Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino
“Es hora de correr” escucha aún Renato de esa madrugada del sábado 2 de mayo. “Me tiré de la hamaca y cuando caí, illness ya la ola nos había sobrepasado, sildenafil solo pude aferrarme a la hamaca mientras el mar salía de mi casa llevándose nuestras ropa, troche trastes… todo”.
Como Renato Rivas, un centenar de familias del Botoncillo, playa Bola de Monte en Garita Palmera, municipio de San Isidro Menéndez, Ahuachapán, tratan de rescatar de los escombros las pocas pertenencias que lograron salvar del oleaje de la última semana.
El fenómeno conocido como “Mar de Fondo” (olas grandes por tormentas tropicales lejanas) han llegado a la costa salvadoreña y golpearon a esta comunidad de pescadores que tienen más de cuatro décadas de vivir del mar.
El oleaje aún ingresa con fuerza a sus humildes hogares llevándose las últimas pertenencias o termina soterrada por una pesada capa de arena; la preocupación, alega Rivas, se debe a que las autoridades locales, no han atendido a la población afectada e ignoran la magnitud del impacto que tuvo el oleaje de las últimas semanas.
“La ayuda se queda en Garita Palmera, pero la gente del Botoncillo estamos sobreviviendo de la ayuda de otras comunidades, pero el gobierno municipal nos ha ignorado; pedimos también al gobierno nacional que nos ayude… estamos aquí a la buena de Dios”, se quejó .
Renato Rivas, junto a Rigoberto Monge y Álvaro Orellana, representa la Asociación Comunitaria Costero Marino-Sur Ahuachapán (ISTATEN) que concentra un centenar de familias dedicadas a la pesca en esta zona costera.
Además, ISTATEN cuida del Área Protegida del Manglar y protegen el medioambiente de la zona, pero esperan que las autoridades definan a la mayor brevedad, una política de prevención y mitigación de Riesgos, para disminuir la vulnerabilidad de los pobladores que viven del mar.
“Tengo 44 años de edad y también de vivir en el Botoncillo, aún no puedo quitarme de la mente cuando regresé esa tarde, veníamos de atender un incendio en la zona como voluntario y el agua me llegaba a las rodillas y me asustó… nunca habíamos vivido una cosa así… el mar se llevaba todo, arrancó de tajo cocoteros, destruyó casas de sistema mixto, fue impresionante”, narró.
Rigoberto Monge, vicepresidente de ISTATEN, explicó que la olas ingresaron alrededor de 300 metros hacia dentro de la playa, y aseguró que unas olas se elevaron más de 3 metros en otras áreas del litoral.
“Tenemos mucha gente que aún está albergada, no pueden regresar a sus casas, unos porque ya no las tienen y otros porque tienen mucho miedo, la playa Bola de Monte y este sector del Botoncillo ha sido destruido, 40 familias aproximadamente están albergados pero del lado de Guatemala”, informó.
La ayuda ha llegado por el alcalde de Moyuta, Guatemala que ha apoyado con ropa y alimentos desde el primer día, a los pobladores que salieron en lancha en el Botoncillo, a Garita Chapina.
“Guatemala nos ha atendido solidariamente quizás porque estamos en las orillitas de la frontera, pero queremos la ayuda del gobierno
municipal, que no nos dejen en abandono porque vivimos de la pesca artesanal, somos hombres de mar y en una semana no hemos podido ingresar para buscar nuestro sustento”, reiteró.
En Garita Chapina, Sandra Samayoa pasa las horas junto a su familia esperando poder retornar al Botoncillo pero las condiciones del mar, les impide tomar la decisión, su preocupación aumenta cuando evalúa que son 15 días fuera de su hogar.
“Es cierto, aquí estamos albergados y el alcalde ha sido muy bueno con nosotros, nos ha dado ropa, comida …pero nos duele que nuestro
alcalde nos haya olvidado. .. veo las noticias y solo habla de Garita Palmera y entonces el Botoncillo que quede en el olvido… que ayuden pedimos”, declaró.
Un sistema de Alerta Temprana e Integral sugirió Gregorio Ramírez, de la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES) ante el alto nivel de destrucción de la comunidad el Botoncillo que fue impacto por el fenómeno hidrometereológico del “Mar de Fondo” y que deja una evidencia de la urgencia de contar con una cultura de prevención.
“El Estado necesita una política integral del riesgo, ante tanta pérdida y daño; todo esto comienza con enseñarle y concientizar a la población y a su vez todas las instituciones de gobierno cuenten con esa visión de previsión para lograr impactos. El MARN emite información pero debe agilizar el mensaje a fin de articular con los pobladores”, indicó.
Dar la respuesta ante un desastre, consideró Ramírez, es importante pero, será más estratégico construir las condiciones de prevención, para que vayan las comunidades transformándose en resilientes (capacidad de sobreponerse a períodos adversos y culminar fortalecidos) y preventivas.
“Las autoridades deben asumir un papel más protagónico estando de cara, fomentando la participación, haciendo planificación del riesgo, educando a la gente; que los centros escolares más allá de ser un albergue se conviertan en fuentes de educación de prevención de los desastres; proteger los ecosistemas y los recursos naturales”, reafirmó.
Sobre la construcción de una comunidad resiliente, el ambientalista señaló la importancia de la participación de la comunidad en los espacios de decisión, para armonizar los esfuerzos a un fin común y promover la democratización ciudadana.
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