Iván Escobar
Colaborador
El pasado domingo 9 de enero, en el marco de las festividades en honor al Cristo Negro de Esquipulas, peregrinos salvadoreños llegaron en caravana en horas de la tarde, luego de un largo recorrido y superando varias limitantes, hasta la Basílica en la localidad guatemalteca, como parte de una tradición que preservan desde hace más de 50 años.
Con la pandemia del COVID-19 los Caminantes Guadalupanos Salvadoreños no pudieron asistir el año pasado (2021) a la peregrinación; pero desarrollaron una actividad virtual desde El Salvador. Cada 9 de enero los caminantes salen del municipio de Metapán, en El Salvador hacia Esquipulas, en Guatemala, su peregrinar con la virgencita es en gratitud por favores recibidos y es una tradición que este año cumplió 52 años. Aunque los asistentes, de ambos poblados, afirman que esta amistad entre las poblaciones vecinas “es una tradición que tiene siglos”, advierte el guatemalteco Salvador Ardón.
Sofía Rodríguez Padilla, de los Caminantes Guadalupanos, destacó que en este 2022: “vamos con la bendición de Dios. Damos gracias a Dios y a nuestra madre por el privilegio de ser la primera peregrinación que entra a la Basílica del Santo Cristo de Esquipulas”, en referencia a que en este año, si bien se abrió el templo a la feligresía, aún hay restricciones y estrictas medidas sanitarias para evitar contagios de COVID-19.
Una caravana con tradición
Los peregrinos salvadoreños se concentraron a tempranas horas en el parque central de Metapán, al igual que aquel enero de 1970, cuando inició la tradición, donde un pequeño grupo salvadoreños decidieron caminar con una imagen de la virgen morena hasta la Basílica en gratitud por los favores recibidos por parte del milagroso Cristo Negro.
La festividad del Cristo Negro, es el 15 de enero, y Esquipulas, es un poblado que por muchas generaciones ha recibido a millones de penitentes de distintas partes de Centroamérica, México, Suramérica, incluso, naciones lejanas por los milagros y favores concedidos. Además, asisten grandes cantidades de guatemaltecos provenientes de las diferentes comunidades indígenas, que recorren con fervor y colorido por muchos días a pie o transporte de diverso tipo para estar presente en las festividades.
El templo de Esquipulas cumplió el pasado 4 de enero 263 años de haber sido bendecido, convirtiéndose en un referente de la religión católica y la fe.
La caravana salvadoreña fue recibida en la frontera de Anguiatú, por los peregrinos guatemaltecos, quienes luego de la bendición y oración para incorporarse al recorrido con la imagen de la Virgen, junto a la peregrina que llegó desde El Salvador, partieron hasta el punto de descanso que tradicionalmente hacen los caminantes. Llegando a la gasolinera, y luego de un breve descanso retomaron el camino.
El recibimiento en Casa de don Margarito
La familia de don Margarito reside en una humilde vivienda a la orilla de la calle que conduce a Esquipulas. La humilde morada se engalana con gallardetes y carteles, además se prepara café, refresco y comparten panes para recibir a los peregrinos.
Lo han hecho por ocho años, dicen y se sienten felices de compartir y “nos alegra recibir a la virgencita en su ruta al templo”, comentan con entusiasmo. “Y si Dios nos presta vida, vamos a continuar”, reafirma don Margarito, quien a pesar de padecer ceguera, su rostro se ilumina con solo escuchar a los peregrinos y compartir con ellos, un descanso. Junto a su esposa y sus demás familiares, comparten que fue triste el año pasado cuando no llegó la Virgen, “pero hoy la recibimos con alegría otra vez”, precisan.
“Este año por motivo de la pandemia hemos decidido hacer una caravana, y mantener siempre la tradición”, compartió Juan José Tzoc, uno de los organizadores de la jornada peregrina.
“Estamos en casa de don Margarito, que nos han pedido que siempre pasemos acá, ya tenemos años de pasar, aquí se hace un breve descanso y luego llevamos en hombros la imagen de la virgen hasta el templo”, añadió.
Caminando hasta el templo
Este año la tradición ha cambiado, respecto al desplazamiento, ya que desde Metapán se salió en cuatro vehículos en caravana. La casa de don Margarito está a un kilómetro y medio de distancia del templo de Esquipulas, es desde ahí que se partió el domingo a pie, entre cantos y oraciones, como parte del peregrinaje de los salvadoreños que agradecen por la vida, la salud, y piden protección al Cristo Negro y a la Virgen de Guadalupe.
María Hernández Galdámez, reside en la Colonia Las América, de Metapán, llegó temprano para presenciar la salida de los peregrinos. “Soy devota de la Virgen, tengo años y aquí colaboramos siempre. Es una tradición fuerte que nos fortalece como familia”. “Lo que tratamos es mantener y fomentar entre los jóvenes que se siga con esta tradición de fe y devoción”, reiteró Juan José Tzoc.
Caminantes en el Templo
En su andar los peregrinos caminaron por la vía, en medio de la curiosidad de turistas y otros peregrinos, así como el recibimiento con pólvora y saludos de pobladores. Hicieron una pausa en el mirador, y a las 4 de la tarde la procesión había ingresado al templo.
Cabe destacar que la Basílica está cerrada al público, solo ingresan pequeños grupos de visitantes para venerar la imagen del Cristo Negro, y otros que participan en las misas. Los peregrinos salvadoreños fueron recibidos para ser parte de la misa de las cinco de la tarde, las imágenes de las vírgenes se colocaron en el altar mayor, y se les dio el saludo respectivo a todos los presentes.
El ingreso al templo se logró gracias al apoyo del profesor Edwin Chavarría y su grupo scout, quien es el responsable del protocolo en la Basílica.
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