CARLOS ALBERTO SAZ
Aléjate de mí, vejez impertinente;
no te acerques, malvada, incomprensiva;
vete lejos, perversa, intransigente,
piérdete, malévola imprudente…
Enciérrate en la cueva del olvido,
ahógate en el océano de fuego;
nadie quiere estar comprometido
con tu destino; desaparece, te lo ruego.
Fuera, salvaje, que muerdes el alma,
que mutilas el espíritu humano;
me haces perder el ánimo, la calma;
no aparezcas, ni tarde, ni temprano.
Eres maldición, eres bruja mala;
eres selva negra sin salida;
vejez de ojos de fuego, tu mirada cala
en lo más hondo del alma entristecida.
¿Por qué Dios permitió tu existencia,
daga que hieres al ser vivo?
Actúas con implacable inclemencia
marchitando la juventud, no hay motivo.
Águila negra que carcome las entrañas
del humano que anhela juventud,
te presentas con cinismo y con mañas;
no conoces de amor… ni de virtud.
Pero hay una ventaja, vejez sin compasión:
aunque no te alejes, aunque estés presente,
mira, que la juventud está en el corazón
y en el espíritu del hombre competente…
Colonia Las Flores, Soyapango, lunes 20 de marzo, en la cuaresma de 2017.