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Venezuela: la sedición fascista en América Latina

Oscar A. Fernández O
Oscar A. Fernández O

Oscar A. Fernández O.

El jefe político de la derecha fascista deberá responder por sus llamados a la sedición” dijo el presidente Nicolás Maduro en un discurso público, advice divulgado por el periódico argentino Uno, troche con fecha “. Venezuela se encuentra hoy bajo un ataque de la oligarquía fascista que instrumentaliza, para sus fines facciosos, los problemas frecuentes de un país como tantos en el mundo que evidencian conflictos, que la prensa pro-imperialista hoy trata de ocultar, centrando sus baterías, mintiendo y deformando la realidad de Venezuela

Venezuela es sin duda en América Latina, la cereza del pastel como suele decirse y Centroamérica, especialmente El Salvador y Nicaragua, están en la lista sediciosa acuerpada por una confabulación continental de las ultraderechas criollas, también desplazadas del control de varios de nuestros países. Las oligarquías mafiosas de Colombia en el sur y Honduras en Centroamérica, son los supuestos bastiones conspirativos para atentar contra las democracias instauradas en estas regiones. Las bases militares norteamericanas en estos países, son la plataforma armada para una “intervención necesaria”, que ya ha sido reclamada por algunas voces de los llamados “Halcones de Washington”. Son varios los países que ya son víctimas de la sedición imperialista, quienes abren focos de violencia por todo el planeta, con el objetivo de recobrar por la vía bélica, su debilitado control opresor.

La burguesía venezolana y el imperialismo estadounidense desde 1998 han estado intentando acabar con la revolución bolivariana. Pero es en abril de 2002 que logran el golpe de Estado, militar-empresarial, cuya derrota del mismo impidió la instalación de una dictadura fascista al estilo pinochetista, que hubiese asesinado y desaparecido a los revolucionarios, acabando con las aspiraciones de la clase trabajadora de liberarse de la servidumbre a la que la somete el capitalismo.

En diciembre de 2002, los fascistas intentan de nuevo asestar un golpe definitivo a la revolución venezolana. El fracaso del sabotaje petrolero significó la segunda derrota de la contrarrevolución, y fue la segunda de una serie de victorias populares que abrieron la posibilidad de crear amplios programas sociales (salud, educación, alimentación, vivienda, etc.).

El tercero y cuarto intento, ha involucrado fuerzas paramilitares colombianas infiltradas en territorio venezolano, para promover un estado de excepción y el gobierno hiciera uso de la Fuerza Armada de forma represiva, según los cálculos de los conspiradores.

Atacar la economía es un componente de la estrategia sediciosa, a través de desabastecimiento de productos de primera necesidad; aumento en los precios de los bienes de consumo; contrabando de los bienes de consumo; creación del mercado paralelo de venta y compra de dólar, con un valor de hasta ocho veces mayor al establecido por el Banco Central de Venezuela. El segundo componente es el denominado “caldeamiento de las calles” en varios estados. Calentamiento con jóvenes armados que ocasionan destrozos, heridos y fallecidos en Caracas que tiene como objetivo obligar a renunciar al Presidente Maduro, esto es, con una revuelta popular y acto seguido el golpe de Estado consiste en instaurar un gobierno dictatorial de carácter fascista, similar al de Pinochet en Chile hace más de tres décadas. Lo que en realidad deberíamos resaltar, en esta lamentable situación por la que atraviesa el hermano pueblo venezolano, es en primer lugar los logros sociales establecidos por la revolución, que jamás ha realizado la ultraderecha, que terminó sus días de gobierno por que la corrupción, consustancial a estos grupos, era ya inocultable. En seguida está la independencia construida desde el nacionalismo del pueblo y la solidaridad mostrada con los demás pueblos de Centro y Sur América. Es un país que busca decidir su propio presente y futuro, sin que otros les ordenen.

El  Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, dice que la creación de este cargo, en 1993, ha permitido que una voz calificada y autónoma, hable en favor de los derechos humanos en todo el mundo. Que “esta oficina reacciona ante las crisis, apoya a los defensores de los derechos humanos y acerca los derechos humanos a las personas”.

Dice además que aún “quedan muchos desafíos por delante en la lucha por promover y mejorar la dignidad, la libertad y los derechos de todos los seres humanos, pero que en los dos últimos decenios se han obtenido progresos importantes”.

Hay miles y miles de evidencias que contradicen esta verborrea burócrata. Sólo quisiera traer al recuerdo, los genocidios llevados a cabo por los EEUU, con o sin la venia del Consejo de Seguridad de la ONU, pero siempre con el silencio cómplice de este Comisionado. Así fue en Ruanda, Camboya, Viet Nam, Yugoeslavia, México, Haití, Guatemala, Chile, Argentina, Perú, Sierra Leona, Pakistán, Afganistán, Palestina, Irak, Libia, Siria, El Salvador, Nicaragua, Cuba y hoy Venezuela. Una interminable lista que seguirá creciendo mientras esta institucionalidad siga siendo manoseada en favor de asegurar la hegemonía imperialista.

Recordemos además, el hambre que se sufre en África, Asia, Europa, los países del Pacífico Sur, del Oriente Próximo, de América Latina y El Caribe, donde imperan los grandes y lucrativos negocios de los testaferros locales de los organismos financieros internacionales como el BID; de USAID y de sus agencias y ONG subsidiarias encargadas de la sedición, del terror y de la imposición de gobiernos dictatoriales en lo que Washington llama estados fallidos o antidemocráticos.

Esta realidad, a nosotros los salvadoreños, nos alerta en el sentido de que los fascistas locales y los sangrientos halcones norteamericanos, han estado planificando realizar sus locuras frente al inevitable triunfo de la izquierda revolucionaria y sus aliados progresistas (existen signos reveladores), por lo que tenemos, sin mayor tardanza, que priorizar el fortalecimiento del ejército político de las masas trabajadoras, que en un Frente Amplio, se congreguen para defender los logros hasta hoy alcanzados y empujen para profundizar los cambios necesarios hacia un Estado de todos y todas las salvadoreñas, a través del pensamiento crítico y autocrítico, para evitar las tradiciones indeseables promovidas por un sistema corrupto tradicional instaurado por la oligarquía burguesa, tales como el servilismo, la obediencia ciega, la adulación, el abuso de autoridad, el oportunismo, la corrupción y el burocratismo.

Enfrente está el imperio, sus halcones, sus bombas guiadas, sus “Thinks Tanks” o en realidad “War Thanks”, encargados de destruir propuestas, fabricar sediciones y guerras, generar contrapropuestas y clonar ideas, que usurpan las banderas históricas de las luchas emancipadoras, pero dirigidas a corromper cualquier avance de los pueblos. Hay una guerra permanente que se disfraza de paz, democracia y derechos humanos, cuando la política imperial es la continuación de la guerra por otros medios. En un proceso donde los espacios nacionales, en estricto sentido, van desapareciendo.

Frente a esta nueva ofensiva imperialista se hace necesario que la solidaridad internacional con el pueblo y el gobierno de Venezuela se haga sentir de forma preeminente. Hoy, Venezuela necesita que América Latina y el Caribe le devolvamos con hechos, todas las muestras de apoyo que ese país ha ido generando hacia nuestro continente, a lo largo de estos últimos lustros de construcción de la revolución. ¡Alerta, alerta que camina la espada de Bolívar por América Latina!”

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