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Venimos de las estrellas

Álvaro Darío Lara

Escritor y poeta

 

Hace unos días, generic curioseando entre libros de segunda, encontré, en mi querida Santa Tecla, un volumen  titulado “Regreso a las estrellas”  (alguna vez leído, prestado y perdido) del escritor Erich Von Däniken (1935), que me llevó, en un grato viaje por el tiempo, al joven inquietísimo por los misterios naturales y humanos que fui.

Era la época de oro de la librería Isis, donde los textos de historia, ciencia ficción, literatura, sexología, botánica y esoterismo llenaban las mesas infinitas de aquel recinto, ubicado en pleno centro de San Salvador, al inicio de las cuadras (4ta. Avenida norte y sur) donde estaban instaladas las memorables  casas de libros.

Ahí, en la librería Isis (empresa anunciante en el periódico estudiantil “El Cervantino”, que dirigí y promoví durante mis años de bachillerato en el Colegio Cervantes) tuve contacto con el mundo fascinante y mágico de Erich Von Däniken –muy difundido en esos años-  a través de su famoso best seller  “Recuerdos del Futuro”. Es más, se produjo un documental del mismo nombre, que disfruté luego, en el cine Grand Majestic, cercano  a mi casa de entonces.

La tesis de Von Däniken (un personaje muy controvertido, y envuelto –al parecer- en un sinnúmero de escándalos financieros) es y sigue siendo altamente polémica.  Dicho presupuesto es sencillo en su formulación, pero discutidísimo en su vía probatoria, y me refiero a la existencia de seres inteligentes (extraterrestres ayer, alienígenas ahora) de otros mundos. Y todavía más, a la determinación que éstos han ejercido en la humanidad, desde sus mismos albores.

Haciendo comparaciones poco convencionales, Von Däniken ha visitado a lo largo de su vida, los más remotos lugares y las más antiguas culturas, encontrando, de acuerdo a sus afirmaciones, pruebas evidentes  de la influencia directa de  alienígenas  en la historia.

“Regreso a las estrellas”, prosigue la línea de “Recuerdos del futuro”, en su argumentación a favor de un origen humano extraterreno. En su apartado final, el apasionado autodidacta suizo, declara: “Sólo cuando conozcamos bien el sentido de los mensajes que nos dejaron los ´dioses´, perderemos el miedo que nos causa la posibilidad de un encuentro con astronautas de estrellas lejanas, porque entonces sabremos que aquellos seres tienen algo en común con nosotros: también ellos vivieron, en algún momento, el día de su creación…”.

Más allá de la credibilidad que otorguemos a este autor, y a otros, que, incluso, afirman haberse contacto eficazmente con los seres del espacio – para el caso el interesantísimo testimonio del peruano Sixto Paz Wells- , la verdad indiscutible, es que los humanos procedemos de las estrellas en esencia. Venimos de los elementos básicos de la constitución de ellas; y en definitiva, de la energía. Energía somos y en energía nos transformaremos, para tarde o temprano, retornar al universo.

Un magnífico artista y gran prosista nacional, Carlos Balaguer, nos recuerda en su libro “Sentimientos” (Palabras I) lo siguiente: “De todas formas, hechos del mismo barro de las estrellas, seremos igual que ellas al fin, también fugaces”.

¡Qué esa fugacidad, sea irradiadora de la más auténtica solidaridad, paz y armonía, hacia nosotros mismos, y hacia nuestros semejantes! Esa será la luz más brillante y duradera que dejemos. Nosotros, las frágiles, estrellas humanas.

 

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