POESIA EMY CASTILLO
LLUVIA
Que llore el cielo, que llore
lo que tenga que llorar
que la tierra se ablande
y así poderla sembrar
Que llore el cielo, que llore
lo que tenga que llorar
que la semilla germine
y nos pueda alimentar
Que llore el cielo, que llore
lo que tenga que llorar
para que abastezca de agua
a toda la comunidad
Que llore el cielo, que llore
lo que tenga que llorar
para que lave la sangre
de los muertos por maldad
Que llore el cielo, que llore
lo que tenga que llorar
que limpie pestes y envidias
y que renazca la paz
Que llore el cielo, que llore
lo que tenga que llorar
que sus lágrimas y las mías
juntas retornen al mar.
MI VENTA
Mi venta no lleva mucho:
lorocos, pitos y mangos,
unos jocotes maduros
pa’ que no pese el canasto
Así me gano la vida
para comprar los frijoles,
el arroz, la sal y azúcar
y unos cuantos macarrones
Me compré una mascarilla
de tela negra, para ahorrar
de las otras son muy caras,
¡Yo no las puedo pagar!
Y aquí traigo mi escapulario
y aquí ando mi delantal
pa’ que Virgen del Carmen
me libre de todo mal
Que de Dios viene la ayuda
eso yo, no se los niego,
pero también me rebusco
¡Nada me cae del cielo!
Entre pobres nos comparamos,
entre pobres nos vendemos,
así ha sido mi vida
desde que yo la recuerdo
¡Que no salgo por orgullo
tampoco por vanidad!
lo mío es eso que llaman
Purita necesidad…
Los del CAM ya me dijeron
que a vender no venga más,
pues me dicen que anda un virus
que a todos quiere matar
Yo digo que tarde o temprano
la muerte nos va a encontrar,
sea hoy, sea mañana
¡Total siempre llegará!
Como a mi hijo Gerardo
que se fue pa’ los yunais
por tierra se me fue el cipote
y yo ya no supe más
¿Se habrá perdido en el monte?
¿O en el desierto murió?
No sé si cayó en un río,
pero ya nunca volvió
Ni llorar pude esa pena
que ahora vive conmigo
me acompaña a todos lados
¡Yo ya no tengo a mi niño!
Y mujer sola no soy,
en la champa está mi Juan,
mi esposo que ahora no puede
ni siquiera caminar
Le amputaron una pierna
allá en aquel hospital
esa diabetes es mala,
y él no la pudo librar
Por eso saco el canasto
porque tengo dignidad,
la de la tienda me fía
¡Deberle no quiero más!
A pesar de mis años
trabajo con devoción
pa’ comprar las medicinas
tortillas, pan, requesón
En la calle yo me muevo
buscando siempre la sombra
pa’ tener fresca la venta
para aquel que me la compra
Riquezas no tengo ni una
no tengo pensión, ni sueldo
revendo frutas y hierbas
y así me gano el sustento
Y hasta el sol de este día
así seguiré vendiendo
¡No es por codicia señores,
mi Juan se me está muriendo!
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