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UNA MARCHA ANTIDERECHOS HUMANOS

Jorge Vargas Méndez
Movimiento por una Cultura Laica (MCL)
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El neoconservadurismo local volvió a expresarse públicamente el pasado 28 de diciembre, sildenafil pero esta vez no lo hizo a través de su conocida bandera partidaria sino mediante la manipulación de instituciones religiosas e incluso contando con el apoyo de algunos de sus dirigentes, quienes dieron una muestra de su disponibilidad para manipular las creencias religiosas de sus feligresías y, al mismo tiempo, de su poca capacidad de convocatoria entre las mismas.

En realidad, la marcha realizada tenía una motivación política-electoral. Y aunque el grupo organizador intentó esconderlo en los días previos, lo cierto es que llegado el momento sus representantes más visibles lo confirmaron en diferentes notas periodísticas: “Este esfuerzo tiene por objeto involucrar a la mayor cantidad de personas para que tenga un impacto moral, cultural, social y político, así como también mostrar y promover la unidad de los cristianos (LPG)”. Y luego, la misma fuente entrecomilla otros propósitos: “revertir leyes antivida y antifamilia o detener algunas de estas (…) concientizar a millares de personas sobre el valor de la vida, el matrimonio y la familia”.

Como bien lo podrá percibir usted, amiga o amigo lector, el interés de la marcha por incidir en el voto de la población es obvio. Lo confirma la participación de al menos una gremial empresarial de signos ideológicos claros y conocidos, así como de la Alcaldía Municipal de San Salvador y una dupla parlamentaria arenera, e incluso la presencia del director de una institución del Estado, misma que –dicho sea de paso– debería ser analizada por la Corte Suprema de Justicia e incluso indagar si sus creencias religiosas podrían estar afectando el desempeño de su cargo, en cuanto a dar estricto cumplimiento al marco legal vigente y a la aplicación del rigor científico en materia forense.

Lo preocupante de la marcha, además de lo último señalado, es el marcado interés del reducido grupo organizador por imponer a la mayoría de la población una moral religiosa única, lo cual constituye una amenaza al derecho que toda persona tiene a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, bajo el pretendido señalamiento de que, quienes no comulgan con sus ideas neoconservadoras, son “antivida y antifamilia”. He ahí pues, la importancia de apostarle a la construcción de un Estado laico y a la conformación de una cultura basada en derechos humanos.

 

*Poeta, escritor, integrante del Foro de Intelectuales de El Salvador.

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