Gloria Silvia Orellana
@DiarioCoLatino
“Nosotros ahora, con este estudio que presentamos, ponemos el dedo en el renglón, que el rostro de la mujer es el más discriminado dentro de la población adulta mayor”, dijo Emilio Espín, coordinador de la Coalición Nacional por la Dignidad de las Personas Mayores y miembro de sociedad civil en el CONAIPAN.
El estudio “Relatos de una Población Olvidada: Situación de las Mujeres Adultas Mayores en El Salvador”, se enmarca en el mes dedicado al Adulto Mayor en el país, por acuerdo de la Asamblea Legislativa. Tiene por finalidad un llamado de atención a mejorar las condiciones para una vida digna de las mujeres mayores.
Emilio Espín agregó que se han hecho varios estudios sobre la realidad del adulto mayor, una de estas investigaciones fue compartida por la Coalición Nacional por la Dignidad de las Personas Mayores, con la Universidad de Barcelona y otra con la Escuela de Comunicaciones Mónica Herrera.
“Se han hecho otras por la procuraduría (PDDH) que hizo un estudio y la Universidad Centroamérica (UCA) que sacará otro estudio; o sea, hay varios estudios pero todos hablan del adulto mayor en general, que vive en una situación de discriminación, descuido y de una desatención enorme por parte del Estado”, reiteró.
“Con esto queremos decir que ningún estudio había visibilizado la realidad de la mujer mayor. Por esto, con el apoyo de la oenegé Descartados de España, se realizó la investigación con el objetivo de visibilizar la realidad que viven las mujeres mayores en El Salvador”, acotó Espín.
Asimismo, explicó que si bien la situación del hombre adulto mayor es mala, las “peores condiciones” están para la mujer adulta mayor, que por lo general atiende la crianza de los nietos y nietas cuando su condición de salud es más frágil y se encuentra en un marco de desatención total de las políticas públicas del Estado.
“Nuestro cálculo de población adulta mayor lo basamos en el dato del Padrón Electoral, que es de 1 millón 200 mil; pero de esa cifra, el 56 % son mujeres, que es una tendencia general en las estadísticas que hay en el país”, afirmó.
“Entonces, es importante poner este acento para que ya en adelante, cuando se hable del adulto mayor, se visibilice la especifidad hacia las mujeres mayores en El Salvador. Porque ellas serán el 60.4 % en el año 2025, según previsiones del MINDEL y del UNFPA dadas el año pasado”, sostuvo.
En cuanto a la evaluación de la de “poca prioridad al adulto mayor”, Espín señaló que el actualmente el Estado salvadoreño tiene su enfoque en otros temas. Mencionó que, para una población de 1 millón 200 mil adultos mayores, sólo existen 14 geriatras para atender a este grupo y, de estos profesionales, tres trabajan en el ámbito del sistema público de salud y sólo en el área metropolitana. Por tanto, el resto no cuenta con estos especialistas.
“Ahora, si calculamos cuántos médicos pediatras tiene El Salvador versus los niños que nacen, estonces sabemos que son más. Sin embargo Naciones Unidas (UN) ya dijo que la reducción de natalidad del país es del 33 %, pero el presupuesto que tiene el programa de la Primera Dama es de $10 millones al semestre (2024)”, afirmó.
“¿Cuál el presupuesto que tiene el adulto mayor?, pues son $500 mil para todo el año. Entonces, aquí podemos ver una asimetría, una inequidad, una discriminación de la atención adecuada por la densidad poblacional. Porque la tendencia al envejecimiento indica que en 20 años tendremos más adultos mayores que niños y niñas de 10 años”, expresó Espín.
Una de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en estos últimos años, ha sido que para atender la población debe existir entre dos y tres médicos por cada mil habitantes y tres enfermeras o enfermeros por cada médico que da atención en salud. Por lo que se evidencian las limitaciones y dificultades del adulto mayor y, en específico, de las mujeres adultas mayores frente a las políticas públicas que deberían atenderlas.
Mientras, Marisela Morán, académica investigadora de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA) e investigadora del estudio “Relatos de una Población Olvidada”, comentó que los datos y hallazgos obtenidos describen la precaria situación de las mujeres mayores en El Salvador.
“La investigación es cualitativa y en una parte de ella se hizo una revisión documental y con estos datos surgieron porcentajes como que el 57 % de los adultos mayores son mujeres, que da el indicio que son la mayoría. Y de esa cifra el 33.2 % son mujeres analfabetas, lo que eleva su vulnerabilidad a situaciones difíciles de la vida misma”, explicó.
“Tenemos que hablar que una de cada cuatro mujeres adultas mayores (MAM) vive en pobreza. Esto lo sabemos por los últimos datos del UNFPA y el MINDEL, publicados el año pasado y esto arrojó a grandes razgos esta situación de discriminación sólo en la revisión documental”, alegó Morán.
Asimismo, Morán detalló que esta situación de mujeres adultas mayores en pobreza aumenta en la zona rural y a partir de los 80 años, en donde sólo una de cada cinco recibe una pensión y más de la mitad de ellas la recibe como beneficiaria, tras la muerte del titular de la misma.
Otro de los hallazgos es que el 53.5 % de las MAM padece alguna enfermedad crónica como diabetes, hipertensión o insuficiencia renal, frente al 38.3 % de sus pares masculinos. Y un tercio de ellas presenta adicionalmente alguna condición de discapacidad en un entorno deficiente de protocolos de atención médica específica para abordar esta realidad.
“Las mujeres adultas mayores participantes en este estudio fueron invitadas a explicar cómo se veían a sí mismas y cómo perciben o experimentan el proceso de envejecimiento y la vejez en un entorno de una vida digna. Lo que ellas nos dijeron es que, al carecer de ingresos estables, viven con el temor de convertirse en carga para sus familias al no poder valerse por sí mismas o no aportar económicamente en sus hogares, lo que las hace sentirse tristes y vulnerables”, enfatizó Morán.
Ellas expresaron que al llegar a los 60 años, en el camino hacia la vejez, hay temor a ser relegadas o vistas de menos en la sociedad. De hecho, es una de las cosas que más denuncian: que son vistas de menos, no son tomadas en cuenta.
La preocupación de no contar con estabilidad económica u oportunidades laborales también contribuye a su frustración personal y muchas de las entrevistadas dejaron claro que “sufrían esta situación en silencio”, muchas por el temor a la descalificación social o porque no son escuchadas socialmente.
“Todos sabemos que en diferentes lugares de trabajo piden cierta edad para ingresar a laborar y las mujeres adultas mayores resienten esta situación que no les garantiza su estabilidad laboral o la oportunidad de un trabajo formal”, indicó.
“Las MAM que tienen un ingreso es un poco ínfimo porque son dados por la familia o tienen un emprendedurismo; pero, en sí, no es mucho, y es lo que ellas están denunciando: que no tienen acceso al sector laboral y por tanto no pueden tener una vida digna, a partir de la vivienda y la salud mental”, consideró Morán.
La recomendación de la Coalición Nacional por la Dignidad de las Personas Mayores, con el apoyo de Vejez Digna, CORDES, DESCARTADOS, Ajuntament de Sabadell y el Departamento de Comunicaciones y Cultura de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA), es poner al “centro de la agenda política” las necesidades, problemas y derechos de las Mujeres Adultas Mayores, para garantizar un envejecimiento saludable y digno.
“Se debe empezar por reconocer la deuda histórica que tiene nuestra sociedad con quienes se han ocupado tradicionalmente de nuestros hogares y de los cuidados y que ahora, por no haber cotizado, no tienen una pensión digna ni otras fuentes de ingresos estables”, concluyeron.
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