Manuel Luna
Poeta
Lo que cuento es tiempo que viví en la ciudad de Usulután, viagra así como también dar testimonio de personas del pueblo, diagnosis gente humilde que con el tiempo se me convirtieron en mi memoria en personajes míticos. Muchas de ellas no merecieron vivir de la manera que cuento y lo que relato lo escuche de otros y otras escenas las viví. Hay personas que dejaron esta vida de una manera violenta cuando llego la guerra, viagra otras dejaron esta existencia con los pasos de los años y hay otras en ciudades a las que emigraron, de las que yo fui testigo. Y otras que quedaron, en ese poblado que hoy es una ciudad donde todo esto desapareció, un poblado que tuvo su magia. Y hoy lo conforma otra generación de habitantes.
Lo que aquí se escribe es tratado con el debido respeto que ellas se merecen en su memoria y dedicado para aquellas que aun viven.
Recuerdo, cruzar el parque Alameda, por la mañanas, al medio día, ya de noche, se encendía la ciudad con el chirriar de cigarras-chicharas como avisando que los pobladores iban por ahí, a donde tenían que ir, por la vida, de ese día.
Quienes tuvimos la oportunidad de gozar el río El Molino como balneario de paseo los sábados, era cuando más se llenaba de bañistas, la piscina Julio Martínez, su poza con su agua cristalina, su pequeña gruta, aún siento la frescura de esa brisa mezclada con el aroma limpio de jabón de las señoras lavanderas, en derredor de las piedras lavando ropa, después de nadar, comprar yuca frita o cosida en hojas de plátano con pescadas, su salsa, curtido, pedias de diez centavos o de a peseta.
Ahí también me impresiono aquel muchacho, que le faltaba una pierna y se ayudaba con su muleta para caminar excelente nadador, además competidor, que vivía por los alrededores.
Uno de esos sábados, me robaron hasta los zapatos, el primo Milton fue a mi casa a traer ropa, solamente me dejaron con la calzoneta puesta, luego el reclamo de mi padre, que no estuvo de más.
Ese mismo día, mientras llegaba mi vestimenta, sentado junto a la ceiba del río conocí a Leda (adolescente como yo) nos enamoramos unos días; ella nunca dejo besar sus labios, en breve Minchito me contó, casi en secreto donde estaba Leda, donde trabajaba con su hermana, era en el salón prostíbulo de la Lita, estaba en el desvío de Santa María, fui a buscarla, Leda lloro y lloramos juntos. A Lita su novio celoso le arranco la vida a balazos en tiempos de la guerra. Que será de Leda. Siempre ronda mi sombra.
Cuentan que: Minchito años después antes de la guerra, se dió un disparo jugando ruleta rusa en el lupanar de Julio Segundo y Julio Segundo ( por oreja) apareció muerto en tiempos de la guerra –dicen- que fueron los compas, pero no lo confirmo. -me contaron por hay-, así como dice José Alfredo Jiménez.
Y las carretas tiradas por bueyes que conducían los campesinos, entrando y saliendo del pueblo repletas de algodón en temporada de cosecha, nosotros los cipotes del Barrio el Calvario subiendo en ellas cuando pasaban vacías y regresábamos corriendo. Aún resuena en mis oídos el golpe de las ruedas de madera sobre esas calles empedradas.
El primer mar que conocí fue la playa El Espino, en una Semana Santa de no sé qué año , la emoción sentida al ver tanta inmensidad por todos lados era la que después leí en Cien años de Soledad, cuenta esa experiencia mágica García Márquez que es difícil de explicar. Era el El Espino como estar en otro trópico y tomado de la mano de Olga Campos.
Recuerdo: la casa de la abuela Angelina, estaba rumbo al Río Molino, junto a la panadería de Angelina Quintanilla, el aroma a pan horneado de: chambergas, salporas de almidón, royalitos, inundaba las tardes como en las mañanas y del lado de atrás, era la casa de Los Monterrosa: donde a las dos de la tarde, se escuchaba el gruñir de los cerdos sacrificados para preparar chicharrones y fritanga, moronga ,manteca, para el sustento diario.
Recuerdo los partidos clásicos de basquetbol en la Cancha Municipal el equipo del Instituto Nacional contra el San Agustín y San Miguel muy buenos jugadores como: El Chino Willian, Roberto Lazo, Paco Meardi, William Handal, Kiko Handal, Seky Handal, Leo Monterrosa +, José Erik Juárez (El Chele Erik), Erik Travanino, Juan José Romagoza, Victor Duran, Efraín Rivera, Los Cerna ( el blanco y el moreno)
Recuerdo haber sido Boy Scout en tiempos del organizador y maestro, Juan Carlos Quintanilla, Carlos Paniagua y Jorge Cruz ( el Choco Cruz) ahí andábamos Ricardo Hernández, Minchito Guevara+, René Paniagua, Nelson Castillo, El Chato Werne; salimos de campamento un fin de semana hacia la Montaña de la Constancia junto a Concepción Batres, el Chato Werner no pidió permiso a su abuela la niña Maigo, por eso ella llegó a media noche con una pareja de guardias. Que aventura de la abuela gritando por toda la selva ¡Verner hijue puta donde estáas! y nos despertamos todos, y jalado de los orejas se lo llevo, y tirando rayos y hasta puteadas para nosotros.
En Usulután sucedió mi primer trabajo, fue en la hacienda La Carrera del magnate Juan Wright, mi padre lo consiguió, eran 100 colones semanales solo para mi, hacia la limpieza diaria cuando todos se iban de la oficina , tenía mi cuarto para dormir, regresaba el día siguiente a la ciudad. Solamente una vez mire a J.W, por un recado que envío su esposa de la capital, y yo lo tome por la radio. Su mansión estaba frente a las oficinas, toque la puerta, lo tenía frente a mí, supongo que le dije – buenas tardes- era un medio día, el saludo diciendo -hola chele- y solo esas palabras recuerdo. Le di su mensaje.
Sácatelo decía la mara: y rolaban los puros y yo fumando, todos fumando tiempos de Amor y Paz, de Hippies, Santana,, Woodstock, Yo en los ensayos de Los Vikin’g y yo ahí con mi primo Victor Moreno, Payín Moreno, Armando Martínez, Remberto Trejo, Juan (organista) Gustavo Larreinaga, Luis Lopez, los ensayos de los Apaches: Alex, Fredy Trejo, Edgar Trejo+, Vitoco, El turco Imedes, Chepe Gavidia, Bruno Infantozzi, José Allen, Nelson Hueso+ Fito Cornejo, Roberto Lazo, La Toña Hueso +, Carlos Paniagua, Meme Gavidia, y de otros que olvido nombres pero no sus rostros y escenas.
Y ahí las bandas de rock usulutecas Los Vikin’gs, Los Apaches Yetson, The New People, Los Escorpios, Banda Tepehuani.
Recuerdo
Los Viking, viajaron en gira a Colombia y fume de la colombiana. Trajeron colombiana, todos los motorolos Usulutecos, fumando, humando colombiana esa que le decían golden del mero Cali. Había llegado la Mota a El salvador, ni sabían a que huelia por ahí el famoso Sebin de Santa Elena para quienes lo conocieron. Y las tienditas que teníamos para abastecernos de: Los Parras, el Chato Werner. Bejuquilla, El Tiburón. Roberto González haciendo caballitos y derrapando en las calles de Usulután en su Zuzuki, todo un gran festín de esos tiempos de pantalones rayados de lona, camisetas desteñidas, gafas a lo John Lennon Y todos locos. Y yo a?n sin cedula de identidad personal solamente buscando identidad.
Y los salvajes de la Guardia Nacional, cortando el pelo largo con machete a los que éramos jóvenes, hijos de puta!, bien hechos, apestosos a cuero he cuche, cuando estaba su puesto-guarida cerca del parque, ahí también la Policía Nacional con un regordete policía apodado Trucson y un detective de calles y esquinas Chepe Bond y Circuito director de la Policía Municipal, Circuito porque era tuerto de un ojo y con el otro rondaba en su camioneta Wilis. Y después llego, el otro detective de la SIC el policía el Aguila Negra, siempre de negro, que murió de balazos años después en el carro del rector de la universidad Feliz Ulloa. Ahí quedo fulminado y sentado sin poder disparar.
Y siempre a principio de año en enero salían a la calle las hordas de ORDEN a capturar jóvenes, para hacer servicio militar en mas de alguna ocasión atraparon a algún amigo, después los veías con el pelo a rapa lo salvaron del servicio pero no del trasquilado
Recuerdo: nosotros inauguramos las instalaciones del Instituto Nacional (INU) En primer curso siendo director don Mauricio Flores, nuestros profesores don Carlos Sánchez, Don Medardo Ramírez+, Javier Torres, Ana Duarte+, la profe Alicia Márquez, la maestra Ruth, Menjivar, Miguel Velázquez, entre otros.
Ahí quedo un predio baldío que sirvió de campo de fútbol, donde nosotros construimos un medio día porterías de madera, obsequio del compañero Marcos Chicas, dueño de una maderería, éramos: Axel Orellana, Jesús Osegueda, Neto Martínez, Borromeo Sandoval, Germán Benítez, Héctor, Juan José Flores, Mario Alvarenga, Salvador Ramírez, Palito, Ricardo Duran, Medardo Ramírez, Conrado Batres, Faisal, Héctor Melany Machado, Aracely Moreno, Gertrudis, Gladys Araujo u otros más, que olvido sus nombres pero no sus rostros y escenas.
Y no nos libramos, de las llegadas del verdugo Roberto D’Abuisson cuando era joven, A?n no se convertía en malvado o ya lo era. Llegaba a la casa de Los Quiroz a la vuelta del correo. Esto me lo contó David Handal , (sobrino del comandante Shafick Handal) que varias veces lo vió y D’Abuisson le decía; -hola Davisito, hola Davisito-.
Recuerdo: la historia conmovedora de la muerte de Miguel Barahona en circunstancias increíbles, por desapartar a dos que se peleaban, a la salida de una fiesta en la madrugada, y sonó un disparo. Su novia Aurora Torres el día siguiente se entero y se quito la vida por decisión propia al saber de la muerte de Miguel. Y ambos ataúdes bajaron esa tarde, en silencio esa avenida larga que cruzaba el pueblo.
Recuerdo, mis primeros poemas se los leí a mi primo Armando Martínez en la temporada que se refugió en casa de la abuela, seguían las ordenes de captura para el, ahí llegaba yo después de la salida de clase del instituto.
Recuerdo: aquella molienda de caña de azúcar que conocí y dormí en tienda de campaña rumbo a Santa Elena, donde los bueyes hacían girar la rueda del trapiche exprimiendo y triturando las cañas de azúcar, bebí el guarapo en espuma de melaza hirviendo, después las melcochas frescas con los pequeños atados de dulce envueltos en hojas de maíz coloreadas, que después llegaban a las ferias de Santa María, Ereguayquín, Jucuarán, Usulután.
Recuerdo Armando Martínez ( segunda guitarra de los Vikin’gs) me libro de la cárcel una madrugada saliendo de una fiesta de la alcaldía, salió al paso un carro con luces apagadas bajan tres tipos se identifican como detectives de la SIC, le preguntan si iba con él, este responde que no , y me quitan esposas, desde esa madrugada ya no le vi, hasta meses después en la penitenciaría de Usulután encierro que le llevo más de seis meses.
Y los otros Usulutecos que me encontré en los Estados Unidos, México y otras partes del mundo: Lito Lazo, René Bermúdez, Favio Molina, Ramón Sánchez+, Abel Penado+, Medardo Ramírez+, Chavita Vides+ Grapete, Julio Campos, Luis Palacios, Saúl Mejicanos, Lulo, Oscar Jarquín, Leopoldo Vides, Guadalupe Argueta, Chenty Guevara, Rosario Pleytez, Jorge Moreno, Carlos Mario Moreno, Juan José Urías, Omar López, Gustavo Zamora, Miguel Garay, Oscar Garay, así: muchos otros que olvido sus nombres pero no sus rostros
Y tuve que dejar el pueblo, mi padre me matriculo en el Colegio García Flamenco de San Salvador por recomendación del padre de David Handal, porque era un colegio de disciplina y excelente calidad académica y ahí me podría reformar, así es que poco a poco me fui alejando de Usulután y más cuando llego la guerra, por tanto bloqueo de carreteras, enfrentamientos y tantos asesinatos de amigos de infancia que he mencionado, esto dio temor y contribuyo mi ausencia y hoy escribo en memoria de todos desde la ciudad de Tijuana Baja California- frontera USA.
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