Por Jennifer González Covarrubias
México/AFP
Con casi 30 años de periodismo a sus espaldas, Javier Valdez, muerto a balazos el lunes, se dedicó a cubrir e investigar temas relacionados con el narcotráfico en Sinaloa, bastión del cártel del poderoso y sangunario capo Joaquín «El Chapo» Guzmán.
«Ser periodista es como formar parte de una lista negra. Ellos van a decidir, aunque tú tengas blindaje y escoltas, el día en que te van a matar», comentó este periodista colaborador de la AFP en una de las presentaciones de su último libro, «Narcoperiodismo, la prensa en medio del crimen y la denuncia».
Cuando la violencia se disparó a raíz de la militarización de la guerra contra las drogas, Valdez fundó junto a dos colegas la revista Ríodoce, donde escribía la columna Malayerba.
Su publicación se abrió espacio en una región donde la autocensura por amenazas obstaculiza la libertad de expresión y logró establecerse como una referencia para explicar lo que ocurría.
«Lo cuestioné varias veces sobre si tenía miedo, me decía que sí, que era un ser humano. Le decía entonces que por qué arriesgaba su vida y el respondía: ‘Es algo que me gusta, que alguien tiene que hacer, hay que luchar para cambiar las cosas'», comentó a la AFP vía telefónica Rafael Valdez, hermano de Javier.
Nacido hace 50 años en Culiacán, la capital de Sinaloa, Valdez se ganó el reconocimiento como maestro de periodistas en su región gracias a sus coberturas y a su extensa lista de libros.
Entre ellos destacan «Miss Narco», que cuenta cómo sobreviven las mujeres en la cultura del narcotráfico, y «Los Huérfanos del Narco», con desgarradores testimonios de niños que vieron morir a sus padres.
Escritor nocturno y de carácter fuerte, tenía un alto sentido del compromiso con el periodismo, al que consideraba ante todo «una labor social».
«Está cabrón y cada vez se pone peor, pero alguien tiene que hacer la chamba (el trabajo)», comentaba hace poco en una conversación sobre la cotidianidad periodística. Tampoco dejaba pasar la menor oportunidad para reírse.
«En Culiacán, Sinaloa, es peligroso estar vivo y hacer periodismo es caminar sobre una invisible línea marcada por los malos que están en el narcotráfico y en el gobierno (…). Uno debe cuidarse de todo y de todos», aseguró en 2011, cuando recibió el Premio Internacional de la Libertad de Prensa del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ).
Con su familia hablaba poco de sus investigaciones. «Era muy reservado en cuestión de su trabajo, nunca comentaba nada para no inmiscuir a nadie», añadió Rafael.
Reconocimiento
En octubre de 2011, el Comité para la Protección de Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) le otorgó el Premio Internacional de la Libertad de Prensa «por su valiente cobertura del narco y ponerle nombre y rostro a las víctimas».
Ese mismo año también recibió junto a sus compañeros de Ríodoce el María Moors Cabot, que concede la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, Estados Unidos.
«Mientras mejor haces periodismo y más te apasionas, te quedas más solo. Algún contacto tuyo, alguien que veía con simpatía tu trabajo, luego se verá perjudicado por un texto y se retira», aseguró Valdez en una entrevista con el diario La Jornada, medio para el cual también trabajaba, cuando presentó su último libro.
Padre de familia, Valdez, de rostro ancho y sonriente, solía usar un sombrero Panamá.
Valdez se caracterizó por mantener siempre el buen humor, a pesar de estar sometido a coberturas de gran presión, y brindó permanentemente colaboración a sus colegas, recordaron sus compañeros el lunes.
Es el quinto periodista asesinado en 2017 en México, país considerado por la organización Reporteros sin fronteras como el tercero más letal del mundo, después de Siria y Afganistán.
Indignación
México se prepara para vivir este martes varias manifestaciones a lo largo del país por el asesinato del periodista Javier Valdez, especializado en crimen organizado y colaborador de la AFP desde hace más de una década, cuya muerte ha desatado una ola de indignación.
La capital mexicana acogerá una manifestación organizada por varios colectivos periodísticos. Lo mismo sucederá en distintos puntos de Sinaloa, donde compañeros y amigos reclamarán justicia.
La AFP, a través de su directora de la información Michele Leridon, lamentó el asesinato de Valdez, que siempre hizo gala de «una extrema valentía».
«Solicitamos a las autoridades mexicanas esclarecer este cobarde asesinato», destacó Leridon.
«Periodista: sentencia de muerte»
Las redes sociales hervían con la muerte del periodista sinaloense, que se convirtió en trending topic en México.
Las principales organizaciones en defensa de los derechos humanos y de la libertad de expresión, que desde hace tiempo denuncian la impunidad en México, condenaron enérgicamente el asesinato.
La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) exigió a las autoridades mexicanas «asumir de una vez sus responsabilidades de investigar, identificar y llevar ante la justicia a los culpables de éste y otros crímenes».
La directora de Amnistía Internacional México, Tania Reneaum, afirmó que «ser periodista en México parece más una sentencia de muerte que una profesión», mientras que la Comisión Nacional de Derechos Humanos pidió «medidas cautelares para proteger a la familia de Javier Valdez».
El director ejecutivo de la CPJ, Joel Simon, afirmó que «su pérdida es un duro golpe para el periodismo y la sociedad mexicanos, quienes ven cómo la sombra del silencio se extiende por todo el país».
México ocupa el tercer puesto de los países más peligrosos para los periodistas, por detrás de Siria y Afganistán, según la oenegé Reporteros Sin Fronteras (RSF). El año 2016 estuvo marcado por un número récord de 11 periodistas asesinados en ese país.
Los asesinatos de periodistas han aumentado de manera significativa en México desde 2006, cuando el gobierno desplegó al ejército por todo el país para luchar contra el narcotráfico, lo que conllevó una escalada de la violencia. Desde entonces, se cometen entre tres y diez homicidios de periodistas al año, según la oenegé Artículo 19.