Por: Licenciada Norma Guevara de Ramirios
El 28 de julio hubo elecciones presidenciales pacíficas en Venezuela; entre 10 aspirantes uno obtuvo la mayoría, fue electo, y ese es el presidente Nicolás Maduro Moro, candidato de un conjunto de organizaciones agrupadas en el Gran Polo Patriótico.
El sistema electoral venezolano es un sistema reconocido como uno de los mejores en el mundo, totalmente automatizado y auditado por representantes de cada fuerza política y por observadores nacionales e internacionales.
Auditan el registro de personas, el registro electoral, los sistemas a utilizar y hasta los sofward de cada máquina que será utilizada para emitir el voto en papeleta electrónica.
El ciudadano y ciudadana se identifican en un mecanismo llamado capta huellas, allí le indican la mesa en la que le corresponde votar y, frente a la máquina y la papeleta electrónica, puede marcar su voto; un sistema de validación le pregunta si ese es su voto, una vez lo valida, se emite y transmite, y a la vez, un tiquete similar a los de un cajero le aparece impreso con la expresión del voto emitido. Ese papelito es depositado por la persona en una pequeña urna.
En cada centro de votación, al terminar la votación, frente a testigos de cada partido que haya acreditado, se procede a totalizar el resultado, pero ninguna acta es transmitida hasta que se han auditado físicamente el 50% más uno el total de mesas correspondientes al centro de votación, una vez finalizada la auditoría, las actas son transmitidas al centro donde serán también totalizados los resultados de todo el país.
Este procedimiento no es nuevo, personalmente lo conocí en 2006, y un vez más como observadora en 2012, y siguiendo la información de cada proceso es claro que se repite, lo que cambia son los sujetos que participan como auditores de los partidos o coaliciones participantes; de manera que ellos, que son portadores de claves y han verificado cada paso del proceso electoral, saben perfectamente que el sistema es correcto y es usando ese sistema que la autoridad electoral, ante la cual fueron acreditados, ha dado los resultados de los que el Polo Patriótico y Nicolás Maduro han salido vencedores.
Otros son los elementos del entorno político que se empeñan en negar los hechos y pretenden desconocer la voluntad mayoritaria del pueblo venezolano, que se ha pronunciado para dar un tercer mandato de seis años a Nicolás Maduro.
Con interés he visto las transmisiones de las concentraciones en defensa de esa victoria, en la que trabajadores, con sencillez pero con meridiana claridad política, reafirman su voluntad de paz, su convicción democrática, su respeto a la Constitución venezolana, a las leyes y a la autoridad electoral, y le piden a EEUU, a los europeos que quisieran otro resultado, que por favor respeten a Venezuela, que si quieren su petróleo que lo compren a un precio justo y no quieran llevárselo “a la cañona”, expresión popular para referirse a querer llevárselo tramposamente, a la fuerza o robado.
El venezolano es un pueblo que viene de luchar por sus recursos y su autodeterminación, baste recordar desde cuándo se escucha aquella canción “Perdóneme Tío Juan” …..”Las cosas que yo le digo, se sienten en carne propia/ en tierra venezolana/ el imperialismo yanqui hace lo que le da la gana….”
Eso dejó de ser así, y es lo que quienes aspiran a retornar al pasado de despojo de recursos naturales no aceptan, quisieran cambiar con gobiernos que se plieguen a sus intereses a cambio de vida de lujos para minorías y de pobreza para las mayorías.
Es la esencia del capitalismo en su fase actual, que facilita a una minoría explotar a la parte de la humanidad que se los permite y encuentra resistencia donde los pueblos han despertado y tomado el destino de sus países en manos propias.
Por qué no reconocer que, en medio de las agresiones, difamaciones, bloqueos, Venezuela tiene el mejor sistema electoral, para venir ahora a pedir actas que si las vieran, a lo mejor no sabrían como sumar.
Lo duro es que en nuestro país las actas del 2 de febrero y los padrones de votación, se ignora si de verdad las tuvo el TSE. Pero aquí también se unen al coro de quienes, en busca de petróleo, hierro y otros minerales de Venezuela, niegan el resultado de una elección en la que, a decir verdad, ellos, los opositores afines a esos afanes imperialistas, ganaron un apoyo considerable, pero no ganaron. La mayoría optó por Maduro. Así de simple.