Buenos Aires / Prensa Latina
Una noticia de júbilo que llega como un bálsamo de aliento inunda las redes sociales en Argentina: las Abuelas de Plaza de Mayo encontraron otro nieto robado durante la última dictadura militar, el número 130.
Las palabras sobran ante esta buena nueva cada vez que las aguerridas Abuelas logran restituir la verdadera identidad de esos que fueron robados y entregados a otras familias durante una de las etapas más grises y dolorosas de este país, cuyas heridas siguen abiertas después de 43 años de lucha.
Apenas dos meses de encontrar a la nieta 129, una joven que vive en España, las aguerridas mujeres anunciaron que el venidero jueves ofrecerán una conferencia de prensa para dar todos los detalles.
‘Con felicidad anunciamos una nueva restitución de identidad y convocamos a medios de comunicación y periodistas a una rueda de prensa para dar a conocer detalles de esta historia’.
Según precisaron las Abuelas, el nieto 130 vive fuera de la capital argentina, pero tiene la voluntad de estar presente durante el anuncio.
Agradecemos las muestras de afecto y felicidad -por esta tarea que se ha vuelto colectiva- y les pedimos paciencia y prudencia hasta el jueves, que estaremos en condiciones de brindar toda la información del caso, señalaron.
Ha sido una lucha ardua de más de 40 años pero este país, que aún sufre las huellas de un violento pasado que dejó 30 mil desaparecidos, siente un poco de paz cada vez que llega una noticia como esta.
Luchadoras incansables, las Abuelas han entregado los últimos años de su vida, algunas ya longevas, a la incesante búsqueda para recuperar a los bebes robados.
La felicidad se siente en Twitter donde se suceden cientos de mensajes de personalidades políticas y organizaciones de derechos humanos.
Una nueva alegría, gracias Abuelas, bienvenido #Nieto130, escribió en ese espacio cibernético la diputada Victoria Donda, una de las tantas nietas recuperadas a lo largo de estos años por el colectivo presidido por la defensora de derechos humanos Estela de Carlotta.
La apropiación de menores fue una práctica sistemática de terrorismo de Estado durante la dictadura militar que se extendió de 1976 a 1983. Según cifras, aún hay más de 300 de ellos sin conocer su verdadera identidad.