Rubén Sicilia, F.R.C. (Miembro Investigador del Consejo Internacional
de Investigaciones Rosacruces) No. 3 La Observación de la Vida
Debemos tener en mente que nuestros errores nos fortalecen, porque son los que nos permiten crecer, preparándonos para no cometer el mismo o los mismos actos en una nueva oportunidad. No significa esto negar el dolor porque sería un rasgo de locura, sino en medio de la prueba, por dolorosa que sea, decirnos: “La observación de la vida y el conocimiento de las leyes de Dios me indican que si sigo con firmeza tal línea positiva en esta situación, el dolor emanado de ella me dejará en breve”
Debemos entrenar el dominio de nosotros mismos en situaciones límites con la mayor consciencia de que seamos capaces. Si tornamos esta línea de conducta práctica, veremos casi siempre cómo aquello que otrora nos aplastaba, ahora nos parece “ahogarse en un vaso de agua”. Debemos estar completamente convencidos de la bondad del Eterno. Las situaciones límite tensan al máximo nuestras posibilidades, revelan nuestro verdadero ser y liberan nuestros errores o aciertos. En este sentido son una encrucijada que no puede ser ignorada por quien busque la felicidad, pues en toda vida humana, en mayor o menor dimensión, se presentan estas vivencias. Quien busca la felicidad debe aprovecharlas creativamente. Esto es, comprender con una filosofía del alma estos eventos, con la convicción profunda de que Dios no nos envía nunca ninguna experiencia que no podamos enfrentar, por muy dura que nos parezca. Toda cosa, todo hecho de nuestras vidas es parte del crisol, de la experiencia sublime que nos depara el Karma para nuestro crecimiento y evolución. Esté lo que hacemos bien o mal y lo que dejamos de hacer, ya sea bien o mal. No debemos olvidar, sin embargo, que el bien el mal no existen como absolutos, sino a nivel de la consciencia y valoración humanas. Es ésta una de las muchas paradojas del Universo de Dios. El punto en cuestión es que a veces no podemos crecer de otro modo que a través de una purgación dolorosa. A veces, loi que no mata, cura. No obstante, debemos comprender que cada experiencia se suaviza o endurece3 frente a nosotros, dependiendo de nuestra propia actitud. Esto es, si sabemos que debemos enfrentar un ciclón tropical y n apuntalamos y aseguramos nuestros bienes y nuestro hogar, corremos el riego de perder todo nuestro patrimonio a manos de la tempestad. Igualmente nos ocurre en os asuntos de la vida interior.
Psicología de la Acción
¿Qué implica tener una psicología de la acción? Hay algunas constante contemporáneas que pueden señalar de qué estamos hablando. Primero debemos ser conscientes de que los cuatro jinetes del Apocalipsis están presente en la psicología de las sociedades contemporáneas, a saber: la ansiedad, el stress, el complejo de culpa y la vanidad. La ansiedad puede ser combatida indirectamente observándose y aprendiendo a relajarse mediante autosugestión, relajación, respiración y la práctica constante de la meditación.
El stress, siendo conscientes de sus causas y reduciéndolas en toda forma posible. El complejo de culpa, creando el reflejo de aceptar nuestros errores al mismo tiempo que exigimos un crecimiento efectivo en nosotros mismos.
En cuanto a la vanidad, debemos darnos cuenta el mayor tiempo posible que solo somos pequeñas gotas de agua en el océano de la mente universal. Todo esto que se dice sencillo, es muy difícil de hacer. Sólo pueden ser combatidos con una recta psicología de la acción dentro de las circunstancias. Como la mente humana tiende a interpretar ya engañarnos con diversas apreciaciones, estos son actos particularmente difíciles de llevarse a cabo. Más no enteramente imposible. En esto, como en otras zonas del espíritu hay caminos paralelos, puertas que nos ayuden a acercarnos a lo sublime.