Francisco Herrera
Podemos colegir – sin exceder la noción – y preguntarnos, nosotros nación tanto tiempo sojuzgada, hoy en república; burguesa, pero república. Preguntarnos: ¿tenemos brotes de vasallaje? Sí, por ejemplo en la Asamblea Legislativa. Veamos.
Una señora está por dejar, este fin de mes, su función de embajadora en nuestro país. Unos (allí en la Asamblea) aplauden lo que vino a hacer; otros, apenas indiferentes: llegó, hizo su trabajo, se va, que se vaya.
¿Hizo su trabajo?; ¿estrictamente, como lo hace su homólogo salvadoreño en su país? No. Precisemos: ¿en virtud de qué regla nuestro embajador practicaría injerencia en el país de ella? ¿Toleraría el gobierno del país de ella tal conducta? No. Entonces ¿por qué él allá no, y ella aquí sí? ¿Será porque nuestro país es pobre y pequeño y el suyo es grande y rico? ¿Y que por ser pobres (materialmente) carecemos de entereza, es decir de autoridades capaces de reclamarle (al menos tácitamente) al más pintado, respeto a nuestra entidad?
Antes de llegar a nuestro país la señora tenía rango bastante bajo en el Departamento de Estado; pero no tarea baja: era encargada de Programas de Información Internacional… O sea, por debajo del eufemismo: encargada ni más ni menos que de Técnicas de penetración de sectores populares, en particular jóvenes pobres.
Y fue para enviarla aquí que la elevaron a embajadora, con lo que apuntaban doble: darle más autoridad para mejor rendimiento en la tarea encubierta (jóvenes) al tiempo que con la función propia (embajadora) le ampliaban reconocimiento ante interlocutores abiertos, lo que debía facilitarle “moverse” en estamentos del gobierno, para lo cual construirse perfil en el mundillo mediático nacional era una necesidad primordial.
Se reveló hábil en esto, mucho más que su inmediata predecesora. ¿Método? Hablar de todo y de cualquier cosa –a partir de un mecanismo pragmático de la comunicación oral de masas: ¡y no lo digo yo, pues? ¿Sabía algo de Seguridad? No, pero como era “la” embajadora… ¿Sabía de Inversiones? No, pero como era “la” embajadora que emitía opinión “al respecto”… ¿Sabía de Corrupción? ¿Sí, no? ¡qué importaba el contenido de lo que dijera!, importaba levantar cada vez que se le presentara la ocasión, la consigna de los estrategas de Washington girada a todos sus embajadores en la América Latina. ¿Sabía (sabe) algo de Desarrollo? ¡No!, pero como su gobierno había impuesto criterios para enseñarnos a los salvadoreños cómo ser eficientes en el uso de dineros del llamado Triángulo Norte, ahí teníamos a “la” embajadora insistiendo sobre el cumplimiento de esos criterios…; “en este país”, como siempre terminaba sus frases, con sutil sesgo imperioso en la voz. Y, todo, sonrisa abierta como les gusta a los camarógrafos. Sonrisa decente, no vulgar como la de su predecesora…
Simpática pues, “la” embajadora, y hasta aveniente; por ejemplo con unos bichos en una de nuestras playas – a quienes les dio por cantar un estribillo grupero. ¿Adiviná quién andaba por ahí?, “la” embajadora no jodás, cantando grupero no jodás, y hasta moviendo suavecito la cadera… buena onda “la” embajadora no jodás.
Y así, hasta que un día (o noche) paf el resbalón, habló feo. Ella, que en buena medida había sabido ocultar su arrogancia, esa noche como que perdía serenidad. “Esto no es transparente” declaraba un tanto agria a los reporteros, rodeada de amigos minutos después de la noticia: 8 de la noche 20 de agosto del 18, el presidente Sánchez Cerén en cadena nacional anunciaba al pueblo que había decidido abrir relaciones diplomáticas plenas con la República Popular China. Se armó la alharaca en el mundillo de opinioneros esa noche y los días subsiguientes, con ella en medio.
No es transparente, ¡ah..!, ¿para quién? ¿Debía acaso, para ser “transparente” nuestro Presidente, que él en persona, a ella en persona le informara, días antes del anuncio, que él había tomado (o se aprestaba a tomar) semejante decisión? ¿En nombre de qué preeminencia en el espectro diplomático de San Salvador debía ella ser previamente informada, o quizá hasta consultada? [Recordemos entre paréntesis que un cierto canciller, ya para esa fecha solo ex, de vieja data adscrito al modo de pensar oficial yanki, declaraba también “Yo no lo hubiera hecho así…” ¡Ah!…, ¿y cómo lo hubiera hecho, él nada más que canciller?].
Pero bien, ya llovió bastante en el Acelhuate y en el Yang-Tseu-Kiang y la señora está por irse… ¿A dónde? Si lo sabe no lo dirá; pero cabe preguntarse: ¿y si fuera enviada a Alemania por ejemplo, practicaría injerencia grosera en ese país? De no ser así, cabe la repregunta: ¿es “línea” del Departamento de Estado la injerencia (grosera) en países como el nuestro, solo como el nuestro? ¿O fue opción personal su grosera conducta injerencista? En este último caso uno puede pensar que habría sido torpeza – probablemente mal evaluada por algún su jefe – el haberse propasado tan groseramente, justamente ella, que es aquí que accedió al nivel más alto ordinario de su carrera.
Dicho eso, ya lo indicábamos, vasallo y señor caminan juntos. En nuestra Asamblea Legislativa actual hay diputados vasallos. Son ellos que propusieron entregarle – en sesión solemne – una medalla con mención Próceres de la Patria 5 de Noviembre; es decir, como si un embajador nuestro en su país se hiciera merecedor, no por su normal trabajo sino por quién sabe qué, de una medalla con mención George Washington. Alguien dirá que no se estilan esos “honores” en ese país, ¡qué bien!
¿Y si otra hubiera sido la mención, por ejemplo “distinguida amiga”? Quizá sí…, es Próceres lo excesivo, lo lacayuno. ¿Por qué lacayuno? Porque es bobo esperar que el gobierno US pueda respetar nuestra Independencia, la con “I” mayúscula y la cotidiana con “i” minúscula. Nunca la respetó, es su naturaleza.
Entonces, la defensa de nuestra entidad ¿asunto solo nuestro? ¡Claro!, cuestión de entereza. Entereza, principalmente del propio presidente del Ejecutivo. Es en efecto atribución de él (¡y obligación!, art. 168 Cn) dirigir las relaciones exteriores del Estado. Pero notemos: la Constitución no lo obliga a dirigirlas con entereza, la palabra no figura en la literalidad de ese artículo.
¿Y qué es la entereza? Es tu fuerza…, la tuya…, solo tuya…, la que te pone de pie…, para superar el vasallaje.
Bien, ¿y la visita de Pompeo este domingo pasado? ¡Vasallaje! Pompeo es ministro (en USA dicen “secretario”). Este Pompeo hizo gira a 4 países de nuestra América, ¡en dos días! Fue a Argentina, lo recibió Macri, presidente de ese país. Fue a Ecuador, lo recibió Moreno, presidente de ese país. Vino aquí, lo recibió Bukele. Y fue a México, donde fue recibido por el ministro Ebrard, el homólogo de Pompeo, no por López Obrador, el presidente. ¡Como debe ser!, ¡así como debe ser! Sin embargo notemos: Bukele no recibió a ese Pompeo en nuestra capital. Pudiera ser que Bukele pensó (pero habría que preguntárselo a él), que recibirlo en CAPRES hubiera sido abyecto vasallaje, el de Bukele of course.