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Una multitud amarilla y roja reclama un referéndum independentista en Cataluña

Por Daniel Bosque
Barcelona/AFP

Animada por el referéndum escocés y vestida con los colores amarillo y rojo de Cataluña, buy cialis una muchedumbre nacionalista invade este jueves las calles de Barcelona para reclamar, nurse ante el rechazo de Madrid, health una consulta independentista en esta región española.

Por tercer año consecutivo, las asociaciones independentistas movilizan a los catalanes con ocasión de la Diada, el día grande de la región, formando una gigantesca V de Votar en dos céntricas avenidas de Barcelona, que se tiñen de los colores rojo y amarillo de la bandera catalana.

Más de medio millón de personas se han inscrito en la manifestación promocionada con el lema «Llenemos las calles para llenar las urnas» y se prevé que más de 15.000 autocares lleguen a la ciudad con manifestantes de otros puntos de la región.

«Nuestro objetivo es votar y ganar el 9 de noviembre y entendemos que este 11 de septiembre es el punto de inflexión», explicó a la AFP Carme Forcadell, presidenta de la Asamblea Nacional Catalana, principal entidad independentista.

En 2012, una inmensa manifestación en Barcelona precipitó la puesta en marcha del proceso de autodeterminación. En 2013, una cadena humana independentista de 400 kilómetros forzó al gobierno catalán a fijar la fecha de la votación en el 9 de noviembre.

Calles atiborradas

Desde horas antes de la manifestación, miles de personas con banderas secesionistas y camisetas con el lema «Ahora es la hora» atiborraban Barcelona, mientras algunos músicos hacían sonar las grallas, una flauta típica catalana, y grupos de «castellers» construían inmensas torres humanas tradicionales en la región.

«Nuestra cultura, nuestra lengua y nuestras tradiciones se tienen que respetar y ya hemos visto que en este Estado es imposible», apuntó Bernat Pi, un estudiante de doctorado de 24 años, con una bandera independentista y otra de Escocia.

Banderas escocesas, flamencas, vascas y gallegas se mezclaban con la estelada independentista catalana en Barcelona. En un escenario en el corazón de la ciudad, escoceses, catalanes y sardos compartían discursos.

«Este movimiento independentista en toda Europa es irreversible», gritaba Gavino Sale, un diputado independentista del parlamento regional de Cerdeña, junto al mercado del Born, donde se encuentran las ruinas de la Barcelona asediada durante 1714.

Esta Diada marca el 300 aniversario de la caída de Barcelona en manos de las tropas del rey español Felipe V en 1714 durante la guerra de Sucesión española, que puso fin a la autonomía de la región.

Simbólicamente, el inicio de la manifestación se ha fijado para las 17H14 (15H14 GMT). En el vértice de la V se colocarán 947 urnas electorales, una por cada municipio catalán.

Imposible impedir el voto

El presidente catalán, Artur Mas, advirtió a Madrid que «es prácticamente imposible impedir para siempre» la consulta en Cataluña.

«Es absurdo pretenderlo y creo que el Estado español debe darse cuenta», declaró el miércoles en una entrevista con la AFP en su despacho en el palacio de la Generalitat, sede del gobierno catalán.

«Si una nación como Escocia puede votar, ¿por qué no Cataluña?», se preguntó Mas.

Orgullosos de su cultura y su lengua, el independentismo ha crecido en esta región de 7,5 millones de habitantes que genera una quinta parte de la riqueza española.

El desencuentro se inició en 2010, cuando el Tribunal Constitucional privó a Cataluña – que tiene amplias cotas de autogobierno en educación, sanidad y seguridad -, de su estatus de nación incluido en un estatuto de autonomía regional aprobado en 2006.

Dos años después, la división se acentuó cuando el gobierno central negó una mejor financiación a esta región muy afectada por la crisis.

En los próximos días, Mas espera convocar bajo el amparo de una ley regional esta consulta que constará de una doble pregunta: «¿Quiere que Cataluña sea un Estado? ¿Quiere que sea un Estado independiente?».

Pero a diferencia del Reino Unido, el gobierno de Mariano Rajoy se opone firmemente a una consulta y piensa impugnarla ante la justicia porque, en su opinión, vulnera la Constitución de 1978, que consagra la «indisoluble unidad de la nación española».

Consciente de que sería difícil conseguir el apoyo de la comunidad internacional a un referéndum impugnado jurídicamente, Mas rechaza especular sobre cómo actuará en este caso.

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