Por Menahem Kahana
Iglesia de lamultipplicación/AFP
El santuario de Tabgha, importante lugar del cristianismo en el este de Israel construido sobre el lugar donde supuestamente Cristo multiplicó los panes, sufrió daños por un incendio probablemente provocado, en un acto de odio religioso.
Dos salas del complejo que rodea la Iglesia de la Multiplicación, en la orilla noreste del lago de Tiberíades resultaron dañadas por el siniestro, que se produjo en la noche del miércoles. La iglesia no habría sufrido desperfectos.
El padre Matthias, de la orden de los benedictinos alemanes que administra el recinto, confirmó a la AFP que los daños se limitaban a unas salas alrededor de un atrio, pero que habían quedado «totalmente destruidas».
«Gracias a Dios, la iglesia se halla en buen estado», dijo.
Las llamas acabaron con el techo, dejando aparecer el cielo entre la vigas calcinadas.
Los hermanos y hermanas deambulaban aún aterrados entre las habitaciones cubiertas de escombros carbonizados, con las puertas destruidas por las llamas.
Dos personas que se encontraban en el edificio en el momento del incendio fueron transferidas al hospital por inhalación de humo, dijo un portavoz de la policía, Micky Rosenfeld.
La sospecha de un acto de odio fue inmediato: en una pared del templo apareció, en rojo, un grafitti en hebreo bíblico que llamaba a eliminar a los dioses paganos de Israel. La pintada aludía a una oración judía que se pronuncia tres veces al día.
Desde hace años, activistas de extrema derecha y colonos cometen actos de vandalismo y agresiones contra palestinos, árabes-israelíes, y contra lugares de culto musulmanes y cristianos, en el marco de una campaña que denominan «El precio a pagar».
‘La investigación continúa’
El santuario de Tabgha ya fue blanco de un ataque en abril de 2014, poco antes de la visita del papa Francisco a Tierra Santa. Según los responsables, judíos religiosos muy jóvenes habían dañado la cruz y habían atacado a los religiosos.
En pocas horas, la policía israelí detuvo en los alrededores a 16 jóvenes de las colonias judías de Cisjordania, territorio palestino bajo ocupación israelí cerca del santuario.
Diez de ellos venían de Yitzhar, colonia conocida por ser un bastión extremista situado en Naplusa, donde ciertos colonos ya han estado implicados previamente en actos de odio.
Sin embargo fueron liberados a las pocas horas sin cargos, «tras ser interrogados (…) La investigación continúa», indicó la policía en un comunicado.
La pista del acto de odio religioso sigue presente, pesa a su liberación.
«Cuando sumas uno más uno, entre el grafitti y el incendio provocado, puedes llegar a una conclusión sobre los potenciales sospechosos», afirmó Wadi Abu Naser, un consejero de la Iglesia Católica Romana en Tierra Santa.
«La imagen global de Israel quedará dañada», dijo a la radio pública israelí.
«La profanación terrible de un lugar de culto antiguo y sagrado es un atentado contra la esencia misma de nuestro país», aseguró el presidente israelí Reuven Rivlin.
«El Estado y la sociedad israelí tienen el deber de proteger y preservar los lugares santos de todas las confesiones», agregó.
Por su parte, el embajador alemán en Israel, Andreas Michaelis, condenó «firmemente los ataques y toda forma de violencia contra los lugares de rezo o contra quienes los ofician», y llamó a proteger las instituciones religiosas.