(Diagnóstico básico para la construcción de una Revolución Curricular en la Universidad de El Salvador).
MSc. Tito Alfredo Jacinto Montoya.
(Catedrático de la Universidad de El Salvador).
1.La abusiva presencia de los fines del capital en la toma de decisiones por parte de las estructuras dirigenciales de la Universidad, y toda la cosmovisión que ello implica, obligan a una relectura de los fines estratégicos de la Universidad de El Salvador. Es importante considerar reflexivamente cómo la idea de que la UES debe responder a las exigencias del mercado, formar profesionales para que se adapten a las exigencias de reproducción de la lógica del capital es algo que ha venido a imponérsenos como parte de una especie de sentido común injustificado. No puede ser que el currículo universitario esté dictado por las exigencias que plantean los ideólogos de la derecha capitalista neoliberal. Por ejemplo, en la Facultad de Ciencias Económicas de la UES corre la idea de reducir la presencia de las ciencias sociales para abrir campo a lo tecnocrático, lo informático, lo estrictamente numérico. ¿De dónde sacan la idea de que lo que más necesita nuestro pueblo es la formación de técnicos? ¿Quién realmente necesita eso, la clase trabajadora o los productores y acumuladores de capital? La Universidad de El Salvador parece ser una institución penetrada por una cosmovisión conservadora de la esencia del capitalismo en su versión reformista, y que, como contrapartida de ello ha dejado de ser conciencia crítica de la nación. El juicio crítico parece haber sido sustituido por una “voz prudente” que parece estar más preocupada por contemporizar con el reformismo acomodaticio que por sostener el rigor y la valentía de la verdad científica, filosófica, cultural, y ética. En el mejor de los casos, se alcanza a criticar el modelo económico-social neoliberal, abogando por un capitalismo “democrático con rostro humano” como si ello fuera posible; es decir, su crítica únicamente alcanza a señalar el modelo neoliberal, pero dejan sin crítica al sistema capitalista como tal.
2. Las consideraciones tecnocráticas adaptativas de la formación de fuerza de trabajo calificada para desarrollar eficientemente los circuitos de la reproducción del capital es algo que han pretendido imponérsenos como horizonte último de nuestro ser y hacer universitarios. Los cuadros dirigenciales del gobierno universitario y nacional parecen aceptar rápida y acríticamente la idea de que lo que se necesita para el desarrollo social es la implementación de carreras técnicas y la formación de técnicos. No necesitamos mucha técnica, necesitamos ciencia, y por supuesto, hoy más que nunca, necesitamos ciencia social bien fundamentada. Hay que recordar que la idea de la formación de los Institutos Tecnológicos (MEGATEC) surgió en el gobierno del Presidente Armando Calderón Sol, con su Ministra de Educación Gallardo de Cano. Ahora la UES parece proponer lo mismo con la formación de Centros de Formación Técnica en los departamentos del país. Es sintomático el frenesí universitario por fortalecer las carreras en torno a las lenguas extranjeras, fundamentalmente el inglés. Pero pocos son hoy los universitarios por conocer las leyes fundamentales de la acumulación capitalista, que puedan responder científicamente a la pregunta de qué son las clases sociales y qué es el Estado, por ejemplo. Quieren estudiar inglés, y hasta coreano, pero nada quieren saber del marxismo-leninismo y del estado actual de la lucha de clases en el país.
3. La UES parece haber abandonado el horizonte crítico de la formación-educación del pueblo con el propósito de lograr un ordenamiento político-económico y social que favorezca la reproducción ampliada de los factores de producción del capital; entendiendo que uno de los factores de producción es precisamente la fuerza de trabajo, esto es el ser humano como tal. No se trata por tanto de la búsqueda atropellada de la forma de hacer más eficiente el aparato productivo capitalista, creyendo ingenuamente en una supuesta bondad ciega de la reproducción eficiente del aparato productivo burgués bajo la idea del “rebalse” de los bienes producidos para ser repartidos “democráticamente” entre todos los miembros de la sociedad.
4. Una Universidad que tiene que ir a contrapelo de la lógica capitalista neoliberal que absolutiza la lógica de la búsqueda de la mejor asignación de los recursos frente a unas supuestas necesidades ilimitadas contra recursos limitados: este es el quid de la economía en su versión neoclásica estructurada en contra de la visión de la economía política clásica. Hay una pérdida del horizonte último de análisis de la realidad socio-económica y política que consideraba, como lo advierte Hinkelammert, “La reproducción material de la vida humana es la última instancia de toda vida humana y, por tanto, de su libertad. Se trata de la reproducción constante del aparato productivo –reemplazo e inversiones netas- y de la propia naturaleza, solamente en intercambio con la cual se puede reproducir la vida humana material. De la misma necesidad de reproducir la vida humana material, se deriva la necesidad de asegurar la reproducción de la naturaleza, o, en términos actuales, del medio ambiente” (F. Hinkelammert, Democracia y Totalitarismo, 1990). Esto tiene que ver con la absolutización de la idea del profesional eficiente, porque se adapta de mejor manera a las exigencias de la producción y circulación de plusvalía de la sociedad neoliberal. Entonces, será eficiente en la medida que favorece la reproducción ampliada del modo de producción capitalista. Pero, ¿eso es lo que debe hacer la universidad pública?. La loca carrera universitaria por la realización de la eficiencia como valor absoluto del profesional olvida que el Artículo 3 de la Ley Orgánica de la Universidad de El Salvador le plantea, como uno de sus fines, en el literal d) “Propender, con un sentido social-humanístico, a la formación integral del estudiante”; y en el literal b) le propone “Formar profesionales capacitados moral e intelectualmente para desempeñar la función que les corresponde en la sociedad”.
5. Desde hace más de 20 años, el Ministerio de Educación sacó del pensum académico de la formación de nuestros bachilleres la filosofía como una asignatura; igualmente, el mismo Ministerio, en los tiempos del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), ha ordenado sacar de la oferta de carreras universitarias tanto el Profesorado en Ciencias Sociales como también la Licenciatura en Ciencias de la Educación Opción Ciencias Sociales. Por el contrario se favorece el surgimiento y desarrollo de carreras tecnológicas, que tienen que ver con la formación de una fuerza de trabajo eficiente y dócil a las disposiciones de los procesos de acumulación capitalista. Al parecer, la Universidad de El Salvador se ha dejado llevar por esta visión. Pero al hacerlo ha debido abandonar su propósito de ser ciencia y conciencia crítica de la nación.
6. La UES parece estar ausente en el debate nacional por la solución de los ingentes problemas sociales. No parece haber un permanente posicionamiento que oriente y promueva la formación del nuevo sujeto social por el cambio auténticamente popular. Las formas organizativas típicamente universitarias, como las Asociaciones Estudiantiles los Gremios de Docentes los Sindicatos de Trabajadores Universitarios, parecen estar aletargados, con bajo nivel organizativo, poca beligerancia; pareciera que están más inmersos en las dinámicas internas universitarias relacionadas con las elecciones de autoridades que la problemática universitaria en su integralidad. Pareciera que es en torno a las cuestiones electoreras en torno a los cargos de dirección en donde gravita el ser y hacer de las formas organizativas de los estudiantes, docentes, y los trabajadores. Al parecer, también después de los así llamados acuerdos de paz, la Universidad de El salvador se ha “desmovilizado”. En esa dirección la han arrastrado, al parecer, los altos niveles dirigenciales del Alma Mater. En un proceso que quizá haya iniciado con los dos períodos de rectorado de la Dra. María Isabel Rodríguez, hasta muy reciente data.
7. En la práctica real de las instituciones y estructuras de dirección de la Universidad, hay sujetos que son los responsables del desarrollo de la praxis institucional; y, al parecer, el poder se ha convertido en el fundamento de la ética; “algo es bueno, si se puede lograr”; si lo puedes hacer, entonces eres bueno. Si no lo puedes hacer, entonces eres malo e ineficiente; el fundamento de la ética, en esta visión, es el poder; pero las cosas se pueden de cualquier manera, legal o ilegalmente, honorable o corruptamente, respetando o bien atropellando la dignidad humana; al parecer, lo importante es el logro del fin, los medios no importan mucho… Lo que importa es ser eficiente. Pero entonces, el problema no estaría únicamente en el diseño curricular, el supuesto vacío legal, la falta de normativas institucionales, o bien en el campo de las estructuras institucionales. El problema estaría, además, en la eticidad e identidad universitaria de los sujetos que operamos en la Universidad como institución. Un ejemplo hipotético: la ley establece los tiempos, instancias, y los modos de elegir un Rector; sin embargo, ya pasaron más de 9 meses sin haber podido elegir la persona para el cargo. ¿Por qué? ¿Por problemas legales, institucionales, o de intereses personales y de grupos afines?.
8. Hay una separación peligrosa entre Universidad – Sociedad. Talvez haya un debilitamiento en la UES de la reflexión científica de los fenómenos sociales, políticos, económicos, y culturales, en buena medida por el abandono del marco teórico del marxismo, y el no involucramiento de los sujetos universitarios en las luchas reivindicativas y estratégicas de la clase trabajadora. Por identidad, por tradición, e incluso por ley la Universidad siempre fue conciencia crítica de la nación. Quizá ya hace mucho que la reflexión crítica universitaria que pudiera orientar el rumbo estratégico del país está ausente. A lo mejor, no hay un posicionamiento crítico científico de la universidad frente a los ingentes problemas de la nación; nada ha dicho en torno al problema del eterno déficit fiscal, la crónica delincuencia, el posible impacto de la implementación de la ley de asocio púbico-privado, las pensiones etc. ¿Por qué? ¿Porque no se tiene nada qué decir? ¿Porque no se puede decir lo que se tiene que decir? ¿Porque no se lo considera relevante? ¿Por temor? ¿Por un debilitamiento de la identidad crítica universitaria?. No creemos que tendríamos que reconocer que la Universidad “ha perdido la cabeza teórica”. Al parecer esta dimensión del problema universitario no preocupa tanto a las autoridades; parece que más les interesa resolver asuntos de funcionalidad, de operatividad, de eficiencia más allá de un análisis de la ética que debe sustentar tal eficiencia. Un ejemplo hipotético: al funcionario corrupto no le interesaría cumplir la ley universitaria, únicamente le interesaría el cumplimiento de la ley si ello le favorece en el logro de sus intereses de grupo o individuales. Entonces, ¿el problema es que se tiene una deficiente legislación?; la respuesta es NO; el problema es que tenemos un funcionario corrupto. ¿Resolverías el problema cambiando la legislación? NO; lo resolverías educando al corrupto, o removiéndolo. El problema, en este caso hipotético, no está únicamente en el sistema; está también en el sujeto. Hipotéticamente esta dimensión de la problemática sería más frecuente o real si en la asignación de plazas laborales y decisiones institucionales hubiera de pesar más el criterio de pago de favores electorales. Quizá también haya que poner muchísima atención al perfil generacional de docentes y trabajadores con los cuales la Universidad se ha cundido luego de los así llamados acuerdos de paz.
9. La reflexión por el cambio curricular parte equivocadamente del supuesto de que “la realidad ha cambiado”, y por tanto el modelo curricular de la Universidad habrá de cambiar igualmente. Pero la dinámica esencial capitalista en el país no ha cambiado, el hecho de que el eje de acumulación en la formación económico social salvadoreña ya no sea la agro industria, sino más bien el capital financiero, no significa un cambio esencial, sino aparencial, de la lógica del capital en El Salvador. El hecho que la agudización de las contradicciones de clase no se expresen de la misma manera que en los ochentas, no significa que no haya lucha de clases; ciertamente podríamos aceptar la tesis de que hay un reflujo de la confrontación clasista, pero los intereses estratégicos de las clases fundamentales son los mismos de siempre. Por supuesto que en el presente la clase obrera ha perdido poder frente al capital. Los niveles de conciencia de clase de la clase trabajadora han decaído. Y por tanto la visión científica en términos de las ciencias sociales igualmente está en el gatopardismo acomodaticio pragmático. Las posturas pseudocientíficas del positivismo ecléctico ganan terreno y han logrado posicionarse como el marco teórico posible y “realista”. Al respecto Marx afirma que “La economía política, cuando es burguesa, es decir, cuando ve en el orden capitalista no una fase transitoria del desarrollo, sino una forma absoluta y definitiva de la producción social. Sólo puede mantener su rango de ciencia mientras la lucha de clases permanece latente o se transluce simplemente en manifestaciones aisladas”. Esto es exactamente lo que podría estar ocurriendo ahora. El pragmatismo, el eclecticismo, el reformismo, y todas esas formas teóricas de defensa solapada del sistema capitalista tienen ahora carta de ciudadanía entre nosotros; y frente a una debilidad teórica, el abandono del marco teórico marxista, esos engendros intelectuales se nos presentan como lo único posible, como lo verdadero, como lo “realista”, como lo “prudente”. Debilitar la presencia de las ciencias sociales en la curricula universitaria habría de ser uno de los propósitos de un “currículo oculto” de los enemigos estratégicos de la Universidad de El Salvador. La realidad social, económica, política, cultural en nuestro país no ha cambiado esencialmente. Históricamente la UES ha sido conciencia crítica de la nación, en los setentas y ochentas el currículo universitario logró responder a los fines humanísticos y críticos de los buenos hijos que pasaron por sus aulas. Si la realidad no ha cambiado esencialmente, ¿por qué la Universidad tiene que cambiar esencialmente su currículo? Los únicos que quizá no podrían estar interesados en un cambio curricular radical en la UES son aquéllos que temen el desarrollo científico, humanístico, y crítico de nuestra Universidad. ¿Cómo ha sido que hemos permitido que las universidades privadas nos vengan a decir ahora, por medio de los “pares evaluadores” qué está bien y qué está mal?. ¿Cuál es el apuro de estar al día en las dinámicas de las “acreditaciones”?. Quizá la tarea fundamental de la Universidad de El Salvador se la de volver a sus raíces nutricias de gloria, compromiso, y excelencia. Considerar la grandeza y el trabajo de los Rectores Rafael Menjivar Larín y Felix Ulloa, y de intelectuales como Salvador Moncada; la beligerancia, conciencia de clase, y el accionar consecuente de una Asociación General de Estudiantes de la Universidad de El Salvador (AGEUS), ahora inexistente, y la lucha organizada de los Trabajadores de la UES. Entonces la Universidad fue grande, ahora, luego de los así llamados acuerdos de paz también ha venido a menos, al igual que la organización del pueblo salvadoreño.
10. Es bien sabido que la dinámica curricular se refiere también a los sujetos del currículo. En la práctica, dichos sujetos son varios, entre algunos de ellos se encuentran tanto el estudiante como el docente. Por tanto, en buena lógica, no sería recomendable la elaboración de una revolución curricular que no incluya de manera activa la presencia, en su elaboración, a dichos sujetos; caso contrario estaríamos hablando de un currículo antidemocrático e impuesto, por muy técnico que fuera. La elaboración de una revolución curricular que no incluyera de manera real a los docentes y estudiantes sería un currículo sin fundamento en los sujetos e implementado “desde arriba”. De ahí que su implementación generaría resistencias, malos entendidos, deslegitimación, en una palabra, rechazo. Por tanto, no se trata sólo de convocar a un pequeño equipo de “iluminados” para poner en práctica todas sus ocurrencias curriculares. Una propuesta curricular realmente científica y legitimada es aquella que parte de las bases, de los sujetos reales, que son los que en el día a día saben justipreciar los aciertos y debilidades de los modelos curriculares implementados. Esta sería una dinámica curricular que se estructura “desde abajo”.
11. La pérdida de la brújula crítica en la Universidad de El Salvador se revela incluso en cuestiones tan prosaicas como el manejo del equipo de fútbol de la liga mayor. Una de las causas por las cuales el equipo de fútbol de la Universidad se encuentra en un estado lamentable es la falta de visión estratégica de sus dirigentes: siguiendo la lógica mercantilista burguesa contratan mercenarios sin amor a la U, no se dan cuenta que en las Facultades, hay estudiantes que jugarían mejor, pero no les dan oportunidad. Además, no promueven el fútbol interfacultades para reclutar los mejores, y con ellos formar el equipo de la U. Finalmente, creen que la solución está en el dinero, en más presupuesto para contratar inútiles mercenarios. En lo personal, preferimos apoyar un equipo formado únicamente con estudiantes universitarios de corazón, sin salario, pero becados, que un equipo maleta de mercenarios. Prefiero perder con dignidad, que ganar sin autenticidad ni corazón.