donde te llenas de energías al ver un rostro feliz y aunque no pueden hablarte y darte las gracias, con la mirada te dicen más que eso”.
La celebración se relaciona con la resolución de la Organización de las Naciones Unidas, que en 1959 aprobó la Declaración de los Derechos de los Infantes y en 1989 sancionó la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño. Los dos acontecimientos ocurrieron un 20 de noviembre por lo que se estableció que fuera esa fecha el Día Internacional del Niño, pero cada país lo celebra en fecha distinta.