Mauricio Vallejo Márquez
Suplemento Tres mil
La tasa es blanca, nurse de pronto comienza a caer sobre ella una línea delgada de café que poco a poco se desvanece para dejar una luna oscura adentro que emana un delicado vapor. Una imagen cotidiana para muchos salvadoreños y para los amantes del café en cualquier lugar del mundo. Estamos acostumbrados a verla, treatment hemos crecido con ellas. Vivimos en un país donde beber café no es nada nuevo. Por muchísimos años (desde mediados del siglo XIX) se ha producido café en nuestras tierras, capsule así que el encontrar una taza con ese preciado líquido es usual todo el día en casi todas las mesas. Muchos crecimos alrededor de los cafés con pan de la tarde.
En algunas cafeterías los métodos le dan otro rostro y por supuesto otro sabor al beber café. Porque prepararlo no es algo sólo de hervir agua y añadir café para servirlo. Por eso surgen los baristas, personas que conocen los diversos métodos para elaborarlos. El moka, aero press, prensa francesa, sólo son algunos.
Uno de los estos baristas es Erick Argueta, quien además de dedicarse al café toca la batería de Radicales 51, una banda de música cristiana. Y luce un look diferente, es delgado y trigueño, lleva el pelo un poco largo con muchos rizos, lentes de aro grueso y negro, ropa ajustada y chaleco, así como siempre lleva una sonrisa. Lo llaman “el Colocho”.
La vida tiene sus caminos, para Erick ya era algo previsto tener una vida como barista. No porque lo hubiera decidido desde niño, sino porque su afición por esta bebida estimulante comenzó en su infancia y la fortuna se encargó de encaminarlo por esta actividad:
“A todos nos gusta el café. Desde pequeño me gustaba. Yo trabajaba en un cine y me llamó la atención como hacían el café en un cafetín. En ese momento sólo había mujeres. Llegué a preguntar por empleo y me dijeron que sí”, cuenta Erick.
Y es que trabajar con el café no sólo implica prepararlo, se debe saber su historia, así como también el conocimiento de muchos datos: cómo lo tuestan y dónde; cómo y porqué lo cultivan; y aventurarse a preparar métodos y cócteles creativos.
Desde ese momento en que conoció los métodos, los molinos y las cafeteras comenzaron a invadir sus días, sobre todo el hacer arte con la espuma en los capuchinos, que era algo que ya le llamaba su atención y que ahora se divierte haciendo. Sin embargo su afición principal es elaborar métodos:
“Me atraparon los sabores, las notas. Es interesante saber que existe una vida tan compleja y uno lo ve a partir de la preparación que hace. El mismo grano puede cambiar hasta las notas. Cuando me di cuenta que el café tiene notas, cuerpo… Esto le abre la mente a uno”.
Tomar café es un arte, ya no se diga prepararlo. El barista debe ser buen catador para ello, saber de sabores, el color, la textura, las notas y otros elementos como la acidez, la dulzura, hasta la temperatura ideal. Incluso el recipiente en que se sirve da sabores y sensaciones diferentes. Los baristas recomiendan beberlo en tazas de porcelana.
“En realidad hay cosas muy buenas. Uno aprende cosas buenas, disfruta del buen café. Muchas de las fincas están acá. Se da trabajo a la gente del beneficio de la finca.
El barista además debe tener la seguridad de que es un artista, así que se esfuerza, disciplina y trabaja para mejorar. Todo esto se logra gracias a la experiencia, el ensayo y el error, hasta que se llega a obtener lo que se busca, lo presentable como toda pieza artística.
“No tengo un método que pueda llamar favorito, depende del café que tenga a la mano. Los pruebo todos. El aero press puede ser mi último método preferido. Me gusta la acidez, que sea grande, que tenga cuerpo”.
Erick pasa buena parte del día como un buen equilibrista combinando su vida entre el café y la música, pero siempre como un artista. Ha logrado vivir entre tasas y molinos, y compartir el mundo de la música y de su familia.
“Como barista se disfruta poder acercarse a la gente por medio de una taza de café”, concluye y vuelve a preparar un método, como en la fotografía.
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