Luis Antonio Chávez
Escritor y periodista
Hace meses recibí del poeta Otoniel Guevara, ask director de la editorial La Chifurnia, varios libros escritos por diversos autores salvadoreños y foráneos; entre los títulos me llamó la atención Izaremos la bandera de la lluvia, del poeta combatiente ya fallecido y ex miembro del Taller Literario Xibalbá: Arquímides Cruz.
Rescataré que si hubiese escrito unas líneas partiendo de lo subjetivo al leer el libro comentado, a estas alturas estaría reconciliándome con la metáfora sin cuantificar la simbiosis de un sentimiento cuya siembra se fraguó en medio de la tormenta con la misma nostalgia con que se añora la tierra húmeda de un pueblo llamado San Sebastián.
En todo escritor existen influencias y en Arquímides Cruz no es la excepción, marcando con fuerza la poesía de Roque Dalton, los textos de Lil Milagro Ramírez y la Biblia, entre otros, quienes influyeron fuertemente en el abordaje de los temas poéticos.
No nos queda ninguna duda que Arquímides Cruz era un marxista salvadoreño, pues entendía la poesía como revelación del espíritu de la lucha, fuera ésta para derrocar a una dictadura o para conquistar un corazón. Vemos una muestra de su canto:
“Por vos, mi pequeño, / de apenas cuatro lunas recorridas/ abriremos todas las puertas,/ arrastraremos la alegría/ por toda la ciudad y sus alrededores,/ sembraremos/ con relámpagos y estrellas/ los caminos quietos del alba”. (Por vos, mi pequeño)
Cruz, antes de fusionarse con la aurora, dejó tres poemarios terminados, además de muchos poemas escritos en cuadernos y hojas sueltas, entre ellos Este tiempo… infierno propicio de la vida que se mueve como peste amorosa.
Su canto también fue galardonado, recibió mención de honor en el certamen Alfonso Quijada Urías en 1988. Antes de partir al frente de guerra terminó el libro Amando en tiempo de guerra, que dedicó a los poetas de Xibalbá y a camaradas de lucha. Lamentablemente mucho de ese material se ha extraviado.
Por varios años sus compañeros de Xibalbá indagaron por sus restos y exigieron aclarar su asesinato en una campaña que se publicó durante 5 años en la portada del Suplemento Cultural Tres Mil del Diario Co Latino. Hasta hoy no se tiene un informe oficial del destino de sus restos.
Tanto Arquímides Cruz como Claudia María Jovel fueron asesinados por sus mismos compañeros de lucha en el Frente Gerardo Barrios, en La Libertad, acusados de traición, en un juicio amañado y perverso, como una réplica de lo que le sucedió al poeta Roque Dalton.
La militancia política de Arquímides Cruz inicia en las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL) brazo armado del Partido Comunista Salvadoreño, para después formar parte de la Resistencia Nacional (RN); ambas organizaciones del FMLN, uniéndose a las escuadras guerrilleras con la pasión que le caracterizaba.
En su trayectoria literaria formó parte del Taller Literario Xibalbá, asimismo fundó el Taller Literario Tagualashte en su pueblo natal, San Sebastián, además publicó Su estrella Elegida (Ediciones Amada Libertad, 1996); Piedras en el huracán (Dirección de Publicaciones e Impresos, DPI, Concultura, 1993); Yaxché, antología mínima del Taller Literario Xibalbá (Cabuda Cartonera, 2009), y Amando en tiempo de guerra (Proyecto Editorial La Chifurnia, 2011)
En la plaquete de Arquímides Cruz se entrelazan el asombro, la ternura, la solidaridad expresadas en verso, sus líneas llenan el ambiente de un aura poética cuya semblanza atrapa al lector con sólo abrir la primera de las páginas, hablo del verso iconoclasta, chingón, solidario, con sabor a tapisca, canto con el que se espera pacientemente la cosecha abundante para alimentar a todo un pueblo de paz y equidad.
Y es que Arquímides Cruz es el heredero de la palabra y de la música (acompañaba con su guitarra cualquier actividad donde se requiriera de su presencia), pues forma parte de una pléyade de poetas que asumieron un rol protagónico con la historia e hicieron suya la consigna empuñando el verbo en sus manos para vilipendiar a la injusticia a fin de ver salir el sol más allá de la montaña.
Sin embargo, acotaré que durante el eclipse no sólo Arquímides Cruz ofrendó su vida por una patria mejor, ya que Roque Dalton, Lil Milagro Ramírez, Claudia María Jovel, Amílcar Colocho, Rigoberto Góngora, Chema Cuéllar, Mauricio Vallejo, Alfonso Hernández “Gonzalo”, Amada Libertad, entre otros abonaron con su sangre para derrocar a la tiranía militar.
Los motivos para escribir poesía sobran y los deseos de que la guerra termine, como estos versos dedicado a su compañera de lucha y paisana Claudia María Jovel… “Tus ojos te salvan compañera/ con ellos subo por las madrugadas/ al tren de la historia/ que agita alegremente/ su fumarola roja/ con la certeza que el sol/ que apenas asoma/ pueda entrar jubiloso y libre/ por las ventanas de todos/ de tal manera que jamás/ volvamos a sentir frío”, son una muestra de su tenacidad y entrega.
Del poeta bataneco rescatamos que él sabía que vivía al filo de la navaja, por lo cual encontramos versos escritos con fuego, ello muestra la urgencia de proyectar un sentimiento impregnado de incertidumbre, ya que desde nuestra óptica es la voz que se da de cara al futuro ahí donde se bifurcan los caminos de la vida y la esperanza, pues cada línea lleva en sus enaguas esquirlas de luz bañadas en riachuelos de sueños.
Arquímides Cruz nos regala un libro escrito con hilos de crepúsculo, versos que poseen una magia exquisita, enraizada en el amor hacia un pueblo por el que ama y sufre, pero no lo calla sino que lo canta y rinde honores con la devoción de un acólito.
Ulises Masis en su libro Amo la soledad, manifiesta que el poeta es “la plomada de su tiempo”, por ello no nos sorprende el canto de Arquímides Cruz, quien impregna a sus versos esa atmósfera con sabor a lluvia, el aroma de la esperanza y el sello intangible de la memoria.
Si me preguntaran que cuál es el origen del canto poético de Arquímides Cruz, reafirmaría que busca develar amor hacia San Sebastián, la nostalgia acumulada en su sien y la posibilidad de entregarse en cada uno de sus poemas hacia sus seres queridos, ya que en sus líneas nos regala pinceladas de la campiña, además nos enseña a no temerle a la muerte, sino a vivir cada segundo con intensidad.
“Vos sos/ como las primeras lluvias que asoman/ por el quicio entreabierto del cielo; /sos como la lluvia/ que se cuela por mis huesos/ en las noches de interminables vigilias”… son algunos de los textos rescatados de esta plaquete que le canta al amor, a la esperanza, a la vida.
¡Qué dicha leer los versos de Arquímides Cruz y sentirnos parte de su lírica! Para quienes nos vimos inmersos en medio de la tormenta, el sonido de la metralla arremetiendo como tornado en el corazón de la montaña, debemos recordar esos años oscuros y gritar con fuerza ¡NUNCA MÁS! a una guerra nefasta y reafirmar que somos amantes de la paz y a ello apostémosle contra viento y marea.