Por Inès Bel Aiba/Kaouther Larbi
Port El Kantaoui/AFP
Veintisiete personas, entre ellas turistas extranjeros, murieron este viernes cuando un hombre abrió fuego en una zona hotelera de la estación balnearia de Susa, en el este de Túnez, en el peor atentado de la historia reciente del país.
Túnez afronta un ascenso de la amenaza yihadista desde su revolución de 2011, y este atentado se produce más de tres meses después del que ocurrió en el museo del Bardo, donde murieron 21 turistas y un policía tunecino el pasado 18 de marzo.
Según el portavoz del ministerio tunecino del Interior, Mohamed Ali Aroui, un hombre armado se infiltró por detrás del hotel y abrió fuego, matando a 27 personas, cuya nacionalidad aún no ha sido comunicada.
El autor del atentado, que fue abatido, es «tunecino, originario de la región de Kairouan (ciudad santa del islam, situada en el centro de Túnez). Es un estudiante», declaró el responsable el secretario de Estado de Seguridad, Rafik Chelly.
El hotel atacado, el Marhaba, se sitúa en la zona turística de Port El Kantaoui, en las inmediaciones de Susa.
Henda Chebbi, una responsable del ministerio de Salud, declaró que 12 personas tuvieron que ser ingresadas «con heridas de distinta gravedad».
Aroui aseguró, por su parte, que la operación policial seguía adelante y no descartó que el ataque hubiera sido perpetrado por más de una persona.
‘Unos 20 o 30 disparos’
Un turista británico indicó a la televisión SkyNews que el ataque tuvo lugar sobre el mediodía (11H00 GMT).
«Mi hijo de 22 años acababa de volver de bañarse (…) cuando, a un centenar de metros a nuestra izquierda, vimos algo que tomamos por fuegos artificiales», contó Gary Pine. «Sólo cuando empezamos a oír silbar las balas nos dimos cuenta de que era mucho más grave».
«Hubo un éxodo masivo de la playa (…) y algunos heridos leves en el choque o el pánico», añadió. «Creo que oí unos 20 o 30 disparos».
En 2013, un kamikaze se hizo explotar en una playa de Susa, sin dejar víctimas.
Este atentado se produjo poco más de tres meses después del sangriento ataque contra el museo del Bardo en Túnez, reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico (EI).
Tras el atentado del museo, el sector estratégico del turismo tuvo muy malos resultados en abril, con una caída del 25,7% del número de turistas y del 26,3% de los ingresos respecto al año anterior.
El turismo, que representa cerca del 7% del PIB de Túnez y casi 400.000 empleos directos e indirectos, ya había sufrido importantes pérdidas a raíz de las sucesivas crisis políticas que siguieron la Primavera Árabe de 2011.
El ministro de Turismo, Salma Rekik, había anunciado en abril «medidas excepcionales» para reforzar la protección de los lugares y los circuitos turísticos, así como de los controles en los aeropuertos, las carreteras y todos los medios de transporte.
Varias cuentas de Twitter vinculadas a movimientos yihadistas habían amenazado con nuevos ataques durante el verano.
Desde la revolución de 2011, el país afronta un ascenso de los movimientos yihadistas, especialmente en la frontera con Argelia donde se producen con frecuencia choques entre militares e insurgentes.
Decenas de soldados y policías murieron en los últimos cuatro años en combates y emboscadas, sobre todo en la región del monte Chaambi (oeste), donde se encuentra el bastión de los yihadistas en Túnez.