*ANATOMÍA DE LA ALIMENTACIÓN
Los elementos anatómicos de la alimentación, como su nombre lo dice, sirven para que un niño se alimente y se nutra llevando los alimentos hasta el estómago en donde sufren diferentes procesos de digestión y luego son absorbidos para ser transformados en energía y reserva o para almacenamiento.
Los labios, las encías o los dientes (cuando los hay) y la lengua son los primeros componentes anatómicos de la alimentación con los que se enfrentan los alimentos al abrir la boca e introducirlos para comenzar el acto de alimentarse. Luego la lengua y los músculos de las mejillas y la cara mezclan los alimentos, los paladean y los impregnan de las enzimas de la digestión que contiene la saliva. Después los impulsan hacia la faringe, comúnmente llamada garganta. En este lugar, a los lados y sobre el paladar blando se encuentra un agujero llamado OSTIUM. Este agujero es la entrada para el aire que penetra hasta el oído medio a través de un conducto llamado trompa de Eustaquio. Ver Fig. 59.
Esta trompa de Eustaquio es una estructura anatómica de gran importancia ya que comunica la faringe con la porción media del oído.
La función de la trompa de Eustaquio es la de permitir la entrada de aire, como ya se mencionó hacia el oído medio. Esto ocurre cuando hay relajamiento de los músculos de la garganta que permite que la trompa de Eustaquio se abra. Al entrar el aire se logra igualar la presión atmosférica que existe en el oído medio con la presión atmosférica existente, por fuera del cuerpo a nivel del oído externo u oreja. El oído externo está formado por el conducto auditivo externo y el pabellón auricular conocido también como Oreja. Ver Fig. #59
Cuando se viaja en automóvil ¿ha notado que uno se pone sordo? Nos tapamos la nariz y no se escucha bien lo que se habla o se platica al interior del auto. Tampoco se escucha bien el sonido del motor ni otros sonidos externos al vehículo en que nos movemos. Al tapar la nariz y abrir la boca ampliamente como en un bostezo o al tragar saliva o toser, uno siente que los oídos se “destapan” e inmediatamente mejora la audición. Pues ese acto en sí se debe a que la presión atmosférica del oído externo se ha igualado con la presión atmosférica existente en el oído medio. De este modo nos damos cuenta de que existe una comunicación entre la garganta y el oído medio, aunque no conozcamos donde se encuentra. Ver Fig #60.
Un niño que viaja en un vehículo sufre el mismo problema con la diferencia de que no sabe ejecutar la misma maniobra para destapar los oídos. La presión ejercida por el aire sobre la membrana timpánica o tímpano y el bamboleo del vehículo tiende a hacerlo vomitar, y esta tendencia a vomitar es más manifiesta si hay de base una infección crónica en el oído medio o si sufre de vértigo o mareo por una infección crónica que se ha profundizado hasta afectar el oído interno (vestibulitis). Ver Fig. #59.