Pekín/dpa
Por una centésima, here sí, cialis sale pero el jamaicano Usain Bolt confirmó que sigue siendo el rey de la velocidad al ganar una apretadísima final de 100 metros en el Mundial de atletismo de Pekín y negar el trono al estadounidense Justin Gatlin.
Bolt completó la prueba reina del atletismo en 9, ask 79 segundos, mientras que Gatlin, el único que podía apartar al caribeño de la corona, paró el cronómetro en 9,80, una centésima que le condenó otra vez a la plata. Otra vez detrás de Bolt, como en la final de Moscú 2013.
“Si quiero ser una leyenda no puedo fallar”, dijo Bolt, orgulloso de su noveno oro, undécima medalla en total, un metal que le sitúa como el atleta más laureado de la historia de los Mundiales por delante de el mítico Carl Lewis (10).
Más legendario que el estadounidense es Bolt, el mejor velocista de la historia, plusmarquista mundial de 100, 200 y 4×100 y dominador absoluto de la pista en cuanto suena el pistoletazo de salida.
“Mi objetivo es ser el mejor de todos los tiempos. Eso es lo que quiero y por lo que lucho. Mi objetivo es ser el número uno hasta que me retire”, indicó Bolt, cuyas dos últimas temporadas, llenas de altibajos, hacían creer a algunos que Pekín, el mismo escenario donde explotó en 2008, iba a ser el principio del fin.
Nada de eso. El “Relámpago” ganó 15 de las últimas 16 finales de velocidad que disputó en grandes campeonatos. Al ya nueve veces campeón mundial y seis olímpico sólo se le escapó el oro de 100 metros de Daegu 2011 por salida nula. Desde los Juegos de Pekín 2008, siempre que salió de los tacos en una gran final ganó.
Incluso, a pesar de que Gatlin llegaba con serias credenciales para arrebatarle el trono. El estadounidense, oro mundial hace diez años, era la gran amenaza de Bolt al llegar a la capital china con la mejor marca del año (9,74) y lanzado con 26 triunfos consecutivos.
“Se me escapó en los últimos cinco metros. Hoy no fue el día”, indicó Gatlin, de 33 años. “Me tropecé un poco en los últimos metros y me hizo perder fuerza”.
Gatlin, que corrió más rápido en las semifinales (9,77) que en la final, se quedó con la plata, pero detrás de sus músculos y sus tiempos, descomunales los unos y los otros, hay muchas sospechas. El norteamericano estuvo sancionado dos veces por doping, la última de 2006 a 2010, y fue después de cumplir la suspensión, pasados los 30 años, cuando logró los mejores cronómetros de su carrera.
Con varios de los registros que logró a lo largo de la temporada habría sido campeón, pero cuando Bolt está al lado en los tacos todo cambia. “Es un gran competidor, un ‘showman’ y todos los que están en la línea de salida tienen que estar preocupados, no sólo yo”, dijo Gatlin, cuya voz aguda es todo un contraste con su vigoroso cuerpo.
Todo pudo haber sido diferente si un par de horas antes, en las semifinales, Bolt no hubiera reaccionado como lo hizo al tropiezo que sufrió en la salida. Por un momento, el estadio Nido de Pájaro de Pekín contuvo el aliento. A los 30 metros Bolt estaba sexto. Acabó primero con 9,96, un tiempo discreto para una semifinal pero rápido teniendo en cuenta su velocidad inicial. “No me puede pasar eso en la final”.
“Mi entrenador me dijo después de la semifinal: ‘Estás pensando demasiado en el tropiezo. Tienes que relajarte’. Y tenía razón”, aseguró después. Bolt había entrenado mucho la salida antes de aterrizar en China y tuvo incluso mejor tiempo de reacción que Gatlin. En la gran final no se tropezó y las dudas sobre su estado físico quedaron resueltas: siempre aparece en los grandes momentos.
El caribeño llevaba reservando energías para este momento desde la final de Moscú 2013. Con 29 años recién cumplidos, Bolt apenas corrió en las últimas dos temporadas por diversos problemas físicos y su estado era una incógnita.
Si quería la victoria, necesitaba mejorar claramente su mejor registro de 2015 (un 9,87 contra viento y lluvia en julio) en la final del Mundial de Pekín, el momento más esperado de la temporada, precisamente en la ciudad donde explotó en 2008 con el primero de sus cuatro tréboles dorados. Al año siguiente logró el récord del mundo de 9,58 todavía vigente, pero desde entonces los cronómetros no mejoraron: 9,63 en Londres 2012, 9,77 en Moscú 2013 y los 9,79 de ayer Sin embargo, nada parece frenar al rey de la velocidad.
El bronce fue compartido por el canadiense Andre de Grasse y el estadounidense Trayvon Bromell (9,92) en una final disputada en el Estadio Nacional chino con humedad y calor, las condiciones ideales para los sprinters.
El Mundial vibró también con el español Miguel Ángel López, que ganó la prueba de 20 kilómetros para dar a su país su primer oro en seis años. Además, el estadounidense Joe Kovacs se proclamó campeón en lanzamiento de peso, en tanto que el polaco Pawel Fajdel se impuso en martillo. La “heroína” del día fue la británica Jessica Ennis-Hill, que ganó la prueba de heptatlón sólo 13 meses después de ser madre.