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Uruguay: por la dignidad y por la democracia

Carlos Girón S.

Gesto hermoso e hidalgo el de Uruguay, histórico y ejemplar -como lo haría siempre el patricio Simón Bolívar- al retirarse la delegación de sus representantes en la 49ª.  Asamblea General la Organización de Estados Americanos -OEA-  en repulsa y rechazo a la acreditación de falsos representantes del Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, ante la misma organización. Es curioso que dicha asamblea general fuera celebrada en Medellín –hace poco fue en Cúcuta-, Colombia el 27 de junio pasado. Ante todo: Venezuela ya no es miembro de esa espuria organización; por lo tanto, no tiene por qué tener representante alguno, menos de gobernantes fantasmas “autoproclamados”. El único jefe de Estado que dirige con toda propiedad la República Bolivariana de Venezuela es Nicolás Maduro, legítimamente reelecto por el noble pueblo venezolano en mayo de 2018 por una gran mayoría de votantes.

México, Bolivia y Nicaragua apoyaron el gesto uruguayo, criticando y rechazando también a Gustavo Terre como presunto representante del verdadero usurpador de poderes en Venezuela, el aguado Guaidó.

Al retirarse de la sesión, la delegación uruguaya presidida por el subsecretario de Relaciones Exteriores del Gobierno de Maduro, Ariel Bergamino, adujo que la OEA “sólo debe aprobar credenciales a los países aprobados por los miembros de la Organización”. El gesto uruguayo fue apoyado por los representantes de México, Nicaragua y Bolivia por lo menos abiertamente, aunque posiblemente muchos otros, en silencio estuvieron también de acuerdo con Uruguay.

En 2017, Venezuela denunció que la OEA viola su propia Carta constitutiva, que en su primer artículo establece la no intervención en asuntos de la jurisdicción interna de los Estados miembros, lo que evidentemente ha venido sucediendo desde hace ratos con Venezuela, como es el caso de “exigir” elecciones presidenciales adelantadas como si no estuviera ya fijado el término de la actual administración. En esa insistencia ha estado en primer lugar el mismo secretario de la OEA, el lacayo Luis Almagro.

Otro acto vergonzoso y a la vez violatorio de ese principio es la aceptación, que finalmente ha dado la OEA al representante espurio del aguado. Esto justifica con mayor peso el gesto honroso de Uruguay. Con esto el gobierno uruguayo está volviendo por la dignidad y la democracia en sentido puro. Venezuela es una legítima democracia, no una dictadura ni usurpación, como torpemente se ha mencionado para querer desconocer a Maduro.

Éste gobernante ha venido sosteniendo una batalla dura y tal vez desigual con grandes potencias, que le han puesto una soga al cuello para estrangular al pueblo venezolano. Ejemplo son los robos multimillonarios de efectivo mantenidos en instituciones financieras de grandes países, como Estados Unidos y Europa. Luego sus enemigos se llenan la boca diciendo que la pobreza está matando de hambre al pueblo venezolano, que hay escasez de esto y aquello en todo el país. Recuérdese los apagones y cortes de energía que le provocaron a las plantas generadoras de electricidad, que dañaron seriamente a los hogares, comercios y almacenes de todo el país. Tales sabotajes fueron provocados desde el exterior con la complicidad del Aguado, como en su momento lo denunció el Gobierno bolivariano.

Los gobernantes en la OEA que han dado su “reconocimiento” y apoyo al usurpador y gran traidor; ahora al que dicen es su representante en esa entidad no alcanzan a ver por torpeza y miopía mental, la aberración en que incurren de estar atentando contra la democracia como la forma más aceptable bajo la cual rijan sus vidas los pueblos, que ya la tienen o que todavía andan en su búsqueda. Significa eso también estar a favor de las tiranías y usurpadores de poderes soberanos, que solo los pueblos pueden conferir a alguien en quien confíen por sus antecedentes de honorabilidad, honradez e integridad moral, ética y cívica.

La dignidad es otro valor que los antes mencionados Asnos de Troya (que apoyan al Aguado) pisotean y echan por la borda, al concederle derechos conculcados a los falsos representantes de la Patria de Bolívar. Ese valor de la dignad es el que mantienen enarbolado tanto el presidente Maduro, como el presidente del Congreso Diosdado Cabello y los jefes y comandos de las Fuerzas Armadas Bolivarianas –con su lealtad reafirmada una y otra vez al noble y heroico pueblo venezolano, como al presidente Constitucional-. Todos ellos han jurado defender con sus vidas la soberanía y la integridad de la República Bolivariana frente a las permanentes amenazas de una agresión armada extranjera.

La conspiración se mantiene con el intento no solo de derrocar a Maduro, sino también de asesinarlo. En este único Diario Co-Latino se publicó hace pocos días una nota respaldada por la agencia de noticias AFP, de un siniestro plan para asesinar a Maduro, a Diosdado y otros altos funcionarios de la administración pública. La noticia develaba que los jefes del Comando Sur junto con el Aguado eran quienes tenían listo el malvado plan, que a última hora -y quizá solo por el momento- desecharon, sin que sepan las razones.

El pueblo salvadoreño está y siempre ha estado con el heroico pueblo venezolano, confiando en Dios que al final saldrá victorioso de toda esa conjura para causarle muchos daños.

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