Mujer
De madrugada y alerta
corres en sonoros pasillos del jardín
en jaula de auroras y ásperas arboledas,
entras en duelo entre voraces lechuzas
que te hablan despacio en el oído,
como descifrarte en conjuros de sexo y tabú
intrigantes y sin piedad se valen de tu agonía
y rasgan la lucidez de tu frente marchita
hasta envolverte en sus prejuicios,
y te sumerges en pesadas escalas
que se vuelcan en rutinas, embriagas tu casa,
esperas y esperas igual que el embrión
a ser tierra o luz.
Mujer de madrugada y alerta
bajo las hojas de la aurora.
Timidez.
Habitante misterioso de San Salvador,
guerrero herido por espadas
entre barrotes y agua de alimañas,
te obligan a fingir sonrisas de carbón y humo.
Sonrisas esparcidas como blanca lana
en la letanía de la gran ciudad,
muy lejos de tu hábitat, sucumbes
con los recuerdos de tu imaginación,
lento y sin murmurar,
huraño y agazapado
te paseas en el helado cemento
ante observadores ajenos de tu realidad
y sientes el asedio de mil verdugos,
y tu vista de fogata se congela en el sol
Necesito darte un presente
¿Y qué puedo darte?
África no sale de mis manos.
(Gustavito)
Hipopótamo
Brevedad
Te expongo en mi paisaje surrealista,
que camino entre claros copos de nieve,
abrazo el pasaje inesperado,
suspiro que me conduce a tu puerto.
Escucho la cascada de tu timbre
que sonroja el coral de mis mejillas.
Alegre juventud y despliegue de color
en breves movimientos que sin alcanzar lo etéreo,
son ligeros como toques bohemios.
Mi credo
Sé de la Odisea del cordero
que es puesto y expuesto ante la multitud.
Aprecio tu nombre en cada encuentro de mi vida,
y te veo en mi espejo agitado
entre rebeliones y duras caídas
de extensos laberintos donde encuentro mi verdad,
y lo llevo hasta sentir a Dios en mis palabras
que relampaguea en mi cabeza su bondad,
y me libera de crear falsas soledades.
Caos
Hilvano de crueldad mis días
telares que se vuelcan de insensatez
hasta romper el vórtice de mis dedos,
escarbo sin argumentar mis decisiones
sin pasado, sin futuro, a golpe certero del tiempo…
¡Tiempo!
¿Quién se agasaja viendo mi dolor?
Adolescente
Niña de zarcillos luminosos,
de sonrisa delgada y de rosadas mejillas
en años de primavera y pureza virginal,
entregas el perfume de tu piel
pero te voltean la cara con rotos papeles,
y te desnudan sobre jardines desmembrados
en vivas brasas de adolescencia
e impaciente, ves el alba prematura
herida, mueres y en tus ojos…
la aurora.
Frío.
Te propongo un trueque y apiádate,
que incesante es mi combate
me haces caer sin piedad ante tus fauces,
permíteme resucitar en la calidez de tu mirada
y moldear tu aliento entre mis dedos,
con lluvia de amates en la profundidad de la bruma.
Él
I
No necesita
frases sofisticadas
estrategias maliciosas,
le basta sentir mis labios
tendidos en su pecho,
invernadero de luciérnagas
y mi puntualidad de éxtasis
al amarlo.
II
Y en sus brazos me guarda
con certeza de azules océanos,
con el toque de su boca me destierra,
me encanta, me seduce ,me sonríe ,
me extiende como aire nuevo
y sol de mediodía
con la sutilidad de los ojos de Dios,
viene a plantarse en la humedad de mi vientre
de altas mareas, de ardiente dulzura,
me hace descansar y remontar mis alas gitanas.
Sigo
Al silente que dentro quema
y se hace flama que martilla mi inconsciente
y se abren mis ojos, develan mis sensaciones
deliberando en la punta del obelisco
construido desde mi pequeñez.
Indiferencia
¿Por qué eres el puñal que destroza mis huesos?
¿Por qué finges y desprecias mi paso?
Como ebrio que saluda a la iglesia
limpia sus hombros,
asfixias mi garganta cual trago de sangre.
Me dueles
Marco la salida
Sé de vagar y derramar leche
pero no de filosofías con sus semejanzas y diferencias,
ni de atribuciones en cada renacimiento del mundo,
navego en un barco viejo de altas velas , sin rumbo
y frente a la eternidad se hace polvo,
insondable pensamiento en la densidad de mi calma,
me encuentro sin zapatos con la experiencia de la vida
cara a cara, día a día.
Trazo con la punta de mis dedos una historia
sin saber a qué hora se marca la salida.
Provocación
Me provoca
venerar la plenitud que vivo contigo,
de asombrosa melodía que atiende mi alma.
Conspiradora, se desliza en mi oído,
seguro te detienes en mi puerta con los años cernidos
de grandiosas tormentas.
Me provoca
encender el aguacero de tu invierno,
que apaga el límpido de mis pétalos rojos
y callar la distancia porque defines sin tocarme un declive
sin ciudad, mi clímax.