Aun conservas la esperanza
Siempre te lo dije, mujer
que no vale la pena desesperarse
por el velero que nos arrebató el camino
y echó velas en altamar
de los recuerdos…
Te pronostiqué —como chaman-
que la aurora ocuparía otro sitial
pero vos, terca como nuestros abuelos,
creíste en los rascacielos y hasta
te persignaste cuando en el parque
te dieron rosas blancas en vez de rojas.
Fue el día aquel que la tormenta
dejó perforar el cielo con sus arcabuces
y otras canciones invadieron el dial.
Ese día hasta fuiste donde el cura
a pedirle agua de las siete quebradas
para alejar el ciprés de los recuerdos,
cambiaste los retratos en sepia
pintando las paredes con tonos
más alegres y hasta el balcón
lució otros ajuares.
Ahora que el pájaro guas
quiere desandar los caminos sacaste
los muebles para alejar la polilla
del pasado, pero te olvidas que el tiempo
ya maduró y en vez de mirtos
flores de plástico visitan los panteones.
Es que los muertos mujer
—como lo testimoniara Roque Dalton
“cada día son más indómitos—,
hoy te piden serenata
pues se han vuelto incólumes
ante el tiempo que les apremia.
Y aunque sabes que no hay marcha atrás
aún conservas la esperanza, por eso pregonas
a los cuatro vientos que las amapolas
deben visitar más seguido a este país
antes que el reloj se inmole de tanta espera…
Del libro
Poemas rescatados del olvido
Otra luz en mi camino
Allí te quedan mis ansias
las esperanzas cifradas en el tiempo
un reloj multiplicando auroras
y este gemir surcando mares.
Me voy a atar cabos a la angustia
para ver si así logro estivar peldaños;
ya tu fuego no es el mismo
-me disculpas- ni tu voz
sabe al verbo de los años.
Ya no esperes que la quena suene
igual que ayer
pues el verbo -por tu amor-
fue mal conjugado.
Me voy a navegar otros mares
mas no me importan las zarzas
del destino y tal vez otro canto
vuelva al cauce como la musa
que escondida está
en algún rincón de este cielo.
Te escribo
desde este rincón olvidado
donde la gruta no fue sino
un sin par de coces
no esperes más quimeras
que mis sueños
porque estos, por tu amor,
fueron truncados.
Espero que comprendas
que este verso surgió
formando aureolas en el tiempo
pero hoy me voy a hurgar entre los soles
y quizá otra luz encuentre en mi camino
para marcar entre tú y yo
otro destino…
1977
Del libro inédito
Poemas de la primera infancia
Paradojas del destino
De niño aprendí a luchar
contra las paradojas del destino.
Con los pies descalzos
pisé estos lugares ¡todo era bruma!
Mis ojos quedaron petrificados
al oír una voz que me decía;
“Eres el laurel en tu camino”
era una voz perdida en la estancia
o sólo era el eco
que presagiaba mi destino.
Ahora todo ha cambiado
sigo siendo niño
pero tengo que evadir las barreras
que se interponen en la vida
¡sigo siendo niño de mi humanidad!
lo grito a los cuatro vientos,
óiganme, soy el barco que guía
el timonel del tiempo abigarrado, que,
estremecido, deshace al tiempo
que se avecina porque el niño,
aun sabiendo de la crueldad
lucha incesantemente contra la adversidad…
Luis Antonio Chávez, 1981
Poemas rescatados del olvido
Gracias a César Ramírez (Caralvá)
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