Juan Antonio Chicas*
Un 16 de enero de 1992, es decir, hace 25 años, se firmaron los Acuerdo de Paz, con los cuales se generaron muchas expectativas por la construcción de un mejor El Salvador en cuanto a la convivencia ciudadana, esto a partir de los cambios institucionales que se dieron, algunas instituciones se modificaron, otras desaparecieron y otras que se crearon. Entre las instituciones novedosas que surgieron y que dieron mayores esperanzas de un mejor porvenir, fueron la Policía Nacional Civil (PNC) y la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH), la primera porque venía a sustituir los antiguos cuerpos de seguridad que fueron duramente criticados por las recurrentes violaciones a los derechos humanos, pero ahora con la PNC, estructurada con una nueva filosofía y con una visión más humanista, se avizoraban mejores condiciones sociales de convivencia.
La PDDH, por su parte, se planteaba como la instancia idónea para que quienes vieran violentados sus derechos pudieran acudir con toda confianza y teniendo la certeza de que se les escucharía y defendería. Garantizando así una sociedad en la que se respetara la diversidad humana.
Un cuarto de siglo después de haber sido firmados esos acuerdos, es lamentable comprobar que muchas de las expectativas generadas han sido truncadas. Por un lado, la PNC se ha visto obligada a abandonar casi en su totalidad la parte Civil de su filosofía y ha tenido que armarse bélicamente casi a niveles de la Fuerza Armada; por otra parte, siempre en el caso de la PNC, se ha notado un alto grado de infiltramiento de elementos corruptos que cometen graves violaciones a los derechos humanos utilizando el uniforme de la institución. Finalmente, la instancia que más esperanzas despertó para la defensa de los derechos de todas las personas, la PDDH, a través de estos años ha tenido altibajos, dependiendo de las personas la han dirigido, llegando en ocasiones a casi desnaturalizar su función, debido a que el o la titular a antepuesto intereses ideológico-partidarios y, en otra ocasiones, sus creencias religiosas, es decir, violentando ese principio laicista tan importante como lo es el respeto a la diversidad.
* Lic. en Sociología.