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Una historia de la Palestina de hoy

Iuso Perales

Alrededor de las 18:30 horas del jueves 14 de marzo de 2013, un coche chocó contra la parte trasera de un camión, circulando por la ruta 5, en el distrito de Salfit, Palestina ocupada. La conductora y sus tres hijas resultaron heridas, una de ellas de gravedad. La conductora, Adva Biton, regresaba a su casa en la colonia israelí ilegal de Yakir cuando se produjo el accidente. Pero lo que fue un accidente de tráfico se convirtió en pocas horas en un incidente como resultado de que la conductora culpó de lo ocurrido a unos jóvenes palestinos a los que acusó de lanzar piedras contra su coche. No hubo testigos del accidente. Nadie había visto a ningún niño o joven tirando piedras ese día. Adva Biton falsificó los hechos e inventó unos culpables La policía israelí detuvo a cinco adolescentes en 2013 y la justicia completó el fraude condenándolos a 15 años de prisión por un crimen que nunca ocurrió. Llevan una década en la cárcel. Sí, es propio de un régimen colonial que el estado fabrique delitos y culpables para imponer y extender el miedo entre la población autóctona. El calvario de los llamados “chicos de Hares” comenzó cuando -con 15 y 16 años- fueron secuestrados en sus casas en el poblado de Hares (Cisjordania) en mitad de la noche por hombres armados y con uniforme militar. El formidable despliegue militar de la maquinaria colonial tomó el pequeño poblado con lujo de violencia, actuando con plena impunidad.

Durante los tres años posteriores a su violento secuestro, en algunos países europeos grupos solidarios dieron inicio a una campaña internacional por la liberación de los chicos de Hares. La campaña llevada a cabo con cero recursos financieros, recibió apoyos en Londres y organizó concentraciones de solidaridad en diversos países. Hombre y mujeres activistas escribieron cartas a los legisladores en Gran Bretaña y a distintas embajadas en Tel Aviv. Ese primer impulso sumó nuevos comités de protesta y solidaridad, compartiendo la historia de los adolescentes en diversos idiomas, entre ellos el árabe, inglés, español, portugués, italiano, alemán, francés, hebreo y japonés.

Pero el caso de los chicos de Hares nunca fue sólo la historia de cinco víctimas menores de edad. Las autoridades coloniales desplegaron una campaña sostenida de acoso sobre el poblado, castigando a todos sus habitantes a medidas de restricción de movimientos y de aislamiento. Tirando del manual sionista, a la detención de unos jóvenes siguió la represión sobre todos sus familiares, aunque la acusación de haber tirado piedras contra el coche de la colona Avda Biton fuera falsa. Duranta años se ha podido ver en las cercanías del poblado a soldados israelíes enmascarados, algunos con perros de ataque, sembrando el miedo y llevando a cabo nuevas detenciones de adolescentes. Una noche, más de cincuenta soldados se dedicaron a romper las puertas de las casas, vendaron los ojos a diez jóvenes de entre 15 y 17 años y sin informar a las familias se los llevaron a un lugar desconocido.

Dos noches después, se produjo una segunda oleada de detenciones violentas. “Abraza y besa a tu madre para despedirte”, le dijo un agente del Shabak (servicio secreto israelí) a un adolescente. “Puede que no la vuelvas a ver.” Una semana después, jeeps del ejército entraron de nuevo en el pueblo y detuvieron a varios adolescentes que acababan de volver de la escuela. En total, 19 chicos y chicas de los poblados vecinos de Hares y Kifl Hares fueron detenidos en relación con el accidente de coche que sufrió la colona judía. Ninguno de ellos tenía antecedentes de haber lanzado piedras.

Conviene recordar que Israel es el único país en el mundo que emplea mecanismos de “justicia” penal militar contra menores de edad. Las medidas punitivas, aplicadas contra niños y niñas palestinas, con frecuencia están acompañadas de violencia y abuso sexual por parte del Ejército israelí. Lo anterior se desprende de un informe de la organización humanitaria Save The Children, después de varios meses de seguimiento y observación del tema sobre el terreno. Esta organización estima que, en promedio, cada año son capturados entre 500 y 700 niños palestinos por las tropas de ocupación sionista, y los encierran en prisiones inhumanas, hasta once meses, aunque una cuarta parte de ellos ha permanecido más de un año en prisión. Precisa el documento que uno de cada tres niños ha sido detenido más de una vez. Una estadística global de la ONG autora del estudio, indica que en los últimos 20 años han sido capturados por el régimen sionista más de diez mil niños, que han ido a parar a prisiones en Israel, lejos de sus familiares, sin acceso a una defensa legal y en muchos casos juzgados en un idioma que los menores en su mayoría no conocen.

Así pues, los chicos de Hares, bajo custodia del gobierno de Israel, en su ya largo cautiverio (parece que serán excarcelaos en 2028) fueron sometidos a una serie de abusos y malos tratos que equivalen a tortura. Según Save The Children un menor de Hares pasó tiempo en una celda que era un agujero sin ventanas de 1 m de ancho y 2 m de largo, sin colchón ni manta para dormir, inodoro sucio y seis luces brillantes que nunca se apagaban, lo que hizo que el muchacho perdiera la noción del tiempo. Estos jóvenes de Hares son Ali Shamlawi, Mohammed Suleiman, Mohammed Kleib, Tamer Souf y Ammar Souf, todos ellos del mismo poblado. Actualmente son prisioneros en la cárcel de Megiddo, por homicidio involuntario, tras haber sido acusados primeramente de intento de asesinato que no se pudo demostrar.

El veredicto fue una tragedia para los cinco chicos y sus familias. Pero también fue una advertencia: una sentencia condenatoria sentaría un precedente legal que permitiría al ejército israelí condenar a cualquier niño o joven palestino por intento de asesinato en los casos de lanzamiento de piedras.

El sistema penal militar israelí condena a las y los palestinos en un asombroso porcentaje del 99,74%. Es decir, “si eres palestino, eres culpable”. Cada año, los “tribunales” militares israelíes procesan a unos 700 niños palestinos (de entre 12 y 17 años, aunque se sabe que incluso han encerrado a más chicos). Los malos tratos y/o la tortura de los niños durante su detención, traslado e interrogatorio están bien probados y documentados. Al menos 38 niños palestinos han muerto a manos de las fuerzas de seguridad de Israel en Cisjordania en lo que va de año 2023, lo que supone la cifra más alta desde que existen registros, según ha denunciado recientemente la organización no gubernamental Save the Children.

En palabras de un destacado abogado británico de derechos humanos, el caso de los chicos de Hares “se habría ganado en menos de cinco minutos si se hubiera juzgado en un verdadero tribunal de justicia”, y no en los centros de horror que simulan ser tribunales dirigidos por militares. Chicos de Hares son un caso entre muchos otros de niños palestinos sometidos a un sistema militar colonial cuyo objetivo último es destruir el tejido social de un pueblo, junto con las relaciones familiares y las redes comunitarias que lo sustentan. El costo de esta persecución y encarcelamiento constantes e interminables puede medirse en sus repercusiones sociales: la interrupción de las actividades vitales ordinarias de la juventud –escuela, universidad, empleo, matrimonio, amistades– provoca graves daños psicológicos a las víctimas y sus familias. Los niños vuelven de la cárcel desmotivados para estudiar, pierden el respeto a sus padres y madres por no poder defenderlos, se ven obligados a vivir con miedo a que se repita la experiencia de la cárcel.

Los chicos de Hares son tan sólo una muestra, una prueba de algo que ocurre con frecuencia.

 

Yusef, un niño entrevistado el año pasado por Save the Children figura entre los muertos de este año, según la ONG, que ha recordado que el joven reconoció en 2022 que su sueño era “mirar cualquier cosa de camino a la escuela, como pájaros y plantas”. “Quiero ver las cosas que siempre imagino. No quiero oler gas o ver a soldados por todas partes. No quiero tener miedo de salir a la calle. No quiero que mi madre tenga miedo a que pueda resultar herido o que pasee por las calles buscándome por temor a que los soldados israelíes me hayan herido”.

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