Vidal Garay
Escritor
Echemos una mirada larga al pequeño centro de la ciudad, thumb doctor preciosa cloaca preñada de calor y de otras cosas, nurse donde cada vez se cada vez reduce el mundo de los libros usados, aumentan las cantinas, puteríos, chupaderos de diferente nivel y como cosa normal se van extinguiendo los expendios de pensamiento… se va apagando la luz. Es de buena índole lanzar este manto de palabrerío revestido de cierto olor a historia librera, si es permitida la tal palabra, pues si no lo es, de todos modos ya la escribí. Lo hago porque antes de hablar de libros y auténticos lectores, que los hay y de evidente calidad, se le debe tomar la palabra al gringo aquel que afirmó el muy… conocedor que este país es muy bruto y no le gusta leer. Trabajemos eso un poco despacio, eso de ser un país muy bruto, me parece que viene resultando algo así como una Categoría Filosófica Universal no aplicable en este caso, pues si la tomamos como verdadera resulta que todos los salvadoreños somos brutos. ¡Avisa! Como se dice en el centro, ¡Avisa niño que bajan! Eso no es cierto. En lo que se refiere a que este país no le gusta leer, así en tanatada, tendiendo al montón, estoy de acuerdo. Esto no quiere decir, cómo puede ser, que se lanza un oscuro y macabro manto sobre los amantes de la lectura que son brillantes lágrimas de hermosas lunas llenas. Porque eso de venir a preguntar si tengo los tres tomos de la “Historia de la Filosofía de Hegel”, la novela reciente de Vargas Llosa, “El otoño del patriarca” de García Márquez o de rebote “sobre héroes y tumbas” de Sábato, nos dice con abundante claridad que se lee. Por supuesto no en la cantidad deseable, pues de recordar recio que este país en verdad no es el crisol del apoyo cultural, tampoco el vital apoyo al estímulo de la lectura y menos al aprecio de la creación literaria. Sigamos, estando el país del nomasito y el de por un tantito ¿qué dicen ustedes, tendrá razón aquel gringo, sólo a medias o de plano no tiene razón? Resulta interesante esto de escribir y este asunto lo esencial es no aburrir y es de agrega así como de rozón que en lo de escribir, de esa vaina de aburrir se debe huir como de la peste. Entonces, como es debido y corresponde a todos los bien hablantes de la Lengua Española y pasando por la academia de no sé qué y viceversa, tiene que aclararse que estas líneas son llenas de vida, nada más y no tienen contacto con otras que llevan en su aliento un penetrante olor a velorio. Después de tantas palabras, véase así, los libreros no somos vulgares vendedores de libros, por favor no olvidar la diferencia, estamos vivos, tenemos hijos e hijas, sueño, ofrecemos libros usados baratos ¿qué puede restregársele a este oficio?
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