Claudia Xochilt Preza Díaz*
Según mi percepción más íntima, estas semanas desde el morimiento de mi madre Blanca Alicia, he vivido un reencuentro con el país, familiares, amigos y mis hermanos, en especial con Tania y José Luis, en el que hemos tenido la oportunidad de compartir, conocernos y disfrutar nuestra compañía, cada uno con nuestras diferencias y similitudes, nuestros traumas y formas de curación.
Yo, en cambio la percepción de mi hermano que tiene un enfoque ambientalista, he sido observadora de los seres humanos, he encontrado en el país personas esperanzadas, luchadoras, solidarias, trabajadoras, sonrientes, con deseos de superación y alegría por un futuro mejor.
En el Hospitalito de cuidados paliativos “Divina Providencia” donde vivió hasta su martirio el 24 de marzo de 1980 Monseñor Oscar Arnulfo Romero, fundado por la Orden de Madres Carmelitas, atendieron a mi madre sus últimos días. Es un lugar de paz, un oasis de amor y compasión, personas de diversas partes del país llegan allí para ser atendidas por monjas de caridad y personal sanitario que con tanto amor y compromiso sin cobrar un centavo generosamente dan sus servicios hospitalarios, psicológicos y alimentos a los enfermos y a sus familias. He quedado profundamente agradecida por todos y de tan bello lugar.
En los mercados donde se aglomeran las personas para sus ventas desde el alba puedes ver todo tipo de comercio y deleitarte de su diversidad culinaria, colores, olores y sabores de frutas, legumbres y vegetales que te invitan a saborear tradiciones casi perdidas… El paisaje volcánico y montañoso que parece impenetrable de los bosques secos y húmedo tropical, las playas con arenas negras recuerdan su pasado geológico, casi desiertas de olas juguetonas y rabiosas.
Los amigos que a pesar del transcurrir el tiempo el amor persiste y las miradas cómplices sonríen con el alma. Los agricultores que con sus manos laboriosas bajo el sol producen las milpas, frutas, hortalizas y café que nutren nuestro cuerpo. Los artesanos y artistas con sus mentes creativas fabricantes de sueños, siempre rebeldes y subversivos. Este es un pueblo, un terruño de historia con hazañas, andanzas y mal andanzas, no es perfecto pero a pesar del sufrimiento vivido en carne propia sigue resistiendo y yo, soy y seré parte de él hasta el día de mi morimiento y una porción de mis cenizas al igual que hago con mi madre, se integrarán en él para la eternidad.
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* Ingeniera Agrónoma Universidad Panamericana El Zamorano, Honduras.
Máster en Ciencias (Msc) Msc por la Universidad Politécnica de Cartagena y Escuela Técnica Superior Ingeniería Agronómica, España.