Por Anna Cuenca
Madrid/AFP
España, sildenafil conminada por la ONU para investigar los crímenes del franquismo, sale entreabrió este jueves una puerta para que, por primera vez, se oiga a las víctimas de los dos expolicías reclamados por «torturas» por Argentina y recordados por sus «brutales palizas».
En una vista en Madrid, la fiscalía se opuso una vez más a la extradición el exinspector de la policía política franquista Antonio González Pacheco, de 67 años, más conocido como «Billy el Niño».
Como ya hizo el 3 de abril en relación a Jesús Muñecas Aguilar, de 75 años, el otro expolicía reclamado por la juez argentina María Servini de Cubría, el fiscal Pedro Martínez consideró que corresponde a la justicia española juzgarlos.
Y aunque insistió en que sus presuntas torturas prescribieron hace tiempo, dejó una opción abierta.
«Se puede rechazar la extradición y, para atender los compromisos diplomáticos, permitir a las autoridades argentinas, si esa es su voluntad, presentar una denuncia» en España, lo que «permitiría oír a las víctimas ante los tribunales españoles, algo que no ha ocurrido hasta el momento», lanzó.
La justicia española se había escudado hasta ahora en una ley de Amnistía, aprobada en 1977, que, para allanar el camino hacia la democracia tras la muerte de Francisco Franco, cubrió «todos los actos de intencionalidad política» anteriores a ese año.
Por ese motivo, las asociaciones de víctimas decidieron, valiéndose de la justicia universal, llevar sus denuncias a Argentina, donde Servini abrió en 2010 una investigación por presuntos «delitos de genocidio y/o lesa humanidad» cometidos durante la dictadura (1939-1975) y la guerra civil española (1936-1939).
Pero en los últimos meses, el relator especial de la ONU para la Promoción de la Justicia y el Comité sobre las Desapariciones Forzadas conminaron a España a derogar la amnistía e investigar dichos crímenes.
Las víctimas temen, sin embargo, que sus denuncias queden en nada si los tribunales españoles no puedan condenar a los presuntos torturadores por actos prescritos.
«¡Es una farsa!», se indignaba Enrique Aguilar Benítez, de 67 años, tras salir de la vista de extradición de «Billy el Niño», asegurando haber sufrido en sus propias carnes la brutalidad de uno de los miembros más temidos de la policía política franquista quien, según la prensa española, vive ahora una apacible vida de jubilado en un céntrico barrio madrileño.
«Él era la mano física que torturaba, era el que más manejaba la porra», afirmaba, recordando las «brutales palizas» tras su detención en mayo de 1973, «a punta de pistola en la calle en plena tarde», por pertenecer al Partido Comunista de España Marxista Leninista y al Frente Revolucionario Antifascista y Patriota.
Fue llevado a la temida Dirección General de Seguridad, en la madrileña Puerta del Sol, explica.
«Nada más llegar empezaron a torturarme sin parar, durante 13 o 14 horas, hasta las siete y media de la mañana», recuerda este biólogo y ex vicerrector de la Universidad de Córdoba ahora jubilado.
«Me dieron golpes en los pies y las nalgas con porras hasta arrancarme la piel a tiras», afirma, asegurando haber pasado como consecuencia 82 días en la enfermería de una prisión.
González Pacheco, quien afirmando haber recibido amenazas y temer por su seguridad se niega ahora a que su imagen sea divulgada por los medios, marcó también a Acacio Puis, pintor e ilustrador de 65 años, detenido a principios de 1973 por tener «un almacén de propaganda antifranquista».
«Cuando llegué a casa, él estaba allí con otros policías, y dos de mis compañeros, esposados y tirados en el suelo», recuerda.
Tras la primera paliza, también fueron llevados a la Puerta del Sol.
«Lo más brutal fue lo que llamaban el quirófano, que era un apaleamiento sistemático en las plantas de los pies, los costados y el cuello mientras estabas echado sobre una mesa, lo que provocaba el desfallecimiento», dice, recordando que estuvo así tres días, sin poder dormir.
El exinspector negó este jueves las acusaciones. Pese a todo, para Aguilar Benítez «ver a Billy el Niño sentado en el banquillo ya fue un pequeño éxito».