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VARGAS LLOSA, UN NUEVO MARQUÉS PARA JUSTIFICAR LOS GENOCIDIOS DE LA VIEJA CONQUISTA

Isaac Bigio*
Jorge Mario Pedro Vargas Llosa es el primer marqués de Vargas Llosa. El novelista peruano, que se hizo famoso con sus escritos izquierdistas y que luego ganó el premio Nobel de literatura en 2010, ha terminado integrándose en la nobleza feudal y conservadora de la monarquía española. Es, precisamente, de esta potencia de donde llegaron los conquistadores que destruyeron a las más grandes civilizaciones nativas de su continente natal. En el 2011 el rey Juan Carlos I le otorgó el título de marqués, el mismo que van a heredar sus siguientes generaciones. Basándonos en esos galardones, el único mistiano miembro de la aristocracia castellana ha ido adaptándose a quienes le halagan y financian, y también ha querido reforzar sus intervenciones políticas inclinándose cada vez más y más a la derecha, incluso adoptando posiciones más extremistas que las que tiene hoy el conservadurismo británico.
Su viraje, refleja el atraso, la altanería y la miopía política de los herederos del feudalismo monárquico peninsular. Vargas Llosa ha hecho una serie de nuevas declaraciones que son bastantes reveladoras. En la primera parte de este trabajo nos concentraremos en dos de ellas tienen que ver con la actualidad peruana en las que acepta que las elecciones presidenciales fueron «limpias» pero quien las ganó es un «analfabeto». Empero, la más importante es la que abordaremos en nuestro capítulo final y que trata de la gravísima apología que el nuevo marqués hace de lo que ha sido el mayor holocausto que haya tenido el Perú, las Américas y el planeta.
CAPÍTULO UNO.
EL ANALFABETISMO POLÍTICO DE QUIEN IGNORA A SU PROPIO PUEBLO.
Vargas Llosa acepta que no hubo fraude … pero también insiste en que lo fundamental es saber votar bien.
En una ponencia que Mario Vargas Llosa dio a mediados de mayo en el Centro de Estudios del Desarrollo en Montevideo, él sostuvo que en el Perú: “ha habido unas elecciones limpias y los peruanos han votado mal. Los peruanos han votado muy mal y eso hay que decirlo con absoluta claridad. Es importante que haya elecciones libres, pero es más importante todavía que en esas elecciones libres los electores voten bien, y en el Perú han votado mal”.
Esas declaraciones implican un nuevo giro y también cierto distanciamiento ante Keiko Fujimori, a quien desde abril 2021 endosó incondicionalmente. Cuando se dieron los resultados del balotaje peruano del 6 de junio, Vargas Llosa se adhirió al fuji-porkismo objetando los resultados electorales. Hoy acepta que estos comicios fueron “limpios”, lo cual es un desplante para Fuerza Popular, Renovación Popular y otros socios suyos que aún siguen hablando de “fraude”. Ninguno de ellos han sido capaces de probar ello tras haberse gastado más de 200 mil soles en la comisión parlamentaria que ha presidido el almirante (R)Jorge Montoya y que ahora buscan promover las acusaciones que ha dado un delincuente preso en sentido de que el “anforazo” se produjo en la primera vuelta.
A pesar de que el escritor admite que las elecciones fueron transparentes, para él lo importante no es tanto ello, sino que es el saber votar bien y no mal. Ahora acusa a sus compatriotas de haber votado “muy mal” y eso es lo que vale. De manera paternalista, él quisiera enmendar el error de los peruanos apuntalando al golpismo de la ultraderecha. Este es el pensamiento del conservadurismo español, en el cual él milita desde que adquirió tal nacionalidad, y con el cual se ha buscado intervenir militarmente en Venezuela y también en contra de otros gobiernos contestatarios de la región.
El marqués de Vargas Llosa no cree que hay que respetar la voluntad popular y el veredicto de las urnas, pues «lo más importante» es no votar muy mal. Para él no se vota bien cuando las mayorías no hacen caso a todo lo que los grandes ricos y su gran prensa promocionan. Por eso tildan al ganador (y presuntamente a sus votantes) de «analfabetos».
Además, él sostiene que de repente el Perú pasó de ser un país que «exitosamente» venía aplicando el modelo que él venía impulsando desde 1990 (prácticamente todos los presidentes peruanos de las últimas 2 décadas Fueron apoyados por él: Paniagua, Toledo, García, Humala, PPK, Vizcarra y Sagasti) a ser uno que, como él mismo lo describe, es de «tercer nivel».
El Perú ya lleva un tercio de siglo aplicando las recetas monetaristas neoliberales. La pandemia mostró que estas han acrecentado la miseria y la extrema polarización social. La ausencia de buenos servicios públicos y de derechos laborales produjo que el Perú haya sido el único país del mundo donde el número de muertos por el COVID-19 superaron al 1% de quienes estuvieron obligados por ley a ir a votar en todas sus elecciones presidenciales.
Los países europeos que tienen un capitalismo con mayor intervención estatal y un estado de bienestar social han tenido en ese mismo periodo un mayor avance. A pesar de que el coronavirus les golpeó mucho, tanto allí como en el epicentro de la pandemia (China), el porcentaje de muertos por dicho mal fue inferior al del Perú, al cual dicha plaga llegó después.
A pesar de muchas y duras críticas que se puedan hacer a los partidos comunistas de China y de Vietnam, estos mismos, en dicho tercio de siglo, han desarrollado a sus naciones en una escala mucho mayor. Desde 1990, mientras en el Perú se han desmantelado muchas industrias que producían para el mercado nacional y se han deteriorado las condiciones de las mayorías, la China se ha súper-industrializado y se ha convertido en la locomotora de la economía global. Beijing está a punto de superar a Washington como la principal potencia económica del mundo.
Es bueno recordar que el hoy marqués se hizo un hombre de letras promoviendo al Partido Comunista de Cuba, a la revolución castrista y a las numerosas guerrillas guevaristas (incluyendo las de su natal Perú en los sesentas). Él luego simpatizó abiertamente con el gobierno «socialista» del general Juan Velasco (1968-75).
Mientras Héctor Béjar, a cuyo foco armado él abiertamente propagandizó, se ha mantenido siempre en la izquierda, Vargas Llosa decidió aliarse en 1989-90 con Fernando Belaúnde y con Luis Bedoya (a quienes él había combatido cuando hicieron su primer Gobierno en 1963-68, tiempo en las que él estuvo apuntalado a las «luchas armadas» del MIR y del ELN en su contra). En 1990 él fue el primer candidato de la derecha unida llamando a un shock neoliberal, aunque él perdió contra Alberto Fujimori, quien, no obstante, le robó su programa.
El ex castrista ha sobrepasado a sus 86 años de edad castrándose de todas sus ideas de juventud. Tras habérselas pasado 3 décadas atacando a Alberto Fujimori como uno de los dictadores más sanguinarios y corruptos de la historia, en abril 2021, después de haber fracasado en sus intentos de transformar a Pedro Castillo en un nuevo Ollanta Humala, él se convirtió en escudero del fujimorismo. Si hasta la primera vuelta presidencial peruana del 11 de abril, Vargas Llosa había sido uno de los mayores denunciantes de la tiranía fujimorista y de Keiko Fujimori, apenas el ganador de esta (Castillo) se negó a pactar con él, el nuevo marqués castellano hizo todo lo posible para transformar a Fuerza Popular (FP) en el partido líder de la «democracia». Todo esto, pese a que en la víspera él había aceptado el veredicto de la fiscalía de que FP es una  «organización criminal». Incluso llegó a aceptar el planteo de Keiko para amnistiar a su padre.
Vargas Llosa ha llamado a votar recientemente por todas las fuerzas de la derecha y de extrema derecha en Iberoamérica. En Chile apoyó a José Antonio Katz, pese a sus abiertas simpatías con el pinochetismo y a su afiliación al Foro de Madrid de los franquistas de Vox. En las elecciones del Brasil llama a apoyar a Jair Bolsonaro contra Lula. Como casi todos sus candidatos presidenciales han venido perdiendo en Latinoamérica, él se siente muy deprimido con lo que pasa en su región natal.
Nada queda de aquel Vargas Llosa que denunciaba a las dictaduras derechistas, pues ahora él llama a votar por quienes en Chile y Brasil reivindican a las antiguas autocracias militares totalitarias que oprimieron y ensangrentaron a ambos países, mientras que para él las únicas «dictaduras» que hay que condenar son las que se basan en el modelo cubano (que él antes apuntaló).
Vargas Llosa ha hecho de las consignas «liberalismo, democracia y libertad» el eje de sus expresiones políticas. Sin embargo, el nuevo marqués es parte del único sistema monárquico que existe dentro de una treintena de naciones iberoamericanas.
La corona castellana, a diferencia del resto de las de Europa, fue reimpuesta tras una cruenta guerra civil (la de 1936-39) y de 4 décadas de represión fascista y clerical-falangista. El Generalísimo Francisco Franco fue el mentor del rey Juan Carlos I quien le dio a Vargas Llosa su título nobiliario, con el cual él es parte del establishment de origen feudal.
Nunca los más de 47 millones de españoles vivos han escogido a su Jefe de Estado, el cual fue impuesto por el Generalísimo Francisco Franco quien llegó al poder gracias a los bombardeos y masacres que hicieron sus socios de la Alemania de Adolfo Hitler y de la Italia de Benito Mussolini.
Jamás ningún ciudadano de España votaron a favor de nominar a Juan Carlos I como su mandatario y menos aún a su hijo Felipe como su sucesor.
Vargas Llosa ha apoyado la represión violenta a los intentos de los catalanes de tener un referéndum pacífico y democrático para ver si apoyan o no la independencia de su nación, como el que han tenido Escocia y Quebec. El antiguo «castro-comunista» Vargas Llosa, que antes denunciaba las guerras «imperialistas» de EEUU, ahora las promueve. Incluso, ha pedido que Washington intervenga militarmente en Venezuela y que EEUU ayude a derrocar a diversos presidentes izquierdistas o nacionalistas.
Ahora, que son las elecciones colombianas, él milita contra Gustavo Petro y ha apoyado a «Porki» (el ultraderechista peruano que usa ese apodo no es el original, sino el actual mandatario de Bogotá, Iván Duque), pese a que Colombia es el país americano con más bases militares de EEUU, más narcos, más paramilitares y escuadrones de la muerte, más asesinatos de líderes sociales, negros e indígenas, más represión a la juventud, y más altos niveles de hambre y polarización social.
Analfabetismo.
En una entrevista al diario La Tercera de Chile (17-4-2021), Mario Vargas Llosa dijo: “El Perú no sale adelante, está entrampado, por haber elegido mal, por haber elegido un presidente que es absolutamente un analfabeto, una persona que no tiene digamos la información necesaria y un gobierno que ya muestra muchos síntomas de corrupción, de malos manejos, de manejos irresponsables”.
Caracterizar a Pedro Castillo de ser “un presidente que es absolutamente un analfabeto” es una absoluta falsedad y un absoluto insulto racista y clasista. Castillo es un profesor de colegio con grados y postgrados universitarios. Su profesión es educar a los chicos y chicas a que sepan leer y escribir. Ya se ha demostrado que no es cierto que él haya plagiado su tesis de maestría. Vargas Llosa no se atreve a cuestionar a la universidad que le ha dado ese grado, pues es propiedad de su aliado César Acuña. Este último es un «académico» que en una entrevista en la TV reconoció no haber leído ninguna de las obras de Vargas Llosa ni fue capaz de nombrar el título de cualquiera de ellas.
Sin embargo, como Castillo es el primer presidente electo del Perú que no proviene de la elite dominante, que nunca ha sido parte de cualquier parlamento o gobierno local o nacional, y que ha vivido casi toda su vida en uno de los distritos más pobres y abandonados del país, la “alta sociedad” le desprecia. Para esta, Castillo es un “analfabeto absoluto” porque no está educado en todos sus trucos y formas de despreciar a los andinos.
Incluso en el caso de que Castillo no supiese leer o escribir, eso es algo que no puede conllevar a que sea menospreciado. No sabían leer libros (ni conocieron estos) ninguno de los grandes gobernantes que tuvo la Sudamérica prehispánica, que construyeron la mayor red de caminos peatonales de la historia universal, que edificaron inmensas construcciones antisísmicas (como Machu Picchu, Cuzco, Kuelap, Caral, Tiahuanaco y otros que causan admiración mundial), que le dieron a la humanidad la papa, la quinua, las llamas, el cuy y otros productos, y que crearon el mayor imperio nativo que hayan tenido tanto los hemisferios del sur como del occidente.
El deber de un intelectual no es el adoptar una actitud soberbia ante su pueblo, sino buscar entenderlo e identificarse con sus problemas y necesidades. Vargas Llosa vive completamente divorciado de las grandes mayorías y dedicado a frecuentar a nobles y a ricos. Es él quien muestra analfabetismo, pero no de lecturas, sino de vivencias, de compenetrarse con la realidad y de poder conectarse con su propio pueblo, al que realmente tanto desprecia.
Cuando la elite criolla menosprecia a Castillo por ser un “analfabeto” o un “burro”, en verdad esta se está insultando a sí misma. En 1990 Vargas Llosa perdió. Esto, pese a su gran “intelecto”, a haber tenido una multimillonaria campaña electoral y a haber sido apoyado por los grandes partidos, medios y gremios empresariales de la derecha, por quien entonces había sido el único presidente peruano electo en dos quinquenios separados (Fernando Belaúnde) y también por quien era el popular alcalde de Lima (Ricardo Belmont). Él entró en la historia peruana como el primer candidato que ganaba en una ronda inicial para perder en la final.
Castillo, a diferencia de Vargas Llosa y de Keiko Fujimori, venció en las dos vueltas electorales (y todo ello pese a no tener el apoyo de ningún canal de TV, diario o semanario, y de haber sido el candidato más terruqueado del hemisferio). Si un “asno” logra eso, ¿qué se puede pensar de quienes fueron incapaces de ganarle y hasta ahora no pueden vacarlo?
Vargas Llosa ataca a Castillo de tener “un gobierno que ya muestra muchos síntomas de corrupción”. Es verdad que el ex secretario y sobrinos del Presidente se han dado a la fuga, que el número 2 de Perú Libre está preso y que el secretario general de dicho partido está procesado, pero no hay prueba alguna que demuestre que cualquiera de los 2 integrantes de la plancha presidencial hayan cometido un robo, pese a todos los intentos de la prensa de encontrar ello. Sin embargo, TODOS los candidatos presidenciales por los que Vargas Llosa ha llamado a votar en este último tercio de siglo han estado o están presos o requisitoriados por corrupción (y en muchos casos, además, por asesinatos y graves violaciones a los derechos humanos). Estos son: Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski (PPK). El rey Juan Carlos I, el mismo que le convirtió en marqués, se ha fugado a una petro-monarquía arábiga altamente corrupta huyendo de tantos escándalos por multimillonarias malversaciones de fondos y negociados, así como por ecocidio. Juan Carlos I es también el único monarca de este milenio que ha abdicado al trono debido a tantos escándalos de corrupción.
Y, sobre ecocidios, recordemos que a inicios del 2022 la Repsol (la principal multinacional petrolera española) produjo el peor derrame tóxico en la historia de los mares de Lima y Callao. Con ello se ha logrado asesinar a cientos de miles de especies vivas y a extinguir una variedad de nutrias. Sin embargo, Vargas Llosa no dijo nada al respecto. Su silencio fue compartido con los antiguos oficiales de la Marina de Guerra que son congresistas o por parlamentarios del Callao como Patricia Chirinos. El nuevo marqués ya se ha olvidado de cuestionar a las corporaciones, pues ahora solo ataca a quienes denuncian a estas.
Keiko Fujimori, a quien Vargas Llosa apoyó en el último balotaje, fue la primera dama de la que fue, según sus propias palabras, una de las peores y más corruptas dictaduras. Vargas Llosa hizo campaña por ella, pese a que esta ha sido la única candidata presidencial en la historia americana que había estado previamente entrando y saliendo de la cárcel por corrupción, y que no podía salir del país. Ni siquiera pudo asistir a la cumbre iberoamericana que Vargas Llosa organizó en Quito para apuntalarla. Vargas Llosa se jugó todo su prestigio para endosar a la cabecilla de una mafia.
En su lucha contra el supuesto corrupto Castillo, Vargas Llosa se alía con los representantes de lo que la fiscalía ha descrito como dos organizaciones descritas como «criminales». Estas son FP y Chimpún Callao. Además, se une con políticos que han estado asociados con el mayor corruptor de almas del país (el reo Vladimiro Montesinos) y con multimillonarios que no quieren pagar sus impuestos (como Rafael López Aliaga).
¿Comunismo?
Uno de los argumentos que tuvo Vargas Llosa para decidir que iba a apuntalar la candidatura de su ex enemiga Keiko en el balotaje peruano del 6 de junio fue que Castillo estaba ligado al comunismo, al terrorismo y al senderismo. La realidad ha demostrado lo opuesto.
Mientras que Vargas Llosa, Nano Guerra García (jefe de la bancada de FP), Fernando Rospiglosi, Martha Chávez y otros directivos fujimoristas debutaron en política militando en corrientes «marxistas-leninistas» y «comunistas», Pedro Castillo nunca se ha reclamado siquiera socialista (definición que sí han adoptado el APRA, Jorge Del Castillo, Juan Guaidó, Leopoldo López y otros que hoy se unen al fujimorismo para promover la vacancia presidencial).
Más bien, Castillo ha sido militante del partido Perú Posible (PP) durante el periodo en el cual su jefe Alejandro Toledo fue Presidente (2001-2006). Continuó en sus filas (llegando incluso a fracasar como candidato local) hasta la disolución de este en 2017. Como tal, el actual Presidente peruano nunca se delimitó de ninguna de las políticas que efectuó Toledo o con los pactos que él hizo. Castillo, como todo miembro de Perú Posible, apoyó en 2006 a la candidatura de Rafael Belaúnde (hijo del fundador de Acción Popular) y luego a la Alianza Perú Posible del 2011 que incluyó a Acción Popular y a Somos Perú.
Vargas Llosa secundó la candidatura presidencial de Toledo en 2000 y 2001 y luego se juntó a él para apuntalar en 2011 a Ollanta Humala y en el 2016 a Pedro Pablo Kuczynski para hacer frente a Keiko.
A pesar de que Vargas Llosa militó en el mismo campo electoral que Castillo en al menos 4 elecciones presidenciales, esta vez prefirió apuntalar a la anteriormente enemiga común de ambos.
Castillo siempre se ha mantenido fiel a la escuela toledista en la que se ha educado. Rechaza cualquier clase de estatizaciones o de cuestionamientos al FMI y a EEUU. Siempre ha dicho que él es un gran promotor de la gran inversión privada nacional y transnacional. Una de las primeras cosas que hizo tras ganar la segunda vuelta fue mantener en sus puestos a quienes dirigen la política monetarista neoliberal peruana desde el Banco Central de Reserva (BCR) y la Superintendencia de la Banca y Seguros (SBS). Su primer viaje presidencial al exterior fue a Norteamérica, donde se reunió con directivos del FMI y del Banco Mundial para alinearse con todas sus políticas.
Esto último, es algo que contrasta con las políticas de nacionalizaciones y de choques con el FMI que tuvieron los gobiernos de Juan Velasco en 1968-75 y Alan García en 1985-90. Mientras Vargas Llosa endosó al primero, luego apuntaló al segundo periodo aprista.
Todo el entorno de Castillo, los parientes y paisanos que han estado en su círculo íntimo y lo que se llama su «gabinete en la sombra» han estado ligados, al igual que él, a partidos tradicionales de la derecha. Todos los asesores presidenciales han sido figuras que siempre se han reclamado abiertamente como anticomunistas. Uno fue Ricardo Belmont, quien cuando fue alcalde de Lima (1990-95) apoyó a su candidatura presidencial y luego ha estado aliado con casi todos los espectros políticos peruanos. Otro es Daniel Salavarry, quien antes fue candidato del APRA, del fujimorismo y de Somos Perú. El segundo secretario de la Presidencia que tuvo este Gobierno fue Carlos Jaico, quien fue el número uno en la lista para los peruanos del exterior en la lista parlamentaria de Alianza para el Progreso (APP).
¿Terrorismo?
A pesar de que las familias Vargas Llosa y Fujimori denunciaron a Castillo de «terrorismo» y «senderismo», el maestro chotano nunca tuvo nada que ver con estas corrientes. Más bien, él, como rondero, organizó la autodefensa campesina contra el senderismo.
Castillo compartió con Toledo sus políticas contra subversivas. En los más de 10 meses que lleva en Palacio, Castillo no ha indultado a un solo preso acusado de haber pertenecido al MRTA o al senderismo, ni siquiera a los activistas no armados que hacían proselitismo electoral para inscribir al MOVADEF. También su Gobierno ha afirmado que no puede cumplir con su palabra de maestro de amnistiar a Antauro Humala. Durante todo este Gobierno los sindicados por terrorismo siguen en las mismas condiciones carcelarias tan distintas a las que goza Alberto Fujimori, a quien nunca se la ha removido de su lujosa cárcel.
Este Gobierno es el único de Occidente que no permitió que el jefe de una organización tildada de terrorista pueda ver a ninguno de sus familiares en su último bienio de vida y que, además, decidió no entregar su cadáver a ninguno de sus allegados y, más bien, lo incineró y dispersó por el mar. Tal «pena de post-muerte» no se ha dado nunca en una democracia mulltipartidaria para el caso de personas que hayan fallecido cumpliendo largas condenas.
Mientras el gobierno militar de Velasco, con el aval de Vargas Llosa, amnistió a exguerrillleros como Hugo Blanco o Héctor Béjar, Castillo no ha querido hacer nada de eso, ni siquiera en relación a los etnocaceristas que le apoyaron en las elecciones.
Desde que hace casi 6 décadas surgió el maoísmo en el Perú, nunca ninguna de sus fracciones instó a sus militantes a asesinar al Presidente de turno. La primera vez que ello ha ocurrido es con Castillo, pues los líderes del «Militarizado PCP» le han condenado a él, a su ex Premier Guido Bellido y a sus respectivos familiares así como a militantes de Perú Libre a ser blancos de tiro.
Cuando se dio el 25 aniversario de la «Operación Chavín de Huántar», Castillo se fue a condecorar y a felicitar a quienes organizaron tal acción. En ningún momento allí se atrevió a criticar a sus mentores (Fujimori y Montesinos) o a investigar a quienes abalearon a subversivos rendidos. Por el contrario, dijo que este operativo fue hecho para defender la democracia (aunque fue hecho por una dictadura).
Perú Libre (PL), pese a sentirse tan cercano al sandinismo, ha avalado tal conducta. Esto, pese a que uno de los hechos propulsores de la revolución de la revolución nicaragüense fue una toma de rehenes que condujo a varias liberaciones de presos, algo que sirvió de inspiración al MRTA quien, con la toma de la residencia diplomática japonesa en Lima quiso generar condiciones para un levantamiento contra el fujimorismo.
Waldemar Cerrón, jefe de la Bancada de PL, acaba de felicitar a todos los soldados que «pacificaron al Perú» al aplastar las distintas insurgencias en 1980-2000.
La actual izquierda ha decidido romper todo lazo con el senderismo y el MRTA. Una cosa es cuestionar los métodos terroristas y provocadores de estos, los mismos que ayudaron a consolidar a la fuji-dictadura. Sin embargo, Castillo y PL llegan incluso a reivindicar todas las acciones contra subversivas (incluyendo las hechas durante la década fujimorista) y no andan muy interesados en investigar o sancionar a los militares y policías envueltos en masacres a civiles.
Chavismo.
Vargas Llosa y la derecha peruana acusan al actual Gobierno de estarse alineando con el «castro-chavismo». Sin embargo, la cancillería de Castillo no se ha unido a la Alternativa Bolivariana de Nuestra América (ALBA), compuesta por Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua y varias Antillas. Más bien, esta llegó a cuestionar la relección de Nicolás Maduro en Venezuela y no ha querido convalidar la que ha tenido Daniel Ortega en Nicaragua. En contraposición al ALBA (que es pro-Moscú), el Perú ha votado junto con EEUU para haber excluído a Rusia de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (la primera vez que un miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU es suspendido de un foro de esta).
Mientras Cuba, Venezuela y Nicaragua se han salido de la OEA, y Bolivia, México, Argentina, Honduras y El Salvador son muy críticos a esta, Castillo es uno de los principales soportes de esta y de su Secretario General, Luis Almagro (a quien La Paz y Caracas sindican de haber promovido golpes militares anticonstitucionales).
Uno de los primeros presidentes en haber pedido autorización a su parlamento para asistir a la Cumbre de las Américas a darse del 6 al 10 de junio y que es organizada por Joe Biden en EEUU. Esto, pese a que se va a tratar de la cumbre menos participativa que se haya dado. Como Washington no quiere invitar a Venezuela, Cuba y Nicaragua, los presidentes de México, Bolivia, Guatemala y Honduras no van a asistir. Esto implica que al menos 7 de los 18 mandatarios de las repúblicas hispanoamericanas ya han dicho que no van a estar presentes. Sin embargo, eso no significa que todos los demás gobernantes del hemisferio van a acudir.
Una de las primeras cosas que hicieron los primeros gobiernos izquierdistas de Sudamérica (como los de la Venezuela de Chávez o el Brasil de Lula) fue instaurar un sistema para entregar decenas de millones de canastas familiares a precios módicos a los más pobres. No obstante, ni esa medida tan poco radical se ha atrevido a hacer Castilllo, quien, además, a diferencia de Juan Velasco, de Alan García y de otros antiguos presidentes se niega a implementar el control de precios.
Algo que alarma a la derecha es la presencia de Perú Libre, un partido que formalmente se autoproclama como «marxista leninista». Sin embargo, el APRA nació reivindicando a Marx y participando en un congreso de la Internacional Comunista (aceptando que todos los bolcheviques «indoamericanos» pudiesen militar en sus filas).
En Bolivia tenemos el caso de Carlos Mesa, el exPresidente del 2003-2005, quien fue el principal candidato de la derecha contra el Movimiento Al Socialismo (MAS) en las últimas 2 elecciones generales (2019 y 2020). Mesa se inscribió utilizando la legalidad del Frente Revolucionario de Izquierda (FRI), un membrete que fue creado por el Partido Comunista de Bolivia Marxista Leninista para poder participar en las elecciones. Este es el partido abiertamente maoísta que en 1971 lanzó la primera «guerra popular del campo a la ciudad» en los Andes y que fuese timoneado por el «Comandante Rolando» (apelativo de «Motete» Zamora). Este mismo sirvió como una inspiración para que Abimael Guzmán (el «Presidente Gonzalo») hiciera lo mismo una década después en Ayacucho.
La derecha altoperuana inscribió a su principal aspirante presidencial usando al «MOVADEF boliviano» y antes ha cogobernado con movimientos que abiertamente se han considerado «marxistas-leninistas». En julio 1946 la oligarquía en La Paz utilizó a las bases del abiertamente stalinista Partido de Izquierda Revolucionaria (PIR) y del trotskista Tristán Marof (cuyo seudónimo proviene de los peruanos Flora Tristán y José Carlos Mariátegui) para hacer un levantamiento popular que terminó por derrocar y colgar de un farol al coronel Gualberto Villarroel. Con este instauraron un «gobierno democrático» a favor de los grandes empresarios mineros. Luego el neoliberalismo fue impuesto a partir de 1985 gracias a los gobiernos del Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), al que eventualmente se sumaron los castristas de Bolivia Libre.
Perú Libre ha demostrado que no es ningún «cuco rojo». A diferencia de todos los partidos que se reclaman comunistas, PL nunca ha querido estructurarse en el movimiento obrero, acaban de desprenderse de los únicos sindicalistas con los cuales han trabajado, no han participado en ninguna las marchas de los trabajadores contra el paquetazo anti-laboral de Maricarmen Alva, no han sido parte de los principales organizadores del paro agrario, rondero y popular, no se les ha visto en mítines de la CGTP (como los del primero de mayo) ni en La Asamblea Nacional de Pueblos organizada por la CGTP y diversas organizaciones ronderas, campesinas y populares.
Durante el premierato de Guido Bellido, él preservó la misma remuneración mínima vital de 930 soles mensualles que dejaron PPK, Vizcarra, Merino y Sagasti. Aún hoy, ni Castillo ni PL se han atrevido a restablecer la semana laboral de 40 horas y la estabilidad laboral, y reponer a los despedidos. Esto, mientras mantienen gran parte del régimen laboral creado por el fujimorismo.
PL no se reclama anticapitalista ni propone una revolución. Más bien, promueve respetar una vía constitucional y democrática, así como una «economía popular de mercados», que es una forma de capitalismo que promueva grandes inversiones nacionales y extranjeras, pero con una mayor participación del Estado.
Vargas llosa es extremadamente «injusto» ante PL. El cerronismo nunca ha planteado medidas tan radicales como las que aplicó la «revolución socialista» militar de 1968-75 (la misma que el novelista apoyó) ni tampoco ha querido estatizar la banca o pagar la deuda externa solo con un porcentaje de las exportaciones, tal cual fue lo que hizo Alan García en su primer quinquenio. La «reforma agraria» propuesta por Castillo y PL es muy diferente a la del velasquismo pues no toma en cuenta al millón de asalariados rurales y tampoco postula afectar en nada a la propiedad de la tierra ni  redistribuirla.
A pesar de que PL reivindica a Mariátegui, su «marxismo» heterodoxo y «pragmático» guarda similitudes con el de Víctor Raúl Haya de la Torre. El APRA terminó haciendo una coalición con el general Manuel Odría (el dictador de 1948-56 que les persiguió) y quien luego se aliaría con el socialcristianismo y el fujimorismo.
A diferencia del APRA, en cuya plataforma de 5 puntos se contempla la unidad estatal de Indoamérica, la nacionalización de tierras e industrias y la internacionalización del canal de Panamá, PL nunca ha levantado tales consignas. Tampoco no busca unir al Perú con otras naciones, ni ha propuesto un «Estado antimperialista» como el que propuso Haya de la Torre.
Finalmente, PL ha demostrado que no es un partido radical, sino uno con una gran capacidad de entenderse con todos los demás sectores (e incluso con el fujimorismo), por lo que liberales, como Vargas Llosa, no son consistentes con sus doctrinas si buscan evitar pactar con este.
Al terminar esta nota, Waldemar Cerrón (jefe de la banda de PL) y el expremier Guido Bellido secundaron la censura promovida por FP contra la ministra de trabajo Betssy Chávez. Sin el voto de ellos 2 y otros 7 congresistas de PL, ella se hubiese mantenido en su puesto.
Bellido y W. Cerrón antes se abrazon con Maricarmen Alva y también votaron con toda la extrema derecha contra el segundo gabinete de Castillo, contra la SUNEDU y contra varias prerrogativas de los fiscalles que investigan casos de corrupción. Igualmente, sin el voto del cerronismo no pudieron haber sido electos ninguno de los 6 nuevos magistrados del Tribunal Constitucional (TC).
No hay ninguna razón para que Vargas Llosa corte palitos con PL. Si el Nobel peruano acabó aliándose a Alan García, lo único que puede impedir un futuro acercamiento entre el marqués y PL es una fuerte carga de racismo, clasismo y desprecio por lo andino.
Liberal contra el liberalismo.
El actual Primer Ministro Aníbal Torres ha dicho reiteradas veces que él no intenta expropiar a la derecha o a la ultraderecha. Lo único que les pide a ellos es que paguen sus impuestos y que cumplan con la ley.
Torres ha sido cuestionado anteriormente, tanto por el Dr. Vladímir Cerrón como por el portal Sudaca de Juan Carlos Tafur, por haber integrado el comité fuji-montesinista que intervino la Universidad San Marcos. Torres, a su vez, abiertamente votó en la primera vuelta presidencial del 2021 por Acción Popular (AP), el partido del que proviene Marcarmen Alva, quien quiere pasar de ser presidenta del Congreso a la de la República.
Si Vargas Losa fuese un liberal consecuente debiera apoyar a este Gobierno o, al menos, a sus intentos de hacer que los grandes empresarios tributen. A fin de cuentas, una de las razones por las cuales las democracias liberales europeas funcionan es porque hay dinero recaudado gracias a que las grandes fortunas cotizan.
El problema en el Perú es que hay una clase dominante acostumbrada a no cumplir con la ley, a hacer malabares para no tributar, a buscar que los jueces y el TC le condenen grandes deudas y a poner trabas para que muchos provincianos lleguen a entrar en su seno.
Castillo y Torres quieren un capitalismo liberal, pero la oposición recalcitrante que tienen es la de sectores que quieren preservar el cáncer de la impunidad y de la corrupción.
Vargas Llosa se proclama como demócrata, pero él se ha aliado al único partido occidental influyente que siempre va a promover golpes (cuando están en el Gobierno para imponer su dictadura y cuando están en la oposición para que el congreso les socave y deponga).
La única forma que hay para lograr que el Perú deje de ser lo que el escritor llama un «país de tercera», pasa por empezar a hacer que se respete la ley, que golpistas no paren constantemente deponiendo presidentes y acabando con la estabilidad, y que las necesidades de las grandes mayorías sean escuchadas y atendidas.
El desprecio que Vargas Llosa y otras personas de la elite blancoide e hispanista tradicional tienen ante Castillo tiene mucho de rechazo a todo lo que tenga mucha carga indígena o a gente que no son parte del establishment.
El novelista vive en una novela donde la fantasía sustituye a la realidad y donde la panfletería barata subjetiva remplaza a cualquier análisis crítico, objetivo y serio.
CAPÍTULO DOS.
APOLOGÍA AL MAYOR HOLOCAUSTO QUE HAYA CONOCIDO LA HUMANIDAD.
Justificando el peor genocidio de la historia humana.
En esa misma entrevista al diario La Tercera de Chile, Vargas Llosa se puso del lado de quienes cometieron el peor holocausto que haya conocido la humanidad. Según él:
«No tiene sentido mirar el pasado. En el pasado había 1.500 lenguajes en América y cómo en ese entonces no se entendían, entonces se mataban. El español vino a resolver ese problema. Ese español que hablan 500 millones de personas en el mundo y que es, después del chino mandarín, la lengua más importante hoy en el mundo, integró a América Latina. Tenemos que agradecerle mucho a los españoles porque sentaron las bases de una comunidad que fue el gran sueño de Bolívar.»
Esta idea muestra un culto extremo y muy subjetivista al imperialismo españolista con sus masacres y genocidios.
Empecemos por las impresiones de menor importancia para ir llegando a las más graves. Varhas Llosa muestra una gran ignorancia con relación al status de las lenguas en el mundo de hoy. El castellano es la segunda lengua materna más hablada del mundo después del mandarín, pero el inglés, que sí es el principal idioma global, tiene más personas que lo hablan como segunda lengua que la suma de los que entienden cualquier lengua china o ibérica. Si bien al sur de EEUU un 60% de sus 600 millones de habitantes habla el castellano, esta lengua es minoritaria en Sudamérica (donde los 210 millones de parlantes del portugués le aventajan).
En el recomendable libro de Charles Mann «1491, nuevas revelaciones de las Américas antes de Colón», se cita a numerosos especialistas que concluyen que antes de la llegada de los «civilizadores» españoles había alrededor de 100 millones de amerindios. En ese entonces esa gran cantidad de gente equivalía a la población de Europa. Sin embargo, dichos académicos, concluyen que entre el 90% al 98% de ellos murieron tras las plagas y abusos que trajeron los conquistadores. Nunca antes ni nunca después en la historia universal se ha dado un caso similar en el que casi todas las decenas de millones de habitantes de dos continentes enteros fueron aniquilados.
Para Vargas Llosa: «No tiene sentido mirar el pasado.» Esto es algo que se contradice con muchas de sus obras que, precisamente, se centran en hechos antes ocurridos. Todo historiador o analista político debe investigar lo que previamente aconteció para ver qué es lo que causa el presente y cómo se puede corregir para el futuro. ¿Cómo él le puede pedir a las víctimas judías, semitas o eslavas del holocausto nazi que no miren el pasado? ¿O lo mismo a los más de 200 millones de sud y norte americanos que ignoren la trata de esclavos con las cuales llegaron sus ancestros cazados o transportados como bestias desde el continente negro?
Vargas Llosa ha nacido en Arequipa y ha vivido en Cochabamba y Lima, ciudades que, al igual que el Perú, tienen nombres amerindios. No sabemos si en su ADN corre sangre indígena o no, o si él sufre del complejo de muchos acriollados que quieren negar sus raíces autóctonas. No obstante, ninguna persona oriunda de lo que fue el Tahuantinsuyo, el mayor imperio nativo surgido, ya sea en el hemisferio occidental o en el del sur, puede querer hacerse el de la vista gorda de lo que este antes fue.
Las guerras no se dan por discrepancias idiomáticas.
Las guerras no se daban en las Américas prehispánica (ni se siguen dando en el mundo) debido a que la gente pueda hablar idiomas diferentes. No es cierto que los pueblos amerindios de «entonces no se entendían, entonces se mataban». Pueblos vecinos con lenguas ininteligibles han logrado convivir en paz en todos los rincones del planeta, mientras que naciones con las mismas lenguas han librado guerras fratricidas.
Tlaxcalas y aztecas eran enemigos feroces, aunque ambos hablaban náhuatl. Los primeros prefirieron aliarse con Hernán Cortés para masacrar a los segundos y conquistar Tenochtitlan. Los arqueólogos han demostrado que entre distintas ciudades mayas se dieron carnicerías (como también pasó lo mismo entre los distintos mini-Estados griegos), pese a que entre ellos se entendían hablando. Varios de los pueblos dominados violentamente por los incas, que se rebelaron contra estos o que prefirieron aliarse a Francisco Pizarro en contra de ellos, eran quechua-hablantes. Huáscar y Atahualpa se enfrentaron entre sí, pese a ser hermanos y comunicarse en la misma lengua materna. Dentro de sus seguidores tenían soldados que hablaban decenas de idiomas que no se entendían entre sí mismos.
Luego, todas las guerras civiles que se dieron entre los conquistadores (como entre los Pizarro y los Almagro), entre los criollos y los peninsulares y entre las distintas fracciones de la era republicana, se dieron entre bandos hispano-parlantes.
Tras la independencia se han dado decenas de guerras civiles y entre distintas repúblicas que comparten la misma lengua o familia lingüística. Tal vez la más sanguinaria de estas fue la de la «Triple Alianza» de 1864-70, en la cual Uruguay, Argentina y Brasil se unieron para exterminar a casi todos los adultos varones del Paraguay. La más brutal guerra civil que haya tenido Iberoamérica ha sido la española de 1936-39, en la cual murieron millones de personas que podían comunicarse entre sí.
La propia Biblia está llena de relatos de guerras entre los reyes Saúl y David, entre Judea e Israel, entre distintas tribus israelitas, o entre estos y los cananeos, o diversos pueblos de los que hoy forman parte Jordania, Siria, Líbano o Israel/Palestina. Todos esos reinos, salvo los filisteos, hablaban el mismo idioma y lo escribían en el mismo alfabeto. Luego, los imperios babilonio y asirio conquistaron la media luna fértil y «Tierra Santa» haciendo que el arameo se convierta en la lengua franca (la cual utilizaban a diario Jesús, sus 12 apóstoles y sus oyentes), pero la Biblia no reivindica ese hecho, así como la posterior imposición de los idiomas griego o latín sobre el Medio Oriente y todo o gran parte del Mar Mediterráneo.
Las numerosas guerras entre ciudades-Estado helenas y las decenas de guerras civiles entre romanos se dieron entre líderes que empleaban la misma lengua materna. Más bien, muchos de los ejércitos bárbaros que atacaron o invadieron a Roma eran coaliciones de tribus con idiomas que no se entendían entre sí mismos.
Todos los grandes imperios de la humanidad han sido multilingües. Aún hoy, China, que apunta a ser la primera potencia económica, tiene varias lenguas. EEUU está cerca de convertirse, como Canadá, Bélgica o Reino Unido, en un país oficialmente bilingüe. Suiza, el país más neutral y estable de Europa, siempre ha tenido 4 idiomas oficiales. La España, que tanto admira Vargas Llosa, tiene muchas lenguas nativas (catalán, gallego, vasco, valenciano, mallorquín, asturiano, aragonés, extremaduriano, leonés, fala, eonaviego, occitano, dariya y caló), y el porcentaje que allí habla el castellano es menor que el que tiene Hispanoamérica.
Además, muchas de las actuales repúblicas hispanoamericanas no tenían una mayoría nacional que hablase el castellano cuando se dieron las independencias. En Perú, Bolivia, Ecuador, Guatemala, la isla de Santo Domingo y Paraguay, así como en grandes partes de México, Chile, Argentina, Colombia y el Caribe, los que entonces usaban el español a diario eran menos que los que se comunicaban en un idioma nativo o criollo.
La hispanización de Latinoamérica y el Caribe fue posterior a la colonia y ha sido y es limitada, pues al día de hoy unos 400 millones de americanos, que son solo un poco más de la mitad de los habitantes de los antiguos territorios americanos que fueron parte de la corona de Madrid, hablan el castellano. El portugués lo hablan más de 200 millones, el inglés unos 100 millones, lenguas de origen amerindio y africano unos 50 millones y el francés o el holandés varios millones más.
El contar con un idioma europeo no implica ir hacia el progreso, algo que se ha mostrado con los casos de Japón, Corea o China. La primera república americana (Haití) siempre ha tenido como lengua predominante el criollo afro-galo, con la cual llegó a ser toda una potencia regional. Paraguay fue inicialmente la principal fuerza en el corazón de Sudamérica, teniendo a todos sus habitantes (incluyendo blancos) hablando el guaraní. La primera república americana que logró la alfabetización completa de toda su población fue la cheroqui al sur de los actuales EEUU (lo cual lo consiguió creando su propio alfabeto para su propia lengua), pero esta fue étnicamente arrasada por Washington, quien expulsó a todos sus habitantes para robarles sus ricas tierras.
Los esquimales (inuits) de Groenlandia, quienes han logrado un mejor nivel de vida y autonomía que la mayor parte de los nativos americanos, han logrado rebautizar a la mayor isla de las Américas y del mundo con su propio nombre (Kalaallit Nunaat) y han hecho que su idioma ancestral sea el único oficial (siendo este el único territorio americano donde no hay ninguna lengua europea de Estado).
Genocidio.
El español, como hemos visto, no vino a acabar con esas discrepancias lingüísticas. Tampoco «vino a resolver problemas» derivados de esa amplia variedad idiomática. Todo lo contrario, vino para destruir naciones y civilizaciones enteras, incluso a punto de exterminar a todos sus habitantes.
No podemos justificar el genocidio cultural ni la desaparición de cientos de idiomas nativos (incluyendo el puquina, la hoy poco conocida lengua original de los incas), pues todos ellos tienen tesoros claves para entender a nuestra historia y medio ambiente. La españolización trajo, además, la destrucción de todos los libros mesoamericanos (salvo 4) y de decenas de miles de quipus (incluyendo la desaparición de todos aquellos quipucamayocs que pudiesen interpretar o componer en su escritura de tacto, tridimensional y multi-colorida). Todo esto, sin contar con el hecho de que hay numerosas posibles escrituras cuyo contenido o idioma ya no se pueden entender, debido al genocidio ibérico.
Gracias a este exterminio de lenguas y escritos se han perdido conocimientos milenarios de medicinas, alimentos, astronomía o técnicas de ingeniería. Aún hoy no se sabe cómo fueron talladas, transportadas y juntadas las grandes rocas de varias urbes andinas, entre las cuales no puede entrar una navaja. Tampoco se sabe cómo se pudieron haber creado esos descomunales y pesados bloques «tipo lego» en Puma Punku, en tanto que algunos especialistas conjeturan que los antiguos puquinas lograron crear una suerte de cemento pétreo o de moldear rocas. Se desconoce cuantos potentados incas hubo y no se sabe nada de quiénes fueron los reyes de cientos de culturas amerindias.
Desde los Olmecas y Caral hasta Tiahuanaco y Teotihuacán no se conoce el nombre original de esas civilizaciones ni los idiomas que estos tenían. A diferencia de la historia antigua y medieval de Europa, el Medio Oriente, el subcontinente indio y el Lejano Oriente, en las cuales se pueden descifrar muchos textos originales y se conocen el nombre de sus gobernantes, pueblos y reinos, todo lo que se sabe de la antigua Sudamérica se limita a restos arqueológicos y a testimonios de cronistas conquistadores con una mirada muy subjetiva.
Lo más grave es que Vargas Llosa se alinea con los apologistas de la conquista, como los de los franquistas del partido Vox y su Foro de Madrid (en los cuales están directivos de Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza País) quienes aseguran que los castellanos llegaron para civilizar e impedir las matanzas entre indios.
La realidad es lo opuesto. El mayor holocausto de todos los tiempos es el que ocurrió en las Américas, apenas Colón llegó al «nuevo mundo». Pueblos enteros han desaparecido de los anales históricos.
Se supone que en el Viejo Mundo las grandes civilizaciones surgieron en torno a los grandes ríos como el Nilo de Egipto, la Mesopotamia, los de la India o los de China. En las Américas hay dos grandes cuencas fluviales (las del Amazonas, que es el que tiene más agua, afluentes y valles) y la del Misisipi (menor al Nilo en extensión, pero mayor en vertederos). En ambas cuencas hubo grandes civilizaciones, de las cuales no se sabe ni cómo se llamaban ni qué hablan. Recién se han empezado a encontrar algunos de sus restos en el Misisipi (como Cahokia, la cual llegó a tener más habitantes que varias capitales europeas contemporáneas).
En el Amazonas se ha corroborado la existencia de gigantescas urbes interconectadas entre sí por canoas y mega-trochas, las mismas que crearon grandes granjas de peces y la tierra más fértil que la humanidad conoce (la «terrapreta» cuyos secretos no se descubren del todo) y sobre la cual se logró que en dicha cuenca haya más humanos de los que hoy hay allí (y sin dañar el ecosistema). Hoy se sabe que el Amazonas es el mayor jardín cultivado del planeta, pues el alto porcentaje de frutas comestibles evidencia que este fue artificialmente modificado durante milenios por sus nacionalidades originarias.
Cuando los conquistadores llegaron a Tenochtitlan se asombraron, pues ninguna ciudad europea era tan grande, ordenada y aseada. Las parcelas que cultivaban muchos productos en islotes artificiales eran más productivas que los campos europeos. Los mesoamericanos desarrollaron literatura, poesía y ciencia que rivalizaba con la del viejo mundo. Su astronomía era más perfecta que la occidental.
Cuando Europa estaba en el oscurantismo de la edad media inicial, en la pequeña península de Yucatán habitaban decenas de millones de mayas, quienes transformaron una jungla sin ríos en grandes campos de cultivo. Ellos descubrieron el número cero y varias cuestiones de matemáticas, medición del tiempo y astronomía mucho antes que sus contemporáneos europeos.
El maíz, que es uno de los 3 granos más consumidos en el mundo de hoy, ha sido el primer alimento genéticamente modificado en la historia mundial. Sus orígenes se remontan al río mexicano Balsas, antes de que en Europa se construyan sus primeras urbes. La papa, la yuca y el camote son los principales tubérculos que nutren a la humanidad. Su origen es americano. En los Andes se han desarrollado unas 5 mil diferentes clases de papas. Sin esta raíz hubiera sido imposible la revolución industrial, pues no había otro sustituto masivo para dar energía a los primeros obreros de las fábricas y minas.
Además de estos alimentos, las civilizaciones amerindias contribuyeron a la dieta mundial con cacao, vainilla, quinua, coca, maca, tomate, ajíes, frejoles y otros productos. Durante el primer milenio y medio del cristianismo nadie celebraba navidad con pavo o chocolate, algo que solo conocieron los seguidores de la Biblia tras la llegada de Colón.
Grandes civilizaciones.
Los antiguos americanos lograron construir edificaciones que desafiaban los sismos, incluso desde Caral hace 5 milenios, con sus pirámides son tan antiguas como las de Egipto. Las que hay en el valle del río Lambayeque superan en número (y algunas hasta en tamaño) a las del Nilo, a pesar de que este río es decenas de veces más extenso. Las pirámides de piedra esparcidas por todo México llegan a ser tan o más descomunales que las del Medio Oriente.
Los incas estructuraron una red de decenas de miles de kilómetros de caminos con tambos, chasquis y puentes colgantes, los mismos que iban desde el mar hasta los volcanes más altos del planeta. Estos eran desconocidos en el viejo mundo y deslumbraron a los conquistadores.
En los Andes se desarrollaron formas de cultivo con andenes o con «islas» rodeadas de canales en el altiplano, el mismo que, pese a estar a casi 4 kilómetros sobre el océano, con poco oxígeno y grandes heladas, fue altamente productivo y poblado. Waris, tiahuanacotas e incas son los únicos imperios que surgieron sobre los 3 a 4 mil metros encima del nivel del mar para abarcar a territorios desde el océano y sus desiertos de la costa hasta la mayor jungla del planeta.
Los andinos crearon civilizaciones basadas en archipiélagos ecológicos en los cuales se recolectaban una amplia variedad de productos desde el Amazonas al Pacífico, pasando por la puna y la cordillera.
El Tahuantinsuyo fue más civilizado que el imperio hispano de antes de 1492, pues su población tenía un sistema de riegos, almacenes, cultivos y caminos colectivos que evitaba el hambre. Su derrota en manos europeas se debió, sobre todo, a la viruela y otras plagas que exterminaron a sus jerarcas, tropas y pueblos.
Varias técnicas de textiles, artesanía y orfebrería fueron superiores en las Américas. El platino fue tratado en la actual frontera colombo-ecuatoriana mucho antes de que en Europa. Colombia fue la sede de espectaculares artesanías con metales preciosos y recién se vienen descubriendo grandes urbes, como la ciudad perdida de Santa Marta, allí cuando los Andes acaban en el Caribe. Otras civilizaciones se vienen hallando en la selva atlántica de Honduras y de Nicaragua.
Entre las Américas también se dio un gran comercio marítimo y fluvial. Canoas de todo tamaño surcaban las cuencas de los ríos Amazonas y Misisipi, así como el Mar Caribe, tan grande como el Mediterráneo. Pizarro en sus viajes capturó a una gran balsa que iba desde la costa norperuana o ecuatoriana hacia Panamá. Se sabe que por esa vía se intercambiaron varios pueblos, productos y técnicas entre las Américas del Norte y del Sur.
Según el gran historiador peruano José del Busto, el relato del viaje del inca Túpac Yupanki a Oceanía fue cierto y él lo ha comprobado al visitar a la Polinesia francesa y a Rapa Nui (la isla de Pascua), donde hay totora del Titicaca y formas de construcción con piedra tipo Cuzco. Antes de que los europeos llegasen a las Américas, el camote sudamericano llegó a Nueva Zelandia y al Pacífico asiático, siendo conocido con el mismo nombre que lo tiene en quechua o aimara, algo que solo puede ser explicado por el comercio polinesio-andino.
Hoy se conoce la escritura azteca y maya, aunque la inca, así como las de otras naciones originarias, aún no pueden ser descifradas. Resulta impensable que un imperio, como el del Tahuantisuyo, que en 1491 era más grande que la suma de todos los países católicos del mundo, pudiese haber sido tan bien organizado y sin ninguna forma de escritura. Según testimonios de los cronistas hispanos, los quipus fueron una forma de escritura, algo que la ciencia cada vez más se acerca en descubrir.
Los primeros pueblos en ser aniquilados por los conquistadores fueron los del Caribe, cuya lengua taína se ha perdido. Ellos y los mesoamericanos desarrollaron sus propios juegos de pelota antes que los europeos, logrando procesar a la goma de los árboles en bolas que rebotasen. Siglos después, las técnicas que ellos inventaron serían desarrolladas para fabricar neumáticos y otros objetos hechos con resina de caucho.
Desde Costa Rica a Venezuela se han encontrado lugares con gigantescas esferas de piedra perfectamente talladas, algo tan difícil de hacer. Como varios de esos pueblos fueron los primeros en contagiarse de los virus europeos, no se conoce bien quiénes las hicieron ni por qué.
Varios de los últimos pueblos en haber logrado mantener su independencia ante los europeos, como los que residen en las partes más extremas del norte y del sur de la costa Pacífica, han llegado a preservar muchos elementos de su identidad cultural. Los mapuches lograron impedir la conquista española y los del oeste de Canadá y del norte de EEUU han creado una rica cultura basada en la pesca, caza y descomunales tótems y esculturas de madera. La civilización guaraní fue tan poderosa que impuso su lengua y cultura a los blancos y mestizos. Las praderas que van a lo ancho de Norteamérica fueron artificialmente producidas por los mal llamados «pieles rojas» para canalizar y mejorar la caza de los búfalos.
Diferentes conquistas.
La conquista europea arrasó a varias de esas civilizaciones. Los primeros reinos que los ibéricos sometieron estuvieron en Asia y África. Antes de dominar a los aztecas e incas, los portugueses conquistaron los reinos de Ceilán (Sri Lanka) y de lo que fue durante medio milenio Goa (al lado de Bombay en India, la cual en algún momento les perteneció). Sin embargo, ninguna de las posesiones ibéricas, desde Guinea, Angola y Mozambique hasta Omán y Qatar, la India, Malasia, Timor, China, Japón o Filipinas, llevó al exterminio masivo ni a la desaparición de sus lenguas originarias. Hoy se va a jugar el mundial 2022 en Qatar, península que ha logrado retener todas sus tradiciones, pese a que antes ha sido dependencia ibérica, turca y británica.
La diferencia de esas colonias con las de las Américas es que los europeos trajeron los virus de las vacas, caballos, ovejas, cabras, asnos y otros animales domesticados por ellos que no conocían los amerindios. Esto produjo una pandemia mucho más letal que la del coronavirus actual. Naciones enteras se extinguieron cuando la viruela llegó incluso antes que las espadas y las cruces. En las naciones africanas y asiáticas, el dominio de ninguna potencia europea produjo el exterminio vía virus y muchos de sus antiguas colonias aún retienen sus culturas e idiomas autóctonos.
La brutalidad de la conquista (que se basó en el exterminio mediante enfermedades y maltratos) despobló gran parte del «nuevo mundo», el cual debió ser repoblado por mano de obra esclava negra o semi-esclava asiática.
Vargas Llosa cree que los latinoamericanos debemos agradecer a los españoles por su conquista y por habernos traído su idioma. La verdad es lo opuesto. Gracias a expandirse hacia las Américas, los reyes católicos se consolidaron y enriquecieron, pero a costa de mantener un sistema feudal obsoleto que no tardó en explotar, algo que fue canalizado por sus rivales franceses, británicos y norteamericanos.
Antes del arribo de los europeos, las Américas no eran un paraíso. Había guerras, masacres, explotación entre humanos y traslados masivos de pueblos enteros (como los mitimaes). También es cierto que los europeos trajeron varios animales, frutas y granos domesticados, así como medios más sofisticados de arado, armas y navegación. Y, sobre todo, hizo que se encontrasen las 2 grandes masas terráqueas que habían estado divorciadas por milenios, creando por primera vez un gran intercambio y una economía globales.
Sin embargo, la conquista condujo al peor exterminio humano de todos los tiempos en el planeta. Hace medio milenio hubo más decenas de millones de muertos que en cualquiera de las 2 guerras mundiales del siglo XX. Además del genocidio físico y cultural, los europeos trajeron una mayor discriminación por sexo, raza y clase.
También importaron un sistema de esclavitud y de servidumbre masiva por el color de la piel, así como un sistema de haciendas privadas. Ser descendiente de los habitantes oriundos se convirtió en símbolo de discriminación.
No se puede conjeturar qué hubiese pasado en las Américas si los europeos no hubiesen llegado o si estos no la hubiera semi-despoblado con sus plagas y espadas. Lo que sí se puede decir es que si el dominio europeo no se hubiera dado junto con un masivo exterminio, las civilizaciones indígenas de las Américas hubieran sobrevivido como las de la India asiática, las cuales, pese a haber sido conquistada por mongoles, musulmanes y británicos, retuvo sus decenas de cultos, idiomas y culturas regionales.
Si Japón, China, India, Qatar, Malasia, Filipinas u Omán lograron mantener sus respectivas identidades ante el colonialismo ibérico, esto fue más difícil de dar en las Américas tras el masivo exterminio de multitudes.
Es cierto que hoy se habla el español en una veintena de países al sur de EEUU, pero eso no ha traído la unión estatal entre ninguno de ellos. Ni siquiera esto pasa con las 5 repúblicas centroamericanas que comparten los mismos colores de su bandera y la misma fecha nacional de independencia (15 de septiembre de 1821). Varios territorios de habla inglesa han sido incorporados a Nicaragua, Costa Rica, Panamá y Colombia y de habla holandesa al Brasil. Tampoco la lengua inglesa ha logrado reunir en un solo Estado independiente a las decenas de islas o territorios anglo-parlantes del Caribe. Lo mismo vale para los de habla francesa u holandesa de dicha región.
La unión de la «patria grande» ha de darse manteniendo varios idiomas oficiales de origen europeo, amerindio u africanos, respetando todas las culturas y valorando los grandes aportes de las naciones y lenguas originales.
De hecho, en todas las grandes potencias se hablan varios idiomas. Después de México, el país donde más se habla el castellano es EEUU, cuya población hispana oscila entre los 50 y 60 millones (dependiendo de su status inmigratorio). Canadá, Irlanda, Bélgica y Holanda tienen 2 lenguas oficiales. En los reinos español y británico hay varios idiomas cooficiales. En el primero están reconocidos el catalán, vasco, gallego y otras lenguas regionales, y en el segundo pasa lo mismo con el galés, el escocés y el gaélico. Suiza tiene 4 idiomas estatales. Alemania e Italia tienen múltiples lenguas locales. En China y Rusia hay decenas de lenguas oficializadas. La Unión Europea, de la que Vargas Llosa tanto se enorgullece de ser uno de sus ciudadanos, tiene 24 idiomas oficiales en los cuales todos sus textos y resoluciones deben ser traducidos.
Los esclavos importados.
No podemos dejar de mencionar lo que fue la esclavitud dentro de ese reconocimiento al imperio hispano que reclama Vargas Llosa. Para él «Tenemos que agradecerle mucho a los españoles porque sentaron las bases de una comunidad que fue el gran sueño de Bolívar.».
Como ya hemos visto hace 2 siglos la mayoría de los habitantes de los países hispanoamericanos que Bolívar quiso unir hablaban más otras lenguas que el castellano. Posiblemente, si no hubiesen llegado los conquistadores con sus virus el Tahuantinsuyo se hubiese llegado a expandir a todos los Andes, tal y cuál fue la visión del mapa de este de Guamán Poma. Quien sabe si, en los siglos XVI, XVII, XVIII y IX, las Américas hubiesen podido desarrollar si no hubiesen estado bajo el dominio europeo.
Dentro del «sueño de Bolívar» y de otros libertadores criollos no se encontró eliminar la esclavitud de los afrodescendientes ni la servidumbre de los indígenas. Esto, pese a que la primera república latinoamericana fue hecha por los esclavos de la isla de Haití/ Santo Domingo y que en 1807 Londres abolió la esclavitud.
Hoy el idioma materno más hablado por los afrodescendientes es el portugués, aunque el castellano debe tener mucho más de 100 millones de parlantes que viven en el África o cuyos ancestros provienen de allí. De hecho esas 2 lenguas ibéricas son las europeas que tienen más vocablos importados desde el África.
El tráfico interoceánico de los esclavos fue una de las principales fuentes de ganancias de los imperios luso y castellano, los mismos que se llegaron a unir de 1580 a 1640. Hoy tenemos al menos 300 millones de personas que viven fuera del África cuyos ancestros fueron transbordados como bestias desde su continente natal por los traficantes y la mayor parte de estos fueron ibéricos.
Hasta antes de que Colón llegue a las Américas y los lusitanos al África, el imperio más rico que había en el mundo eurocéntrico era el de Mali, al cual se le atribuye haber llegado al Brasil con decenas de barcos 2 siglos antes que los europeos.
La caza de esclavos destruyó, despobló y subdesarrolló al África. Los negros eran tratados peor que bestias. Se les colocaba como lata de sardinas en barcos y muchos de ellos no resistían los viajes ni los primeros momentos de ser tratados como animales de carga.
Los patrones tenían amplias libertades para violar mujeres, quitarles a sus hijos y esposos, hacer que sus peones trabajasen bajo látigo de sol a sol, o matarles si gustasen. A todos ellos se les buscó «reeducar» haciendo que se olviden de sus culturas ancestrales, que no lean y que se aculturicen. Se les obligó a que adoptasen los idiomas de sus amos.
Para Vargas Llosa eso pudiese equivaler al progreso, pues hoy la mayor parte del territorio y de los habitantes de Sudamérica habla el portugués (gracias, en parte, a que la mayoría de los brasileros tiene orígenes esclavos), mientras que el inglés y el francés (en su variante europea o mediante criollos con influencia africana) son idiomas que se habla en Haití, Jamaica y en la mayor parte de las Antillas menores.
No obstante, ese «progreso» se ha dado a costa de la destrucción de 3 continentes (los de América del Norte y del Sur, que fueron despoblados, y el de África que fue subdesarrollado).
La emergencia del mercado global condujo a que la esclavitud fuese formalmente abolida, aunque Brasil, que fue el país que más esclavos negros haya tenido en la historia mundial recién eliminó la esclavitud más de 8 décadas después de que lo había hecho el imperio británico (que para entonces era el más influyente en el África).
Tras ello varios países importados mano de obra semi-esclava desde el Asia. El Perú, gracias a ello, se ha convertido en el país occidental con mayor porcentaje de habitantes de origen oriental. Culíes chinos fueron fundamentales en el despegue del capitalismo desde EEUU y Cuba hasta el Perú e inmigrantes nipones lo fueron en las 2 naciones donde empieza y termina el Amazonas. Sin embargo, mucha mano de obra semi-servil llegó del sudeste asiático o del subcontinente indio a las 3 Guayanas y a varias Antillas.
Vargas Llosa en su extensa producción literaria poco o nada ha denunciado a la esclavitud. Otro hecho del cual el Nobel de literatura no gusta de escribir mucho es acerca de como el desarrollo del imperio castellano se dio con base en la expulsión masiva de todos los semitas musulmanes y judíos que durante 8 siglos hicieron que la península ibérica fuese cuna de una de las civilizaciones europeas más avanzadas de la edad media. Todos ellos no tienen de qué «agradecerle mucho a los españoles».
Renegando de sus orígenes.
Del Vargas Llosa de sus primeros tiempos casi no queda nada. El escritor, que hizo sus primeras novelas apoyando a la revolución y a las guerrillas castristas, que luego apoyó al velasquismo y quien, más tarde, se convirtió en un liberal que combatió al fujimorismo, ha ido evolucionando hasta convertirse en un apologista de los Fujimori y del colonialismo y del holocausto castellanos en su propia tierra.
En su etapa senil, Vargas Llosa ha abrazado el desprecio racista hacia los pueblos nativos y sus idiomas milenarios, así como la ideología supremacista de los conquistadores. En vez de unirse a todos aquellos que demandan que Madrid pida perdón a los pueblos que conquistó, esclavizó o aniquiló, Vargas Llosa llama a alabar el rol civilizador e integrador de su corona.
A pesar de que él se reclama «liberal», su apoyo incondicional a la represión a la consulta popular catalana le hace estar en la trinchera opuesta de la Internacional Liberal, que sí ha apoyado referéndums por la independencia en esa nación, en Escocia y en Quebec.
En su vasta producción literaria, Vargas Llosa prácticamente nunca ha hecho una novela sobre las culturas precolombinas a las que ahora muestra su desprecio. Cuando era adolescente escribió un trabajo sobre el inca, pero eso fue hace 7 décadas. Nunca ha querido estudiar a los nazcas, chimúes, mochicas, chavines, carales, chachapoyas, waris, tiahuanacotas, paracas, asháninkas, quechuas, aymaras o cualquier otra nacionalidad originaria. No existe ningún premio Nobel de literatura que se haya especializado en novelas sobre ninguno de esos temas.
En sus más de 50 libros, las veces que aborda la problemática rural andina tienen que ver con sus denuncias contra movimientos insurgentes. En su «Historia de Mayta», Vargas Llosa se basa en la primera guerrilla que tuvo el Perú a fines de los cincuentas. Esta fue la iniciada por el Partido Obrero Revolucionario (POR) de la IV Internacional posadista. Sin embargo, toca dicho tema de manera muy superficial y sin haberse dado el más elemental trabajo de tratar de entender la doctrina de los subversivos.
Por ejemplo, él confunde al maoísmo con el trotskismo, pero ambos son como el agua y el aceite. El primero apoyó a Stalin con su planteo del «socialismo en un solo país», de la revolución en alianza con la burguesía nacional, la alianza con la Alemania nazi en 1939 para comenzar la II Guerra Mundial y repartirse Polonia y el asesinato de León Trotski, así como de sus seguidores (incluyendo fundadores de los partidos comunistas en China y Vietnam). El segundo promovió la revolución permanente, el derrocamiento de la «burocracia stalinista» e insurrecciones anticapitalistas de consejos obreros.
A diferencia de José María Arguedas, Vargas Llosa nunca ha podido ni querido entender o expresar al mundo andino. Mientras el profesor Demetrio Túpac Yupanqui se dio el trabajo de traducir el Quijote al quechua (para reivindicar su lengua nativa), el marqués de Vargas Llosa no ha mostrado mayor interés en publicar sus obras para públicos quechuas, aymaras, asháninkas o amerindios, o buscar ir a sus comunidades para presentar sus ideas y trabajos. Él no se mueve como pez en el agua dentro de los trabajadores o de los pueblos nativos, sino en carísimas recepciones con gente de la alta alcurnia.
Muchos peruanos nos sentimos orgullosos cuando Vargas Llosa ganó el Nobel en 2010. A pesar de que uno podía cuestionar varias de sus obras y de su trayectoria política, al menos su nuevo liberalismo guardaba cierta consistencia al oponerse al fujimorismo. En Londres estuve conversando con la alcaldía de Boris Johnson para hacerle un homenaje, pues él llegó a vivir en esta metrópolis. Sin embargo, él cada vez más ha venido renegando de sus propias raíces. Hoy defiende y representa exactamente a todos aquellos contra los que inicialmente él denunciaba en su vida juvenil y adulta inicial.
Quizás el símbolo más dramático de su evolución es cuando él y su hijo Álvaro realizaron un «matrimonio» entre las familias Vargas Llosa y Fujimori en su natal Arequipa. El «padre» de la boda fue Leopoldo López, a quien Caracas acusa de ser un terrorista que ha organizado varios intentos de golpes, magnicidios e intervenciones militares extrajeras, además de haber impulsado las «guarimbas» que quemaban vivos o asesinaban a varios chavistas.
Ha sido triste el ver a los hijos de Vargas Llosa y Fujimori andar juntos en plazas colocándose la camiseta de la selección peruana para querer usufructuarla y monopolizarla con el objetivo de impedir que por primera vez gane una elección un profesor rural.
Vargas Llosa es una persona que reniega de su pasado cuando buscaba identicarse con las reivindicaciones sociales y populares. Ahora ha terminado como marqués, un título que significa todo lo opuesto a la democracia o al mismo liberalismo. Los marqueses nacieron como una casta feudal que se enriquecía a costa del trabajo de sus siervos o esclavos y que defienden a un sistema donde el jefe del Estado nunca va a ser alguien del pueblo ni será electo por este.
El actual perfil que representa el autor de «La ciudad y los perros», es el de ser un can guardián de los intereses de todos aquellos ciudadanos que se han beneficiado con la conquista y con el yugo a los pueblos nativos y afrodescendientes en este último medio milenio.
Isaac Bigio, historiador con grados y postgrados en la London School of Economics.
Inglaterra, 27 de mayo del 2022.  Día de las lenguas originarias del Perú.

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